Un sólo dato revela el crítico panorama del fútbol argentino a diez días del comienzo de la Copa de la Liga Profesional: 99 jugadores han emigrado desde que la actividad se interrumpió, a mediados de marzo. La pandemia, el parate de más de seis meses de duración y la degradación económica del país formaron un combo insoportable para los clubes y los futbolistas quienes, en muchos casos, decidieron partir ante la primera oferta que recibieron del exterior. Sin considerar objetivos deportivos importantes. Sólo la idea de cobrar en moneda fuerte y sin sobresaltos. 

Pero no vaya a creerse que la estampida más allá de las fronteras capitalizó o fortaleció  las tesorerías de las instituciones: apenas 17 jugadores salieron por ventas de la totalidad o una parte de sus pases. Y ninguna de esas operaciones superó los 15 millones de dólares. River fue el que más recaudó: vendió a Lucas Martínez Quarta a la Fiorentina en 14 millones de dólares y al colombiano Juan Fernando Quintero al Shenzhen de China en 10. El resto se fue por sumas irrisorias para los volúmenes que se disponen en Europa. Adolfo Gaich, el centrodelantero cordobés goleador de los Seleccionados Sub 20 y Sub 23, pasó de San Lorenzo al CSKA de Moscú por 6 millones y medio de euros. Y Nahuel Bustos, el promisorio atacante de Talleres de Córdoba y también integrante de la Selección que se clasificó a los Juegos Olímpicos de Tokio, fue comprado por la misma suma por el Manchester City, que de inmediato lo cedió a préstamo al Girona de la segunda división de España.

Argentina vende bueno y barato porque no le queda más remedio. Las instituciones están apuradas por las crisis eternas y sus malos manejos. Y los jugadores, presionados por sus voraces representantes, quieren irse cuanto antes. En algún momento, eran los equipos más poderosos de Europa los que les golpeaban las puertas; en 2006, Atlético Madrid le pagó 28.750.000 dólares a Independiente por Sergio Agüero. Y Real Madrid puso 27 millones sobre la mesa para llevarse de Boca a Fernando Gago. Ahora, llegan Vasco da Gama de Brasil, los Xolos de Tijuana de México, Atlanta United de la MLS de los EE.UU., el Nimes de Francia y hasta el Almería de la segunda división de España y se llevan lo que quieren a precio de costo. 

Hay excepciones. En 2017, Lucas Alario se fue de River al Bayer Leverkusen de Alemania por 22.600.000 euros, en 2018, Racing cobró 25 millones de euros por vender a Lautaro Martínez al Inter y en 2019, Exequiel Palacios le dejó a River 17 millones de la misma moneda por su transferencia al Leverkusen. Pero esto pasa cada vez menos. El fútbol argentino está de oferta. El agujero negro es cada vez más grande. Y son muchos lo que se escapan para no caer dentro de él.