El disparo con el cual se suicidó el femicida Jorge Neuss fue exactamente en el mismo lugar que aquel con el que se quitó la vida Alberto Nisman: en la sien derecha, tres centímetros por encima y un centímetro por delante de la oreja. El lugar coincide también con otro disparo relacionado con la muerte de Nisman: el suicidio del afamado perito forense Osvaldo Raffo en marzo de 2019. 

Raffo fue perito de la jueza Sandra Arroyo Salgado, ex pareja del fiscal Nisman, y se quitó la vida porque estaba muy enfermo. La trayectoria del proyectil en los tres casos fue la misma: levemente hacia arriba y levemente de adelante hacia atrás. Las similitudes echan por tierra un argumento usado hasta el hartazgo en el caso Nisman: que el disparo fue en un lugar inusual, casi incompatible con un suicidio.

Los registros que se guardan en La Plata y en la causa de Comodoro Py le permitieron a PáginaI12 --con la ayuda de un profesional-- hacer la comparación entre el suicidio de Neuss y el de Nisman. Hay una diferencia muy notoria entre los dos casos, por cuanto el empresario usó un arma de mucho poder, un revolver 357 Magnum Special, mientras que el fiscal se disparó con una pistola mucho más chica, calibre 22. Raffo, por su parte, usó una pistola menos poderosa que la de Neuss, un calibre 38 special.

En su momento, la jueza Arroyo Salgado argumentó que Nisman no se suicidó porque nadie se pega un tiro en el lugar que ella describió textualmente en un programa de TN: “no fue en la sien, es arriba de la oreja y detrás de ésta, y de atrás hacia delante”. Con los gestos fue aún más gráfica porque puso sus dedos en forma de pistola detrás de la cabeza. Todo el tiempo la querella de la familia Nisman sostuvo que el lugar era inhabitual.

Como se puede ver en la foto que acompaña esta nota, el disparo en el caso Nisman fue tres centímetros arriba de la oreja y levemente por delante, no por detrás. Es el “típico orificio de entrada en un caso de suicidio”, sostuvo el criminalista Raúl Torre.

Como se sabe, Neuss asesinó a Silvia Saravia agarrándole la cabeza con la mano izquierda y disparando con la mano derecha, lo que llevó a que ese proyectil efectivamente entrara por la parte de atrás de la cabeza y de arriba hacia abajo. Esta es la explicación de por qué, en su acto femicida, él mismo se hirió levemente en la mano izquierda.

Pero luego su suicidio fue de manual, idéntico al de Nisman: disparo en la sien derecha, tres centímetros por encima de la oreja, un centímetro delante de la oreja. En ambos casos con “trayectoria ligeramente ascendente”, según consta en el informe que hizo en su momento el Cuerpo Médico Forense en el expediente Nisman, pero que ahora se repite en el expediente Neuss-Saravia.

Por supuesto que puede haber alguna diferencia en la distancia del disparo: “eso depende mucho del tamaño del arma”, explicó Torre. Tanto Nisman como Raffo usaron pistolas pequeñas, mientras que Neuss utilizó una de tamaño más grande. Pero se trata de diferencias mínimas: las armas estuvieron casi apoyadas en la sien derecha, no del todo en el caso Neuss.

Respecto de Neuss todavía no se conocen los resultados del llamado dermotest, que tiene que ver con los rastros de fulminante de las manos. El estudio seguramente se hizo en ambas manos y es probable que haya quedado rastro en la izquierda porque el disparo femicida la rozó. En el caso Nisman, el estudio hecho en Salta dictaminó: “sobre las muestras analizadas se hallaron partículas consistentes con residuo de disparo, que son aquellas que pueden referenciarse en descarga de un arma pero que también pueden originarse en otras fuentes no relacionadas con una deflagración de arma”. Pese al texto, en la causa se sostuvo que no es concluyente porque no quedan excluidas otras posibilidades que son, básicamente, fuegos artificiales o una pistola para la construcción. Está claro que Nisman ni usó pirotecnia ni estuvo horadando paredes.

Las insólitas manipulaciones en el caso Nisman, con el objetivo político de adjudicarle la muerte a un inexistente comando relacionado con el gobierno de Cristina Kirchner, tienen la causa paralizada desde hace casi seis años. Como el fiscal Eduardo Taiano y el juez Julián Ercolini saben de estas manipulaciones vienen esquivando confrontar los peritajes de la Policía Federal, de la junta de criminalistas y del Cuerpo Médico Forense, con el disparatado dictamen hecho por la Gendarmería, bajo las órdenes de Patricia Bullrich. Los primeros sostuvieron, entre otras cosas que “no había ninguna otra persona en el baño al momento del disparo” o “no hay evidencia médico-forense del accionar de terceras personas”. Respecto de la Gendarmería, el dictamen tiene aspectos tan fraudulentos que el fiscal y el juez nunca llamaron a declarar a los peritos de la Gendarmería bajo juramento. Saben que si refrendan sus conclusiones quedan expuestos a que tarde o temprano los acusen de falso testimonio agravado, delito que tiene hasta diez años de prisión.