Una o dos películas al año. A veces, ninguna. Esa era la producción del cine ecuatoriano una década atrás. Hoy se filman entre 20 y 25. ¿Cómo sucedió esto? Según explican sus propios protagonistas, fue gracias a los crecientes aportes del Ministerio de Cultura de ese país, el fortalecimiento de su Instituto de Cine y la invitación a directores y profesores argentinos para desarrollar el campo. Por eso era tan importante organizar un festival de cine ecuatoriano en Argentina. El resultado es el Festival Cordillera, que comenzará hoy a las 19 en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635) con la proyección de Mono con gallinas, de Alfredo León, y se extenderá hasta el próximo miércoles. Allí habrá funciones diarias con entrada gratuita, pero el festival propone actividades en otra media docena de sedes de Capital y Gran Buenos Aires para “descentralizar” la difusión. Es que, siguiendo la experiencia andina, que concentra casi toda su actividad en Quito y Guayaquil, lo que interesa al encuentro es abrir salas. Así lo explica su directora, Mónica Rodríguez: “Con una producción de 25 películas al año, necesitamos abrir y fomentar nuevos espacios”. La distribución y el acceso a las salas es, en gran parte de América Latina, el principal obstáculo para la producción local.

La convocatoria atrajo más medio centenar de cintas de Argentina y Ecuador, relata el director Gabriel Roldós. “Buscábamos cine joven, que se acerque a la multiculturalidad, que es muy importante porque somos un país plurinacional en el que la interculturalidad es fundamental”, señala. Por eso el festival tiene tres ejes: una línea de films LGBTIQ (la mitad de la selección oficial), otra de Identidad latinoamericana y la tercera de juventud, interculturalidad e inclusión. “En Ecuador destacan mucho las historias de ficción y los documentales a partir de la vida de los propios realizadores, la temática LGBTIQ creció mucho y ahora está pareja con la de identidad latinoamericana, por eso priorizamos esa temática en el Festival”, plantea Roldós. José Luis Jácome, compañero de Roldós en la tarea de seleccionar las películas, observa que sus colegas están “tratando de ampliarse en espacios y temáticas, madurando en los guiones” y por eso el Cordillera “buscó imágenes contemporáneas”.

Del jurado participaron los argentinos Nicolás Batlle y Marcelo Vernengo, quienes viajan seguido a Ecuador desde 2009 para formar a sus colegas. “De todas las películas ecuatorianas conocíamos a los realizadores, era natural que fuésemos jurados”, explica Vernengo. El vínculo no se limita a eso. Como una novia sin sexo, de Lucas Santa Ana, estrenó con buenos resultados en el país andino, y su director confía en que podrá estrenar allí sus próximas producciones. Su colega Majo Staffolani, en tanto, destaca la gratuidad. “Para nosotros es estratégico contactarnos con nuestros hermanos argentinos, cuyo cine tiene más historia, más tradición –analiza Roldós–, y este puente tiene mucho que explotar para generar más contenidos”.

Una de esas influencias, confían los realizadores ecuatorianos, puede venir desde lo estructural. “En nuestro país predominan las multisalas cooptadas por las majors”, explican. Salas independientes hay unas pocas y cuentan con pocos recursos (una, destruida por un reciente terremoto, aún no fue reconstruida, por ejemplo). Así, el cine estadounidense manda en la taquilla. Por eso Roldós pone como ejemplo el circuito de salas Incaa y sueña con reproducir ese circuito en su país. 

En cuanto a la competencia oficial, el Festival Cordillera tiene un par de particularidades. La primera es que ya se conoce el premio del jurado, que fue otorgado a Feriado, de Diego Araujo. El director recibirá una caracola intervenida sobre un rollo de fílmico que “conjuga el imaginario andino sobre ideas de ciencia ficción”, un objeto “desarrollado tanto con materiales ancestrales como industriales”. Pero además, a diferencia de otros festivales, en Cordillera el jurado optó sólo entre las películas ecuatorianas. El ganador de las argentinas será dirimido por el público. 

Los largometrajes de la Selección Oficial son Como una novia sin sexo, y El puto inolvidable. Vida de Carlos Jáuregui, ambas de Lucas Santa Ana; La importancia de llamarse Satya Bicknell Rothon, de Juliana Khalife; Feriado, de Diego Araujo; Instantánea, de Catalina Arango; Alba, de Ana Cristina Barragán; Mono con gallinas, de Alfredo León; El día nuevo, de Gustavo Fontán, y Colmena, de Majo Staffolani. Tanto Instantánea como Alba verán en el Cordillera su primera proyección local.