En 2004, con la Ley 26.001 se fijó el 22 de octubre como el Día Nacional del Derecho a la Identidad. La fecha tiene como objetivo destacar la incansable lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo en la recuperación de los niños secuestrados por la última dictadura cívico-militar. Con el tiempo, le fecha se transformó en un día de conmemoración de todas las luchas por la identidad.

Las universidades nacionales, públicas y gratuitas también contribuyen a su formación, y en algunos casos todas estas identidades se unen en una historia. Este es el caso de Sabrina Gullino Valenzuela Negro, hija de Edgar Tulio Valenzuela y Raquel Carolina Ángela Negro, ambos militantes desaparecidos a fines de los 70’. Sabrina nació el 3 o 4 de marzo de 1978 en el Hospital Militar de Paraná y tiene un hermano mellizo del que aún se desconoce su paradero. Todo esto lo supo recién en 2008, el año que recuperó su identidad.

Actualmente, Sabrina se desempeña como docente en la Universidad Nacional de Rosario y dicta un seminario de “Política: Discursos y construcciones de sentido en torno a la última dictadura cívico-militar”.

-¿Qué es la identidad?

- Siempre la nombramos, pero uno no termina de saber bien por qué está siempre mutando, transformándose, como una transacción o el resultado de muchas tensiones. De diferentes niveles y dimensiones, cuando en un momento pensás que ya tenés una idea más o menos definida sobre lo que es la identidad sucede algo que transforma la mirada. Tiene bastante de incierto porque no es estática y no se circunscribe a un único campo o territorio, sino que la identidad está sostenida en diferentes niveles: simbólicos, materiales, físicos, del cuerpo, y también tiene que ver con lo que otros ven de uno mismo.

- ¿Pero siempre es individual o puede existir una identidad colectiva?

- Desde un plano colectivo y social la identidad está totalmente enlazada en la memoria colectiva. Se trata de lo que los pueblos deciden recordar como resultado de una disputa de los sentidos sobre ese pasado. También esa memoria se entrelaza con la identidad y que definen nuestro presente y orienta nuestro futuro.

Tenemos esa experiencia de lucha maravillosa que son las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo ¿Cómo hablar del derecho de la identidad sin recordar su perseverancia? Bueno, eso es parte de la lucha por llegar a tener el derecho de identidad, de restituir la identidad de los nietos. Y una lucha más contemporánea es el derecho a la identidad de género.

- ¿Desde la universidad se puede construir?

- La educación universitaria, ya no entendida como un privilegio sino como un derecho, puede significar una gran diferencia y me parece que tener el derecho de elegir qué estudiar está totalmente relacionado con la identidad. Te aporta esa posibilidad de elegir, de poder nutrir de conocimiento a tu identidad.

- ¿En tu caso fue así?

- Yo fui adoptada por una familia que me adoptó de buena fe y siempre se valoró mucho a la educación pública, lo único que no se negociaba era que había que estudiar y que había que aprovechar la posibilidad.

Particularmente me acuerdo de algo muy valioso en mi vida, que fue que mi viejo me llevó a hacer unos talleres de orientación vocacional y pude venir a estudiar de Rosario para elegir una carrera que no estaba dentro de las tradicionales como es la Licenciatura en Comunicación Social. Y el haber atravesado esos años universitarios en pleno fogoneo neoliberal y luchar contra la “Ley de Educación Superior” y encontrarme en esa experiencia fue muy importante para mí. En ese sentido, es muy importante la educación pública universitaria como un derecho a la identidad.

- ¿Cómo siguió esa construcción de la identidad dentro de la universidad?

- Durante 2015 y 2016 me desempeñé como responsable del área de Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Entre Ríos, y también fue una experiencia muy enriquecedora porque también me encontré con una universidad pública, provincial, que reflejaba y llevaba adelante un posicionamiento como una nacional y popular.

Por esos años pudimos incorporar los discursos y las luchas que llevan adelante los organismos Derechos Humanos de la región. Como es el caso de HIJOS, con el cual yo tengo una fuerte afiliación. Pensar articulaciones en conjunto entre las organizaciones de militancia, los organismos derechos humanos y la institución a mí me pareció alucinante.

-¿Y en la universidad de Rosario?

- En el 2014 hubo una convocatoria para abrir el espacio curricular que llevamos adelante con Tomas Labrador, y fue de alguna manera la invitación de la facultad a que se genere este espacio de formación integrado por dos organizaciones a las que yo pertenezco: Abuelas de Plaza de Mayo e HIJOS Rosario.

Me parece muy interesante haber atravesado este espacio donde nosotros le fuimos dando forma en lo que tiene que ver con entender este lugar como una trinchera de lucha en esto de ‘la disputa de los sentidos’.

Hoy la Universidad Nacional de Rosario lleva adelante una nueva gestión con un posicionamiento a abrirse y sostener lo que tiene que ver la lucha de los organismos de Derechos Humanos, y es muy valioso mencionar.

- Entonces ¿se puede afirmar que existe una conexión entre la identidad y la universidad?

- La universidad, la formación, el aprender, el dar, los recorridos… siempre nos constituyen nuestra identidad. Entonces, por supuesto que creo en las universidades forjadas colectivamente para pensar en un pueblo con justicia social, en un país con soberanía y con igualdad de derechos, me parece que es la razón de ser de la universidad.