“El paro demuestra que el conflicto forma parte de nuestra sociedad democrática. No hay que negativizarlo, sino visibilizarlo y comprenderlo”, explicó Cora Arias, quien, como miembro del Conicet y del Centro de Innovación para los Trabajadores (Citra, dependiente de la UMET), investiga el sindicalismo argentino. En ese sentido, la experta evaluó que, aunque “llegó tarde”, la medida que se llevó a cabo el jueves expresó “un límite de las bases a la espera” de la cúpula sindical.  

–¿Cómo encontró a las organizaciones sindicales el paro?

–Esta medida se debería haber tomado antes. Desde que el nuevo Gobierno asumió, las políticas que desarrolló fueron en desmedro de la clase trabajadora y en ese sentido no parece tolerable la idea de que había que darle tiempo. Darle tiempo al Gobierno implicó pérdida de puestos de trabajo y deterioro en la calidad de vida de los trabajadores. Aunque aplaudo su realización, este paro llega tarde. Las dos CTA han tenido una reacción mucho más cercana a lo que sucedía en la realidad. La CGT ha tenido una esperanza de negociación, mientras en realidad el gobierno no dio nunca ninguna señal de que la situación fuera a cambiar. Como ha sucedido tantas veces, la marcha del 7 de marzo culminó con las bases superando a la cúpula. Se vio un límite a la espera, las bases reclamaron fuertemente una reacción a la cúpula. La medida de fuerza se tornó imperiosa. 

–¿Qué significó la falta de movilización?

–Siempre es más importante movilizar y visibilizar y difundir los reclamos de la clase trabajadora. Un paro sin movilización muchas veces parece un día feriado o domingo en el que no hay circulación de trabajadores por la calle y creo que se podría haber organizado una movilización masiva para poder, además de parar, encontrarse, compartir, debatir y hacer circular los reclamos de todos los sectores que hasta ahora estuvieron un poco disgregados. Es necesario visibilizar los reclamos ya que todavía hay sectores que aún se encuentran alejados de la realidad que viven los sectores de trabajadores y populares, los más retrasados de nuestro país. 

–El Gobierno está cerrado en su actitud de confrontar. Acusaron al paro de “político” y a los sindicatos de “extorsionadores”. 

–Lo primero que hay que decir es que todo paro es político. Lo segundo es que el paro demuestra que el conflicto forma parte de nuestra sociedad democrática. Un conflicto entre representantes de diferentes intereses que, al contrario de lo que opinan en el Gobierno, no es negativo ni perjudicial para la sociedad, sino todo lo contrario. Todos los gobiernos democráticos desde (Raúl) Alfonsín hasta acá han tenido que resistir paros y se han enfrentado a los actores que lo convocaban. Resolvieron de diferente manera, pero todos han tenido que atravesar estas situaciones. A los paros no hay que negativizarlos, sino visibilizarlos y comprenderlos. Y tomar conciencia de que ningún trabajador elige parar ni manifestarse horas en la calle. Eso demuestra que su calidad de vida se ha desmejorado.  

–¿Cómo continuará el vínculo?

–Hay un piso de conquistas en términos de derechos laborales que la clase trabajadora consiguió en los últimos años y que no está dispuesta a perder. En ese sentido, creo que el gobierno está desconociendo esta realidad. La está subestimando. El gobierno no puede avanzar sin esperar una reacción fuerte. Quizá no de las dirigencias sindicales, pero seguro de las bases. Por otro lado, la virulencia que demuestra el Gobierno en su confrontación hay que entenderla en varios sentidos. Estamos en un año electoral, pero no se preocupa por los trabajadores, ya que indefectiblemente no se hace eco de sus reclamos y a veces pareciera que redobla la apuesta de manera cínica: días después de una movilización de trabajadores multitudinaria (la de las dos CTA el pasado 30 de marzo), planteó lisa y llanamente la necesidad de flexibilizar el trabajo en Casa rosada y con uno de los sindicatos más importantes en frente. Pero estas situaciones siempre tienen un límite. Si esto crece entiendo que los paros deben repetirse y si la situación no mejora, y es como ahora, que empeora cada vez más, con mayor frecuencia. No puedo pensar que esto no impacte en las elecciones de octubre. Porque las dificultades que sufren los trabajadores la sufren incluso quienes han votado a Macri.  

–¿Y de parte de la CGT?

–En momentos de tanto retroceso, el desafío es la confluencia de todos los sectores. Pero es muy complejo si desde la dirigencia sindical no hay gestos de acercamiento: compartir un acto en el que el presidente habla de flexibilización no es acercar, sino todo lo contrario. La realidad es que los sectores subalternos de la sociedad, incluso los movimientos sociales que se ven más afectados que los trabajadores por el contexto, y que apoyan el paro desde una posición ideológica, no se sienten representados por esta dirigencia sindical. Incluso la cúpula de la CGT no es legítima ni representativa de los intereses de la clase trabajadora. Ese es el desafío.