La sensación de soledad en el ámbito donde alguna vez reinó a sus anchas catalizó en los últimos días con señales inequívocas, y este lunes el grupo agroexportador Vicentin SAIC tomó la decisión: renunció a su condición de empresa socia de la Bolsa de Comercio de Rosario. El motivo fue que ésta resolvió investigar la ética comercial de la empresa con un "sumario disciplinario" interno. En buen romance, los de Avellaneda / Reconquista acabaron por concluir que el establishment les soltó la mano. Por tal caso, al desvincularse de la BCR, piden que se archive esa investigación interna de sus ex colegas de negocios.

Todavía no hace un año que esta gigante aceitera tenía a uno de sus hombres fuerte como presidente de la entidad bursátil, Alberto Padoán, quien cayó enredado en el ominoso default del grupo e involucrado en una investigación penal sobre presunta corrupción con préstamos dulces y millonarios del Banco de la Nación Argentina durante el gobierno de su amigo, Mauricio Macri.

El presidente de la BCR, el corredor bursátil Daniel Nasini, se enteró del portazo de Vicentin antes por redes sociales que por la carta que el directorio envió este lunes al mediodía. La misiva apunta a la posición que la Bolsa empezó a insinuar el 26 de octubre, y que siguió con la apertura de un sumario para escrutar "posibles conductas reprochables en lo estatutario o legal".

Con un default de más de 1500 millones de dólares y una masa de acreedores prendida fuego en el concurso preventivo, y denuncias penales de estafa y administración fraudulenta, lo de la Bolsa habría sido una minucia en lo formal. En la realidad, la empresa intervenida decodificó que para el nombre Vicentin ya nada es lo que era.

La suma de denuncias penales contra Vicentin en la Justicia rosarina por parte de algunos de sus 2500 acreedores y hasta las dudas sobre la veracidad de sus balances fue suficiente argumento para que la Bolsa resolviera tomar posición: desentenderse de su socia n°4499, de las más poderosas de las últimas décadas. Así inició un sumario para "investigar su comportamiento comercial, profesional y ético, y la posible comisión de conductas reprochables en lo estatutario o lo legal".

El grupo empresario fundado por Pedro Vicentin en 1929 como una desmotadora de algodón y almacén de ramos generales, ahora en concurso de acreedores, sigue operando a través de contratos de fasón, pero se encuentra intervenida por el concurso de acreedores iniciado en marzo pasado, como la pandemia. El directorio que integran los Buyatti, Vicentin, Padoán y Nardelli interpretó que la institución que siempre los hizo sentir como en casa ahora cruzaba de vereda. 

Una de las últimas denuncias penales que le cayeron a Vicentin en estos días partió de la corredora de cereales Grassi, uno de cuyos dueños, Hugo Grassi, es vicepresidente de la Bolsa.

Los Vicentin se defienden: "Si bien es cierta la existencia de denuncias de terceros ampliamente difundidas por medios de prensa locales, ni la sociedad ni los miembros del directorio han sido imputados, ni procesados, ni mucho menos condenados por sentencia firme, rigiendo a tal respecto la 'presunción de inocencia' consagrada por las normas constitucionales y legales respectivas", alegan.

Un yerno de Alberto Padoán, Santiago Ramos, firmó en carácter de apoderado legal del grupo la carta de renuncia corporativa a la Bolsa. "Hubiera sido deseable que investigaran en forma previa a esta apresurada decisión, cuáles son los cuestionables intereses que guían a multitud de fantasiosos denunciantes que, con mayor repercusión en medios periodísticos antes que judiciales, claramente buscan sin disimulo obtener privilegios particulares que la ley les niega en el marco de la igualdad de acreedores que debe regir el concurso preventivo", señala el texto de la misiva. "Lamentablemente -prosigue- los Sres. Directores de la Bolsa parecen haber dado crédito a aquellos reclamos sin asumir respecto de ellos una actitud de prudencia o equidistancia", reprocha el ejecutivo de Vicentin.

La carta le dedica párrafo a algunos ejecutivos de la Bolsa, que "embarcaron a una institución señera como lo es la BCR en contiendas particulares y ocasionales entre sus socios. Y eso es así por erigirse dichos directivos en accionistas de empresas que resultan ser acreedoras de mi representada, e igualmente tener la intención de asumir el rol de acusadores en los procesos penales en trámite", acusa Ramos, apoderado legal del grupo. Lo curioso es que Vicentin reprocha este supuesto extravío de rumbo de la BCR, siendo que cuando la presidía su CEO, Padoán, funcionó casi como un bunker partidario de Cambiemos.

En la renuncia, la empresa reprocha a sus ex camaradas: "La iniciación del sumario disciplinario por parte de esa institución, claramente contradice el mentado principio constitucional, causando a la sociedad (Vicentin SAIC) y a los miembros del directorio, gravamen irreparable que afecta su buen nombre y honor, pues no media en el caso comisión de ilícito penal de ninguna especie, y mucho menos inconducta comercial y/o profesional y/o ética, y/o afectación de disposiciones estatutarias y/o reglamentarias de esa entidad".