A pesar de que en la Argentina la música country sólo plantó bandera en San Pedro (la ciudad bonaerense acoge desde hace 16 años el San Pedro Country Music Festival), The Mavericks no es un artista tan ajeno para el público local. Después de un comienzo literalmente explosivo, Del crepúsculo al amanecer, película dirigida por Robert Rodríguez y escrita por Quentin Tarantino (también actúa en ella), baja un cambio cuando introduce a Juliette Lewis y su familia, desayunando en un café perdido en el medio de la ruta, con uno de los temas del grupo: “Floosish Heard”. “Es típico de (Quentin) Tarantino que una canción suavecita como ésa la meta dentro de una locura”, afirma Raúl Malo, frontman de la banda, al otro lado del teléfono en Nashville. “Estamos muy agradecidos por la posibilidad de que un gran director como él escoja una canción nuestra para esa banda de sonido”.

A dos décadas y medias de ese punto de inflexión en su carrera, el grupo volvió a experimentar otro en 2020 con la aparición de The Mavericks en español, su primer álbum grabado completamente en esa lengua. “Desde que empezamos a tocar en vivo, siempre metíamos algo de español en las canciones”, recuerda Malo, hijo de cubanos establecidos en Estados Unidos, quien fundó la banda a fines de los '80 en Miami. “Los seguidores de The Mavericks sabían que algo como esto podía suceder. A principios de los 2000, cuando canté con Los Super Seven (supergrupo estadounidense que incluía también a integrantes de Los Lobos, Calexico, Ozomatli y Texas Tornados), era la primera vez que lo hacía en español para un disco. Ese proyecto me inspiró mucho y abrió los horizontes para terminar envuelto en esto”.

En The Mavericks en español, Malo y los suyos alternan temas propios con clásicos de la música popular hispanoparlante como “No vale la pena”, de Juan Gabriel; “Sabor a mí”, de Alvaro Carrillo Alarcón; “Me olvidé de vivir”, popularizado por Julio Iglesias; y “Sombras nada más”, de los argentinos José María Contursí y Francisco J. Lomuto. “Siempre tuve la idea de que este disco fuera una combinación de estilos, que es lo que siempre intentamos en los Mavericks”, describe el músico. “De lo único que nos aseguramos cuando lo empezamos a grabar es de que no lo terminaríamos hasta que acabáramos. Demoramos escogiendo las canciones y haciendo los arreglos porque no estábamos apurados. Sé que existen muchas interpretaciones de ‘Sabor a mí’ en el mundo hispano, pero en el nuestro no. Una versión bonita de un tema clásico siempre viene bien, por eso todas las que hicimos tuvieron su método”.

-¿Te sorprendió la buena repercusión que tiene el disco?

-Uno siempre tiene la esperanza de que alguien lo escuche, pero nos sorprendió cuando ese disco llegó al primer lugar de Billboard. Lo que más me gusta de la música es que nunca sabes lo que pasará con ella. Como artista, todo el tiempo estoy creando, escribiendo y pensando. Este ha sido un esfuerzo orgánico y bien pensado, y eso ayuda a conectar con la gente. Si le das la energía debida, creo que eventualmente eso le regresa al artista.

-¿Cantar en español conllevó a cambiar algo en la identidad musical del grupo?

-Lo más difícil para un cantante es encontrar el tono correcto, y eso tiene que ver con la producción y los arreglos. Como la banda confía en mí, yo me encargo de esa área. Cuando uno aprende unas cositas, el cantante conecta con la canción. Aunque el ritmo cambie, la técnica es igual. Si bien sé hablar en español, puedo utilizar el mismo sistema en italiano o japonés. Es cuestión de agarrarle la onda al lenguaje.

-Tomando en cuenta que sos nativo de Miami, ¿cómo llegaste a empatizar con estilos musicales más característicos de texanos y chicanos?

-Cuando empecé a cantar y a escuchar como lo hacía, sentí que mi voz se acomodaba bien al country. Mis primeras canciones fueron de country rock y a partir de ellas descubrí otros ritmos. Y la música latina que se parece más al country es la mexicana. Pero todo tiene su parecido y hay un hilito que atraviesa a toda la música. Encontré sentimientos similares entre la guajira estadounidense y la cubana. Son más o menos las mismas historias, por más que el ritmo sea diferente. Aunque mi héroe es Elvis Presley: “It’s Now or Never” me cambió la vida. Tras escucharla, mi mamá puso “O sole mio”. Ahí estaba la conexión y eso me fascinó.

-La influencia latina en el rock es más que palpable…

-La influencia de la música latina siempre estuvo ahí. Ben E. King hizo “Spanish Harlem”, mientras que los Beatles versionaron “Bésame mucho” y en su primer disco grabaron “Ask Me Why”.

Además del country, el caleoidoscopio musical de The Mavericks atraviesa también el tex mex, el blues y el pop según Roy Orbison, aunque desde una perspectiva contemporánea. Por eso no es fortuito que sus canciones entren en las listas de éxitos del indie o flirteen con el ska. “Cuando trabajé con mis amigos de Los Lobos, durante la etapa de Los Super Seven, aprendí tanto que estar solamente grabando en el estudio con ellos era como ir a la universidad”, comparte el cantante y guitarrista, cuya banda tendrá disponible on demand en la plataforma de Apple Music, hasta los primeros días de diciembre, el show que grabó a comienzos de este mes. “Desde un principio, me gustaba todo tipo de música. Un artista que influyó en la creación de los Mavericks fue Doug Sahm, ex Sir Douglas Quintet y Texas Tornados, porque le encantaba mezclar diferentes estilos”.

-¿Qué tan competitivo es para un latino en los Estados Unidos ser parte de la escena que representás?

-Como artista, deseo tener la libertad de crear lo que quiera. Para mí, eso es lo más importante. Aunque a veces me costó. Cuando uno tiene éxito con cierto tipo de canción, hay mucho esfuerzo y energía, y gente alrededor tuyo que quiere que eso siga sucediendo. Lo entiendo porque es muy bonito que te vaya bien. Pero a veces, artísticamente hablando, no termina siendo lo que uno pretende hacer. Por eso, luego de tanta lucha, logramos lanzar ahora un disco en español.