En Tribunales nadie recuerda un hecho similar. El diario La Nación directamente copió la versión inicial que le hizo llegar la policía: un sujeto intentó robar una sucursal del banco BBVA de Villa Urquiza, pero un policía evitó el atraco y, tras un tiroteo, el ladrón quedó herido y terminó internado.

La realidad fue muy distinta. No existió tal tiroteo, porque el “ladrón” tenía un arma de juguete. Tampoco intentó entrar al banco. Desde afuera amenazó con el arma y una mujer policía convocó un refuerzo que terminó disparándole dos tiros en el abdomen. En la ambulancia, el hombre le contó al médico que en verdad se quería suicidar y que optó por ese método: que un policía lo mate.

Lo cierto es que el individuo murió al día siguiente en el hospital, el sábado pasado. La versión del suicidio resultaba muy poco creíble, pero la familia encontró en su computadora un mensaje anunciando que se quitaría la vida de esa manera. En la causa queda pendiente ahora investigar si el policía actuó como correspondía, si pudo haberle disparado en las piernas o haber dado la voz de alto. La evidencia surgirá de las cámaras del banco.

Fuentes cercanas a la familia del fallecido --cuyo nombre este diario preserva-- contaron que venía teniendo problemas psiquiátricos graves. Aún así, para ellos el final fue inesperado y este miércoles se dirigían a la fiscalía a cargo de Eduardo Cubría para entregar la carta que dejó el joven y también la computadora.

La Policía de la Ciudad, por supuesto, se despachó con un parte cuyo título es Tentativa de robo, disparo de arma de fuego y lesiones. Pero una lectura sensata de ese mismo parte deja a la luz lo que pasó. 

“La oficial Lazarte Cintia, cuando se encontraba en la puerta de dicha entidad bancaria es abordada por un masculino mayor de edad el cual exhibe arma de fuego, a lo que la misma se pone en resguardo dentro del banco y el empleado de seguridad empuja a este masculino, y cierra la puerta. Quedando el individuo armado en la parte externa. Es así que el masculino se retira apuntando al personal policial”. Como se ve, no hay tentativa de robo y, con poco, la oficial y la persona de seguridad, lo ahuyentan. Ya el caso pintaba para el lado psiquiátrico.

Entonces se produce el segundo episodio, también transcripto por el parte policial. “Arriba el chofer del móvil 1223 saliente Oficial Brian Riquelme, donde este sujeto comienza a apuntarlo y por tal motivo efectúa dos disparos con su arma reglamentaria PX4. Impactando uno de estos en la zona abdominal alta”. En verdad, los dos disparos lo alcanzaron, ambos en el abdomen. Y en el piso quedó la pistola, de juguete, lo cual descarta que hubiera existido un tiroteo.

En la causa judicial consta un relato del personal de la ambulancia que se llevó al muchacho. Según ellos, el joven les dijo que en verdad se quería suicidar y que optó por ese método: provocar para que le disparen. 

Por supuesto, nadie le creyó en un principio, hasta que trascendió que la pistola era una réplica. Aún así siguió sobrevolando la idea del robo y tiroteo. El caso se volvió todavía más dramático porque el muchacho falleció en el hospital, producto de los dos disparos en el abdomen.

Este lunes, un allegado a la familia se comunicó con Página/12 alarmado por la versión del robo y el tiroteo. Dijeron que eso era imposible, que el chico estaba con problemas mentales y que seguramente las cosas fueron distintas. 

A raíz de ese llamado, este diario mantuvo un diálogo con quienes están en la investigación: quedó en claro que la pistola era de juguete, que no hubo robo alguno y apareció el testimonio del personal de la ambulancia: “Nos dijo que eligió esa forma para suicidarse”.

Horas más tarde, la familia se volvió a comunicar con Página/12 y reveló que el fallecido dejó una carta en la que adelantaba su intención de quitarse la vida de esa manera. El título ya deja todo claro: “Nota de despedida. Sepan que hoy tomé la decisión cobarde de quitarme la vida. Ya no quiero vivir, así que voy a optar por un policía que me mate”. 

La carta es mucho más extensa y señala hasta pedidos sobre la inhumación de su cuerpo y formula un pedido de disculpas. Tanto la computadora como la carta misma se estaban entregando al fiscal Cubría en la jornada de este martes.

El punto que queda pendiente y que deben resolver el juez Jorge De Santo y el fiscal Cubría está referido a la actuación policial. En ese aspecto, son decisivas las imágenes de las cámaras de seguridad, en particular las del banco. 

Desde el lado policial afirman que es imposible distinguir en un instante un arma auténtica de una réplica y por lo tanto el policía es el que evalúa el peligro y actúa en función de ese peligro que percibe. 

La familia de la víctima, en cambio, se pregunta si no era posible dispararle a las piernas o incluso al aire.