A principios de noviembre la Comunidad Diaguita Calchaquí Molinos, con base en Tacuil, denunció a uno de los miembros de la firma Bodega Tacuil SRL por “intento de atropello, amenazas, daño psicológico, y violación de domicilio”. El hecho puntual ocurrió el viernes 6 a media mañana. Ante la comisaría de Molinos, Verónica Tolaba, miembro de la Comunidad, relató cómo Fernando Dávalos pasó “por el patio de nuestra vivienda en su cuatriciclo” e intentó atropellar a su hermano, Yonatan Rodrigo Ramos, vociferando amenazas. Tolaba expuso ante las autoridades el miedo y la desesperación que vivieron por tratarse del accionar violento contra una persona con capacidades diferentes.

La lectura en profundidad de la exposición muestra que ese amedrentamiento no fue el primero. En realidad, se trata de un episodio más que delata conflictos a medida que avanza la instrumentación del relevamiento técnico, jurídico y catastral de las tierras comunitarias indígenas en todo el país (artículo 4 de la ley 26.160 sancionada en 2006). Su aplicación caldea ánimos en torno al viejo debate jurídico entre los derechos civiles que otorgan títulos registrales y aquellos que se expresan por el modo o posesión. Como el proceso de relevamiento territorial de comunidades indígenas agrietó posicionamientos en torno a la propiedad privada y la colectiva, los propietarios de fincas de los Valles Calchaquíes crearon una asociación poco después que iniciaran su trabajo técnicos del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI).

Obtener la personería jurídica de cada colectivo calchaquí fue el primer paso. La de Molinos con base en Tacuil fue otorgada en 2003. El segundo es el relevamiento. La comunidad de Molinos-Colomé ya concluyó ese trámite o carpeta técnica. La de Molinos-Tacuil espera superar observaciones administrativas desde 2018. El paso siguiente es el debate parlamentario de una ley de propiedad comunitaria indígena para que su posterior reglamentación complete el ciclo.

La diputada nacional por Salta Alcira Figueroa (FdT) contó a Salta/12 que antes de fin de año presentará un proyecto de ley. “Ni bien asumí, muchos grupos de comunidades indígenas de Salta me pidieron trabajar sobre una agenda de diez temas que priorizaba la propiedad comunitaria y el agua”. Su presentación actualiza el proyecto presentado en 2017 por Magdalena Odarda, cuando representó a Río Negro en el Senado de la Nación. La propuesta de la actual titular del INAI no sólo plantea el marco sino que avanza sobre su instrumentación. El interés de Figueroa es complementar propuestas vigentes, como la presentada por el ex senador Federico Pinedo en 2019. Es importante recordar que la gestión de Mauricio Macri ralentizó la aplicación de la Ley 26.160. En el norte calchaquí propició la visita de la vicepresidenta Gabriela Michetti en diciembre de 2018. La supuesta conexión mapuche – calchaquí fue un discurso recurrente en ese período.

De la impronta colonial a Hess Group

Tacuil es un conjunto de pequeños valles de altura encajonados al oeste de los Valles Calchaquíes a 25 grados de latitud. Tiene una rica historia prehispánica detallada por numerosos trabajos académicos, particularmente de la doctora Verónica Williams (UBA). Sin embargo, es un espacio profundamente marcado por la dominación española. Ascensión Issasmendi, hija del último gobernador colonial de la Intendencia de Salta del Tucumán, fue quien se hizo cargo de esas fincas en Colomé y Tacuil cuando su marido, José Benjamín Dávalos Molina, murió como gobernador de Salta en 1867.

Mapa del trabajo de Verónica Williams, publicado en la revista Museo de La Plata, 2019.

Los Dávalos ingresan en la historia de Salta por Ascensión. No sólo fue la primera mujer salteña en realizar cateos mineros en el Salar del Hombre Muerto (actual Catamarca), o quien introdujo las primeras cepas de Malbec y Cabernet Sauvignon (pre-filoxera) al ampliar las viñas de Tacuil y Colomé. Fue abuela de figuras ilustres de las bellas artes salteñas como el escritor Juan Carlos Dávalos, y bisabuela del poeta Jaime Dávalos y el pintor Ramiro Dávalos. Toda una marca registrada.

Los Dávalos del Tacuil de hoy compiten con el suizo Donald Hess, de Hess Group, por un lugar especial dentro del sofisticado mundo de los vinos. En el diario El Tribuno del 1 de junio de 2012 aparece una crónica muy particular. “Tacuil es la bodega más alta del planeta, pero las viñas las tendría Colomé”, versa el breve encabezado. Por entonces, la diferencia era de sólo 28 metros. “Bodega Colomé produce un vino a 2595 metros sobre el nivel del mar” mientras que “Finca Tacuil habría tenido en su última vendimia una cosecha a 2567 metros”.

Los protagonistas de tal competencia escriben nuevas páginas en la historia reciente de los Valles Calchaquíes. Lo financiero y especulativo del sistema económico actual permitió la valoración inesperada de grandes extensiones de tierra compuesta mayoritariamente por franjas montañosas de la cordillera oriental como las vallistas. Así fue como sus valles interiores conformados por puñados de parcelas productivas ingresaron a la dinámica económica global por la puerta menos pensada. Tacuil no tiene que ver con la expansión de la frontera agropecuaria a gran escala que experimentan -en el mismo período– departamentos de la provincia como Anta o General San Martín. Tacuil sí forma parte del reciente proceso de extranjerización de tierras improductivas.

Viñas de Altu Palka, en Tacuil. 

La inició el magnate suizo en 1996 cuando compró Finca El Arenal, a 15 kilómetros de Payogasta (departamento Cachi), en el Alto Valle Calchaquí. “Me decían 'el loco Hess’ porque nadie había cultivado nada en mil años ahí y todos pensaban que no había agua", cuenta en una entrevista publicada en el suplemento económico de Clarín el 13 de marzo de 2011. Allí produjo el vino a 2595 metros de altura. Pocos años más tarde compró a la familia Dávalos la vieja estancia Colomé (a 15 kilómetros de Molinos) en el Valle Calchaquí Medio. Pero la familia Dávalos conservó Tacuil y en 2007 se dividió societariamente en dos: Alto de Tacuil SRL y Bodega Tacuil SRL. Con Altu Palka SRL aparece en Tacuil el apellido Martorell al adquirir una pequeña porción de uno de los títulos registrales (1721) en poder de la familia Dávalos.

Los vinos y el buen vivir

Las familias que se reconocen originarias en Tacuil son alrededor de 25. Actualmente padecen el cercamiento físico que se suma al hostigamiento relatado por Verónica Tolaba. Hace pocas semanas atrás un grupo del Centro de Acceso a la Justicia del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación trabajó en el departamento Molinos acompañando, articulando y asesorando a las comunidades de la zona. Uno de los hechos que más sorprendió a los técnicos fue el cerco perimetral construido por los propietarios registrales en Tacuil. Incluye una tranquera que traba el libre tránsito de vehículos de miembros de la comunidad para, por ejemplo, bajar por alimentos a Molinos. La tranquera aparece en la publicación del blog de la Unión Pueblo Nación Diaguita (UPDN) del 20 de noviembre, donde denuncian los hechos que inician este artículo.

Al cercamiento, tranquera incluida, se suma una carta documento enviada el 26 de octubre de 2017 a un miembro de la comunidad, firmada por Fernando Dávalos. Le informa que en su carácter de co-propietario de Finca Tacuil dejará sin efecto los turnos de agua que le fueran concedidos. Salta/12 consultó al departamento legal de la Secretaría de Asuntos Hídricos. Aclararon que, si bien el Código de Agua de la provincia prevé cortes de agua por escasez y que es común en las fincas vallistas acuerdos de palabra, el agua para consumo humano es prioritaria (artículo 24, inciso a).

Los acuerdos con el patrón forman parte de los relatos vallistos del siglo XIX o principios del XX, pero para el siglo XXI más bien forma parte de un relato pretérito. La comunidad de Molinos-Tacuil se queja de “tener que pagar hasta el agua”. Germán Fabián relató a Salta/12 un proceso que parecía potestad histórica. “De cien vacas, cinco novillos van para ellos; de cien cabras diez van para ellos. Esas son las proporciones. Nosotros tenemos que trabajar gratis uno o dos meses al año y sin alfa para los animales. Trabajamos gratis en la viña, paleando acequias, en el pastaje de animales. Tampoco nos dejan ampliar la casa”.

“Los conflictos no tendrían que existir”, dijo a Salta/12 el intendente de Molinos, Walter Chocobar, al ser consultado sobre la situación entre propietarios y comunidades en Tacuil. “Creo que hace falta una mesa de diálogo, quizás propuesta por la Provincia”, propuso. Explicó que hay comunidades que “fueron al choque” al plantear la posesión de la tierra. A su entender, es un posicionamiento que impide el diálogo. “Al momento de la denuncia no me buscaron, no me pidieron ayuda” y aclaró que con el resto de las comunidades “trabajamos muy bien. La ruta del vino es muy beneficiosa para Molinos”.

Según el Registro Nacional de Tierras Rurales de julio de 2020, casi el 58 por ciento del departamento Molinos se encuentra en manos de propietarios extranjeros. Aunque no es el caso de Tacuil, la extranjerización ocurre ante la valorización de espacios marginales (ruta del vino) con prácticas de expulsión que mantienen vigentes viejos modos coloniales.

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