En el año del centenario del nacimiento de Mario Benedetti, el Ballet Nacional Sodre (BNS), la compañía estatal de danza clásica de Uruguay, acaba de estrenar una versión de La tregua, la novela sobre el paréntesis de felicidad en la vida de un empleado con una existencia rutinaria y desabrida, desde que se enamora de una nueva compañera de trabajo bastante más joven que él. La propuesta, inspirada en la historia que Sergio Renán llevó al cine con Héctor Alterio y Ana María Picchio en los roles de Martín Santomé y Laura Avellaneda, podrá verse en vivo por streaming en Argentina y en el resto de América Latina este sábado a las 20 horas.

Desde que Julio Bocca asumió la dirección del BNS en 2010, el elenco se transformó profundamente. El artista argentino le imprimió un ritmo de trabajo y un nivel como el de las grandes compañías del mundo: clases y entrenamientos diarios de casi ocho horas, un repertorio de obras clásicas, modernas y contemporáneas, giras, visitas de maestros extranjeros para perfeccionamiento, aumento de las funciones anuales y un contacto estrecho con el público y con sectores no acostumbrados a ver danza. Cada estreno despierta tal interés que la sala grande del Auditorio del Sodre agota sus casi 1900 localidades. Ese legado es el que continuó desde hace tres años el actual director del elenco, el coreógrafo vasco Igor Yebra, apoyado por José Miguel Onaindia. El gestor cultural y abogado argentino dirigió hasta marzo pasado el Instituto Nacional de Artes Escénicas de Uruguay (INAE) y luego asumió como director artístico de los tres Auditorios del Sodre, cargo al que renunció y a fin de año deja de estar en funciones. “

El proyecto surgió de una coincidencia conceptual con Igor sobre políticas culturales públicas, en relación a la necesidad de crear repertorio propio para el BNS. La tregua es la novela más importante de la literatura uruguaya del siglo XX y, junto a Cien años de soledad, la más traducida y leída de la literatura latinoamericana. La sencillez de su anécdota y de su forma literaria le dan un valor universal”, comenta Onaindia en diálogo con Página/12. Yebra asumió la dirección general del proyecto y armó un equipo creativo formado por artistas uruguayos contemporáneos: el dramaturgo Gabriel Calderón en la adaptación, Luciano Supervielle (Bajofondo Tango Club) creó la música, Marina Sánchez ideó la coreografía, Hugo Millán diseñó el vestuario y la escenografía, y Sebastián Marrero, la iluminación. 

“Buscamos que todos los aspectos del espectáculo trabajen dentro de la misma sintonía: sonido, movimiento y puesta en escena en una línea contemporánea y actual”, agrega Yebra. Y anticipa que el espectáculo se estructura en nueve escenas con una mezcla de estilos de danza que parten del clásico y llegan hasta el contemporáneo. El diseño sonoro promete riqueza: combina música orquestada, sonidos de la vida cotidiana y composiciones clásicas versionadas con recursos contemporáneos. “Calderón no sólo es un dramaturgo excepcional, sino que también es un hombre culto y sagaz. Supo extraer de la novela los elementos necesarios para ser transpuestos al lenguaje de la danza”, describe Onaindia sobre la adaptación del texto original, escrito como un diario íntimo lleno de reflexiones. “Ayudó también a que los bailarines aportaran una mayor profundidad en los personajes”, suma Yebra. 

A los personajes de la novela se suman dos en esta puesta: La Rutina y La Muerte. “Fue una decisión de la coreógrafa. En la novela esas dos sensaciones son persistentes. Y si algo pedí desde el inicio del proceso de trabajo fue ir a la esencia y no basarnos únicamente en personajes, fechas o situaciones que nos llevaran a una literalidad. No son femeninos ni masculinos”, asegura el director. El espacio escénico se va a teñir de un clima atemporal y despojado con algunas referencias a los cuadros del pintor estadunidense Edward Hopper, cargados de soledad. “El equipo ha trabajado aportando en todos los campos. A mí me ha tocado ordenar las ideas generales pero ha sido un trabajo realizado en conjunto, donde todos se han apoyado unos en otros”, destaca Yebra.
Consultado sobre la mirada que Benedetti (1920-2009) desliza sobre la vida en esta novela, Onaindia comenta: “Tiene una mirada realista pero no desoladora. Martín Santomé no es un héroe. Tiene un momento de plenitud y Benedetti no cierra la posibilidad del encuentro de otra ‘tregua’. En esta puesta Santomé tiene una versión siglo XXI. El tedio y la repetición suceden con otros ritos pero están presentes. La época de la novela es un friso que puede ser sustituido por otro más abierto”. Es la primera vez que una obra del autor de Gracias por el fuego y de decenas de libros de poesía, es adaptada a la danza. En cine se conocieron dos versiones de La tregua: la de Sergio Renán de 1974 y la versión mexicana de 2003 de Alfonso Rosas con Gonzalo Vega y Adriana Fonseca. Llegó el turno al ballet: la transmisión en vivo de este sábado a las 20 es un anticipo de la programación del prestigioso festival chileno Santiago A Mil. Las entradas para el streaming están a la venta en el link https://santiagoamil.cl/obras-2021/la-tregua/

Tiempo de despedidas

José Miguel Onaindia presentó el mes pasado su renuncia a la dirección artística de los tres Auditorios del Sodre, pronto deja el cargo pero continúa al frente del Festival Internacional de Artes Escénicas de Uruguay. A su vez Igor Yebra deberá dejar la dirección artística del BNS ya que no le renovarán su contrato que vence en diciembre. Juntos, pudieron producir y estrenar El Quijote del Plata, una adaptación muy original de una pieza esencial del repertorio clásico, que cruzaron con la figura de Arturo Xalambrí, el escritor y bibliotecario uruguayo que reunió una de las colecciones más importantes de versiones del Quijote; encararon “La Tregua” y dejan programado para el 2021 Delmira, un ballet inspirado en Delmira Agustini, la poetisa uruguaya modernista. 

“Una política pública se relaciona con facilitar y provocar las obras que no surgirían espontáneamente de los artistas, dotarlas de estructura, presupuesto y posibilidad de impacto nacional e internacional”, asegura Onaindia. “Fue un lapso muy breve pero intenso al frente de los auditorios del Sodre, realizado durante la inesperada pandemia. Una experiencia diferente y fructífera, vinculada al placer de poder seguir de cerca procesos creativos, de organizar y programar espectáculos en estado de total incertidumbre y dejar algunas marcas de programación para el futuro. No hubo coincidencia respecto de las atribuciones del cargo, razón por la que decidí no continuar”, destaca. Por su parte, Yebra afirma: “Somos una de las pocas compañías en el mundo que pudimos hasta estrenar obras de nueva creación en este año tan particular. El balance de lo logrado en el 2020 es más que positivo. Llorar, quejarse o pensar en lo que no se pudo hacer sería injusto hacia el resto de compañías del mundo que están paradas actualmente. Sé que el año que viene no seguiré en este cargo. Es una situación compleja cuando el trabajo se ha realizado bien y hasta se es premiado por el mismo. Pero no fue mi decisión y una vez que se tomó no queda más que aceptar y continuar pensando en el futuro de una manera positiva y constructiva”.