Con trenzas cosidas, con el pelo peinado para el costado o con corte cubano, Orlando "el Fenómeno" Cruz recorre el cuadrilátero como si bailara en un boliche. Su cuerpo ligero se mueve veloz de aquí para allá protegiendo con los guantes, a veces blancos, a veces rosas con negro, su rostro anguloso hasta encontrar el momento justo para sorprender al rival con un golpe. El boxeador nacido en un hogar humilde en Yabucoa, Puerto Rico, el primero de julio de 1981 representó con 19 años a su país en Sídney 2000, en los Juegos Olímpicos. Un acontecimiento que fue importante también por otro motivo: ese año tuvo su primera relación con un hombre. Un secreto que solo le reveló a su madre Dominga Torres Rivera, a quien tiene tatuada en uno de sus bíceps y considera su mejor amiga. Durante 16 años Dominga fue lanzadora del equipo de softball Gladiadoras de San José, ella sabía muy bien lo que sentía Orlando por el deporte. A pesar de tener el apoyo de la familia, el boxeador tuvo que esconder parte de su vida durante 12 años, el tiempo exacto desde que dejó de ser amateur y comenzó su carrera profesional. 

El 19 de octubre de 2012 Orlando debió enfrentar al mexicano Jorge Pazos en el Civic Center de Kissimmee, en Florida, para defender su título de Campeón Latino de la Organización Mundial de Boxeo. Aquella no sería una pelea más: 15 días antes de subirse al ring anunció: “Gente, hoy quiero contarles que soy un orgulloso hombre gay, un boxeador capaz de llorar por el amor de otro hombre”. Salió del clóset con un comunicado que se hizo eco en todos los medios al día siguiente. "Soy yo. Soy libre por encima de todo y de toda persona que esté o no esté de acuerdo. Y sigo ganándome mi dinero a golpes, eso es lo que siempre he hecho, que a nadie se le olvide. No quiero esconder ninguna de mis identidades. Quiero que las personas me vean por el ser humano que soy", escribió el boxeador que en ese entonces tenía una marca de 18 victorias y 2 derrotas en 12 años de carrera, tras meditar la decisión durante 2 años. Orlando Cruz fue noticia en todos los diarios, y el primero que salió a apoyarlo fue Ricky Martin. "Felicidades boricua por tu valentía! Qué contento estoy por ti! Mucha fuerza! Mucha paz para ti y los tuyos! Abrazos!", escribió el cantante en Twitter. No fue el único: varios pugilistas salieron a respaldar a su colega que se encontraba sobrepasado por las reacciones que generaron sus palabras en un deporte impregnado de machismo como el boxeo. 

LIBRE SOY

A partir de ese día, Orlando Cruz no solo luchó arriba del ring, también fuera de él siendo portavoz de personas LGBTIQ que tienen miedo y reclamando que aprueben la Ley de Matrimonio Igualitario en Puerto Rico. El 19 de octubre de 2012 Orlando Cruz peleó con Jorge Pazos y obtuvo la victoria convirtiéndose a los 31 años en aspirante al cinturón mundial. "Me siento feliz como estoy. Soy libre. Estoy más en paz", dijo a las cámaras al ganar el combate por unanimidad y dedicarle el triunfo a la comunidad gay. Meses después le pidió matrimonio a su novio a través de un video de Facebook. Aceptó y en 2013 se casaron en Nueva York.

La historia de Orlando Cruz es muy diferente a la del famoso boxeador afroamericano gay Emile Griffith, quien peleó en 1971 con Carlos Monzón. El púgil estadounidense se casó con una mujer, porque ser abiertamente gay sobre el ring en los años 60 le podría haber generado graves consecuencias, desde perder sponsors hasta violencias muchísimo mayores. No obstante, su vida fue marcada por la tragedia: en 1962, el boxeador cubano Bernardo Bennie Kid Paret le dijo "maricón" a Griffith durante el pesaje antes de que se enfrenten en el Madison Square Garden de Nueva York. Los rumores acerca de la homosexualidad de Griffith rebotaban hace tiempo en el vestuario y Paret provocó a su rival exponiendo aquello que se comentaba puertas adentro. El combate tuvo un final fatal, Paret recibió 25 golpes en 17 segundos, y tras estar 10 días en coma falleció. Hecho que destruyó por dentro a Griffith. En 2008 por fin pudo hablar de aquello que tuvo que callar tantos años: "Sigo preguntándome lo extraño que es todo esto. Mato a un hombre y la mayoría lo entiende y me perdona. Sin embargo, amo a un hombre y esa misma gente lo considera un pecado imperdonable. Aunque nunca fui a la cárcel, he estado en prisión casi toda mi vida", dijo Griffith al periodista Ron Ross, el autor de su biografía Nine...Ten... And Out! The Two Worlds of Emile Griffith. "No tuve graves problemas en cuestión de homofobia. Incluso, ya sabiendo la gente que Orlando Cruz era gay fue cuando más la gente me tuvo respeto. Pero esa es solo mi historia", me cuenta por Skype Orlando Cruz

A diferencia del boxeador boricua, Griffith debió retirarse para sentir que se lo habilitaba a contar que era puto. En octubre de 2013, Orlando Cruz volvió a subirse al cuadrilátero para pelear con el mexicano Orlando "Siri" Salido por el título mundial peso pluma en Las Vegas. Esta vez su short tenía los colores de la bandera LGBTIQ. El púgil puertorriqueño dedicó el combate a Emile Griffith. No se conocieron pero los une la historia. "Esta pelea es por Emile porque él nunca tuvo el respaldo y el apoyo que yo he tenido". No ganó aquella difícil pelea, pero Cruz dijo más de una vez que a veces perdiendo se gana más que ganando. "Los campeones no se hacen en gimnasios. Están hechos de algo inmaterial que está muy dentro de ellos. Es un sueño, un deseo, una visión", expresó hace mucho tiempo Muhammad Ali. Hoy, con 39 años, 25 victorias, 7 derrotas y 2 empates, Orlando Cruz vive en Miami, Florida, entrenando jóvenes que sueñan ser como él. A meses de subirse al ring por última vez en lo que será su despedida del boxeo charló en exclusiva con SOY sobre su carrera y cómo cambió el machismo en el boxeo a partir de su comunicado.

¿Cómo te acercaste al boxeo?

Mis primeros pasos en el boxeo fueron a los 7 años. Mi mamá y mi papá me introdujeron en lo que es la carrera del boxeo porque yo peleaba mucho en el colegio, me peleaba con mis compañeros de escuela. Entré a esa edad y a medida que iba creciendo adquirí más conocimientos. El boxeo me enseñó todo: lo que es el respeto, lo que es la disciplina dentro y fuera de un cuadrilátero. Me enseñó a perseverar, a nunca tener algo negativo, siempre algo positivo. Me enseñó a valorar lo que yo realmente quiero en la vida, y lo que quería en cada momento.

¿Qué se siente estar en el ring, solo, frente a un rival?

Al principio lo veía como competencia porque estaba en un nivel aficionado donde estaba en un sin fin de eventos deportivos internacionales a nivel mundial. Ya entrando en lo que es la meca de profesionalismo lo vi como un negocio. Obviamente se pelea por dinero. Es el sustento de cada boxeador. De lo que yo dependía para seguir entrenando y no tener ningún trabajo que no sea boxear.

¿Y cómo fue que aquel 4 de octubre de 2012 decidiste anunciar al mundo entero que eras gay a través de un comunicado? ¿Te hubiera gustado poder decirlo antes?

Antes no era el momento de decir la verdad. No era la etapa de Orlando Cruz de decir que era gay. Tuve un pasado con novias y nunca fue para aparentar. Hubo una época donde me gustaban las mujeres, así como ahora me gustan los hombres. Como tú bien dijiste, el boxeo es un deporte rudo, un deporte fuerte y sacrificado. Un deporte muy machista. Y yo no estaba preparado para salir a decirlo al principio. Pude hacerlo cuando me sentí preparado.

¿Y qué recordás de ese día tan significativo?

Mi mejor amigo es activista de la comunidad gay de Puerto Rico. Él en esa época trabajaba en comunicación y prensa. Yo estaba muy ajeno a todo eso, a esa forma de comunicación. Ese 4 de octubre yo lo llamé, y él me ayudó a redactar lo que yo iba a decir. Me dijo que si yo estaba preparado él le daba "enter" al comunicado. Me advirtió que tenía que estar preparado porque iba a recibir muchas llamadas cuando el comunicado sea leído. Que iba a acaparar la atención de todo Puerto Rico. Yo le dije que sí. Colgué el teléfono y a los 10 minutos tenía 300 llamadas de diferentes partes del mundo. En ese momento no estaba preparado para dar una entrevista. Tuve que tomar consciencia de lo que hice, aceptar que no había marcha atrás. Yo solo quería ser un hombre libre y feliz, un hombre sin tapujos, un hombre sin tapar, un hombre que no deba aparentar, un hombre que no estuviera en un lugar que no fuera el mío. Así que luego sí lo hice: me preparé bien mentalmente y físicamente, y pude hablar y decir que era gay a los cuatro vientos. Y te puedo decir que el 92% fue positivo.

Algo muy resonante que dijiste en esas primeras entrevistas después del comunicado es que dejaste de luchar contra dos rivales.

Sí, los dos rivales que yo digo son por un lado el de la vida y el otro el de la apariencia. También estaban los rivales, los peleadores que no querían pelear conmigo tras el comunicado, porque dije que era gay. Pero así como estuvieron esos, hubieron otros peleadores que me respetaron más luego de hablar. Peleadores que iban a pelear con un boxeador, no iban a pelear con un boxeador que dijo abiertamente que era gay. Iban a pelear con un atleta. Yo nunca he mezclado el boxeo con mi vida personal.

Recibiste el apoyo de Ricky Martin en ese momento. ¿Recordás qué te dijo?

Nos encontramos en Nueva York, me invitó a verlo en una obra que estaba haciendo en Broadway. ¡Evita! Tuvimos un encuentro muy positivo. Él me aplaudió y me dijo que estaba orgulloso de mí y de lo que había hecho. Recuerdo que me dijo "En la vida hay que ser uno mismo y no tratar de buscar una apariencia, o un escondite, para complacer o para alegrar a otras personas. Porque hay muchas personas que son infelices viviendo una doble vida". Me dijo muchas cosas lindas que no olvidaré.

¿Cuánto te inspiró la historia de Emile Griffith?

Emile Griffith para muchos fue el primer boxeador que dijo abiertamente que era gay, pero no fue así. Claro que en la época que peleaba Griffith, los años 60, había mucha más homofobia y racismo que ahora. Él, por ser un hombre de color, corría además otros peligros al hablar. Era mucho para ese tipo. Una persona gay y de color, en esos tiempos, podría haber sido asesinado. Él no lo dijo abiertamente, pero se especulaba con eso. Cuando yo conté que era gay no conocía la historia y el sufrimiento de Griffith. Me enteré después de escribir el comunicado. Me contaron de él, del boxeador que lo ofendió y en una pelea murió luego de pelear con Griffith.

¿En algún momento se contactaron con vos deportistas que te pidieron consejos para animarse a salir del closet, por miedo a que ese paso afecte sus carreras?

Sí, un atleta me escribió por Twitter me acuerdo. Me dijo que yo lo inspiré a dar ese paso, a salir del closet. El famoso basquetbolista de la NBA Jason Collins que pudo decir que era abiertamente gay en 2013, un año después de que yo lo hice.

En agosto de 2013 le pediste matrimonio a tu novio a través de un video de Facebook y se casaron en Nueva York meses después. ¿Cómo es la vida de casados?

Ja, bueno, te voy a corregir. Llevo tres años divorciado de quien era mi esposo, José Manuel Colón, a quien le deseo el bien. La vida es una y yo la disfruto como si fuera mi último día de vida. Ahora estoy muy bien, tengo una nueva pareja y estoy feliz. Disfruto otra clase de momentos. Estoy disfrutando hoy todo lo que hice en mi carrera de boxeo.

¿Y extrañás subir al ring? Hace un par de años que no peleás.

Hace 2 años que no me subo. Extraño, pero ya llegué a mi tope. Hice lo que hice. Esa etapa de boxeador con buenas visualizaciones, con buenos reflejos, con buen contraataque, con buena defensa y desplazamiento arriba en el ring ya no es la misma de ahora. No soy el mismo. Tengo ya 39 años. No es que sea viejo pero tampoco soy un joven. A medida que cumpla mis años no quiero que me salgan lesiones, principalmente en la cabeza. Ahora me siento tranquilo en una butaca, con un buen vino a disfrutar ver boxeo.

Este año iba a ser tu retiro. Antes de la llegada de la pandemia anunciaste que harías tu última pelea. ¿Cuándo será?

Sí, en unos meses será mi despedida. En principio iba a ser en Estados Unidos, pero he recibido ofertas de España, Santo Domingo y en Puerto Rico. Estoy viendo, posiblemente cierre en España.

¿Y cómo te gustaría que sea esa despedida?

 

Con una victoria. Despidiéndome del deporte que me vio crecer, que me dio tanto. El deporte que me enseñó lo que es el coraje, pero sobre todo me enseñó lo que es el amor.