Llegó hace tres días desde Córdoba, donde vive con Luis, su compañero de toda la vida, para acompañar cuerpo a cuerpo el debate por el derecho al aborto en la Cámara de Diputados. Es el primer viaje que hace durante la pandemia. No se lo quería perder. Ayer se hizo un test PCR para poder ingresar al recinto y seguirlo desde las galerías. “El dictamen que se firmó fue muy auspicioso para lograr la sanción de una ley digna para las mujeres. Tal vez no refleje el cien por ciento del proyecto de la Campaña pero refleja la lucha del movimiento feminista”, dice a Página 12 Marta Alanís, de Católicas por el Derecho a Decidir. Y agrega: “Nos preocupa el tema de la objeción de conciencia, por la estrategia de los sectores conservadores que la van a usar para obturar el derecho a la interrupción voluntaria de embarazo”. Tiene 71 años, es católica y feminista, una de las impulsoras de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, y de las ideólogas del pañuelo verde como símbolo de esta lucha. Son las 13 del jueves. Hace casi dos horas empezó la esperada sesión. Falta mucho para la votación. Marta y una veintena de integrantes de la Campaña almuerzan en una parrilla, sobre la calle Perón, a pocas cuadras del Congreso: la mesa larga, con forma de L, reúne a distintas generaciones que se han ido sumando a esta articulación federal, que entrelaza --desde su presentación formal el 28 de mayo de 2005-- a organizaciones de mujeres, LGBTTIQ+, de derechos humanos, sociales, y políticas de todo el país. 

La abogada Mónica Menini, de 57 años, viajó desde Salta; la periodista Mariángeles Guerrero, de 27, desde Santa Fe; Yamila Picasso, de 33 años, es parte de la regional norte que agrupa a los partidos de San Isidro, Tigre, San Fernando, Vicente López y San Martín; también está Analía Más, de 53 años, asesora legal del Inadi e integrante de la comisión redactora del proyecto de la Campaña y la psicóloga Dolores Fenoy, feminista histórica, que formó parte de la ONG Lugar de Mujer, y estuvo en la movilización frente al Congreso el 8 de marzo de 1984 --el primer Día de la Mujer desde la recuperación democrática--, donde ya una multitud de mujeres reclamaba por el derecho al aborto y una maternidad deseada. “En esa marcha estuvo Susana Rinaldi”, recuerda Dolores. Treinta y seis años pasaron desde aquella convocatoria: más de 3000 mujeres murieron desde entonces en el país como consecuencia de abortos practicados en la clandestinidad.

Alrededor de la mesa se ven remeras verdes, pañuelos verdes, barbijos verdes. Hay entusiasmo. Se pidió para todas parrillada, con papas fritas y ensalada. “Estoy muy segura de que va a ser ley”, dice Marta Alanís, pero inmediatamente se arrepiente porque quiere ser cauta. También dice que si se aprueba “vamos a tener que trabajar mucho para garantizar su implementación, porque los sectores conservadores van a poner obstáculos, como hoy los ponen para impedir el acceso a las ILE. Necesitamos campañas nacionales para promover la educación sexual integral y la anticoncepción y que se incluya la IVE en los protocolos que ya hay de ILE en las provincias. Pero debe haber una difusión masiva de la ley para que se conozca y los médicos no digan que la ignoran ni presionen o culpabilicen a las mujeres que quieran interrumpir un embarazo”, dice Marta Alanís.

De 2018 a 2020

Analía Más mira en perspectiva y compara con el debate de 2018, cuando se perdió la votación en el Senado por 31 a 38.

--Todo lo que se tenía que decir ya se dijo hace dos años pero ese debate no fue en vano. Dimos un paso muy grande. La Campaña logró la verdadera revolución cultural. En 2018 se puso en la agenda social el tema. No solo en la agenda pública. Toda esa movida, con la marea verde, sacó de la clandestinidad el tema del aborto y lo más maravilloso fue que se sumaron las jóvenes. Eso es imparable, la verdadera revolución.

Con el impulso que se le dio a la discusión dos años atrás, “todos los discursos antiderechos que se escucharon en la plenaria en estos días sonaron arcaicos, sobre todo para las jóvenes movilizadas”, piensa Dolores Fenoy.

--Otra diferencia con el 2018 es que ahí los antiderechos trataban de disimular que defendían posiciones religiosas y ahora predominó el discurso religioso, se quitaron la máscara --retoma Analía Más.

Se respira optimismo.

--Se instaló el tema del derecho al goce: las diputadas y diputados verdes lo retomaron como argumento --sigue la abogada y asesora legal del Inadi.

--Tenemos que homenajear a Pino Solanas: su discurso, memorable en el Senado en 2018, sigue vigente --apunta Marta Alanís.

--Estamos un poco cansadas de repetir los mismos argumentos --dice Yamila Picasso. Es de San Isidro, al norte del conurbano bonaerense. Tiene 33 años. Nunca pasó por un aborto, dice, pero el gran miedo que siempre tuvo de piba fue quedar embarazada. “Esta ley tiene que ver con nuestra autonomía. Hay un mandato social que nos dice que tenemos que maternar. Pero queremos elegir. Yo elegí no ser madre”, agrega.

--Decidí abortar cuando no tenía hijos, en 1984, y tengo seis hijos. Tuve los hijos que decidí con el mismo compañero y con él, aborté --dice la abogada salteña Mónica Menini, de 57 años. En 2005 participó de la primera reunión plenaria de la Campaña en Córdoba, invitada por Católicas por el Derecho a Decidir y al regresar a su provincia lanzó la Campaña por el Aborto Legal en la CTA de Salta. “Era una joven feminista”, dice y se ríe Menini. En 2011, en Salta empezó a acompañar casos de niñas violadas que pedían una ILE y encontraban trabas arbitrarias e ilegales para abortar en hospitales y en la justicia. Recuerda el caso de la hija de Cristina Guanca, una niña de 13 años que murió por un aborto inseguro “y a la madre la metieron 3 o 4 días presa porque la acusaban de haberle hecho la interrupción”. “En la votación de 2018 Salta no aportó ningún voto verde. En 2020, tres diputados y una senadora del Frente de Todos votan por el aborto legal, seguro y gratuito. Creo que tenemos mucho apoyo para que sea ley, pero igual es difícil. ¿Qué potentes son nuestros enemigos, cuánto les impacta que tengamos derechos?”, se pregunta Menini. Pero a la vez, destaca que lograr la sanción de la ley “tendrá un gran impacto para América latina y El Caribe, por eso el mundo nos está mirando. Cuándo viajás fuera del país te das cuenta de lo que significa nuestro pañuelo y tomás conciencia de lo que ha trascendido nuestra lucha”, dice.

Mariángeles Guerrero tiene 27 años: en la mesa es la más joven de este grupo de articulación y cabildeo de la Campaña. Es de Santa Fe, periodista, trabaja en el Periódico Pausa, de la capital provincial. “Creo que uno de los legados más importantes de la Campaña es el derecho a la autonomía sobre nuestro cuerpo, que diputadas y diputados hayan tomado nuestros argumentos para defender la ley de IVE, y también que a partir de 2018 muchas mujeres empezaron a contar que habían abortado. Hemos mostrado el aborto como un problema político: ese es otro logro de la Campaña. No solo se incorporó a la agenda mediática sino también a la electoral y ese fue un salto muy importante”, evalúa. 

Mariángeles Guerrero forma parte, además, de las “Anamarías”, una colectiva que hace acompañamiento a mujeres que atraviesan experiencias de aborto con pastillas y que homenajea con su nombre a Ana María Acevedo, la adolescente de 19 años, de una familia muy pobre, que tenía cáncer y los médicos le negaron en 2007 en el Hospital Iturraspe, de Santa Fe, una ILE para no afectar al feto y la convirtieron en incubadora, sin darle atención por su enfermedad ni para calmarle los dolores: a las 23 semanas de gestación le hicieron una cesárea y murió la criatura y luego ella. “Esta lucha es por el cuerpo y poniendo el cuerpo”, dice Mariángeles. 

Afuera, en la calle el sol quema. Los alrededores del Congreso se van poniendo cada vez más verdes.