El precio de la tonelada de soja en el orden de 500 dólares es un dato central para la economía argentina en 2021. La oleaginosa junto con otros commodities del agro están en sus máximos valores de los últimos seis años a raíz de la gran liquidez internacional, la debilidad del dólar, la fuerte demanda de China y previsiones negativas en materia de producción a raíz de posibles sequías. Página/12 consultó a varios analistas sobre el impacto que tendrá esta coyuntura de precios internacionales en la economía local. Hay un claro efecto positivo sobre la disponibilidad de dólares por el lado comercial, aunque el grado del impacto dependerá de la disposición de los productores a vender la cosecha, dada la incidencia negativa que tiene la brecha cambiaria. La suba de los precios internacionales impacta sobre los productos exportables que además son la base del alimento popular, en el caso del trigo y del maíz, con lo cual hay un efecto inflacionario que ya está imprimiendo un cuadro de tensión entre el gobierno y los actores privados y que va a exigir de mucha muñeca para evitar las crisis políticas. 

“El dato de los precios de los commodities y específicamente de la soja es importante porque puede dar una alivio a las cuentas externas. Si se mira lo que pasó en diciembre, la soja y sus derivados subieron entre 12 y 15 por ciento, lo cual permitió que a pesar de la fuerte caída de los embarques medidos en volumen, los valores de exportación tuvieran una suba del 4 por ciento en relación al mes anterior. La suba de los precios puede llegar a equilibrar el efecto distorsivo de la brecha cambiaria”, indicó Sergio Chouza, economista de la Universidad de Avellaneda. “Un factor relevante es que está claro que la suba no es eterna, los precios tan elevados en algún momento se deterioran, con lo cual hay que ver en qué medida los productores van a tomar la decisión de vender en lugar de seguir esperando a la devaluación. Por otro lado, está el tema político vinculado a la apropiación de los precios extraordinarios, que es lo que está pasando con el maíz. Si suben los commodities, ¿implica que vamos a tener que pagar más caro por alimentos cuyos insumos son en pesos o a un dólar estable? Es una decisión política importante”, agregó Chouza.

El economista de la consultora Eco Go, Martín Vauthier, considera que “la soja en estos niveles es una buena noticia para la Argentina teniendo en cuenta su relevancia dentro de las exportaciones. Se trata de uno de los mecanismos por el cual el exceso de liquidez global se transmite a la Argentina, ya que el canal financiero sigue cerrado. De todas maneras, hay que ver cómo termina impactando en las cantidades exportadas la expectativa de sequía a partir de la cual están subiendo los precios. Otro factor limitante es la brecha cambiaria, ya que genera un desaliento a la venta de la cosecha”.

Eva Sacco, economista del CEPA, evaluó que “el aumento del precio de la soja de las últimas semanas se puede relacionar por un lado con la sequía en Brasil y Argentina y a la mala cosecha de EE.UU. Si las lluvias de las últimas semanas reviertan los resultados para nuestro país, es una buena noticia, ya que si la cosecha no es buena lo que se gane por precio se pierde por volumen. Sin embargo, existen otros motivos más estructurales para el aumento de precio de la soja, que se suman a los anteriores, y que tienen que ver con la gran liquidez internacional en dólares y la crisis. En consecuencia, considero que este efecto precios se va a sostener durante el 2021”.

En cuanto al impacto en el país, Sacco considera que “si el precio de la soja y la cosecha se sostiene, habrá impactos positivos sobre la economía argentina, que está haciendo esfuerzos por desendeudarse y cuya manera más genuina de conseguir dólares es la exportación. Esto, sin embargo, no está exento de tensiones, ya que el precio de la soja y los granos tiene un impacto sobre el precio interno de los alimentos. La mejor solución para asegurar los precios internos de alimentos, ya sabemos que tiene que ver con las retenciones, y en segundo lugar los cupos de exportación. Sin embargo, esto plantea claramente un gran desafío político para el gobierno en un contexto donde el sector agroexportador es muchísimo mas reactivo a aceptar límites y cooperar con el Estado para la reactivación económica”.

Para Eduardo Crespo, economista de la Universidad Federal de Río de Janeiro y de la Universidad Nacional de Moreno, "es un dato sin dudas positivo para la Argentina, teniendo en cuenta que el país está raspando el fondo de la olla con el tema de los dólares. Al mismo tiempo, tiene un efecto inflacionario, porque arrastrar a los precios de los demás cultivos. Es un efecto colateral que exige manejo político".