En un verano flaco de reuniones y fiestas en la costa uruguaya, un ex ministro de Mauricio Macri descolló por su habilidad para moverse en los espacios del poder económico. Nicolás Dujovne, el titular de Hacienda que se hizo célebre por tomar la deuda con el Fondo Monetario (FMI), recorrió Punta del Este y Montevideo desde fines de diciembre y lo que va de enero. Muy activo en la última semana, fuentes que lo frecuentaron contaron a PáginaI12 que "consiguió muchos nuevos clientes, porque a diferencia de cuando era ministro, acá no exagera y dice la verdad sobre la economía posible". 

Lejos de las olas, se centró en los negocios. Cuentan los que lo vieron y charlaron con él que pasó la gorra entre clientes argentinos a los que asesora con un fondo de inversión que tiene con un ex banquero de Goldman Sachs que, aseguran, prefiere mantener en el anonimato. 

La vedette de los encuentros del ex ministro fue un asado que compartió con "los exiliados", tal como se los conoce al otro lado del Río a Marcos Galperín, el CEO de Mercado Libre, y Federico Tomasevich, el dueño de Puente Hermanos. Ambos se fueron al Uruguay ante el triunfo del Frente de Todos y son de los que consultan seguido a Dujovne. El dato no es muy conocido, pero de las pomposas fiestas en boliches y playas, la rosca esteña y las consultas por impuestos migraron a una especie de circuito de asados que suele darse en las chacras que tienen lejos de la playa los ceos más grandes pero con perfil bajo. 

Poca política y consultas para zafar

Hace unos días, Dujovne comió en Uruguay con Guillermo Dietrich, ex ministro de Transporte de Cambiemos. Dietrich es la envidia del pueblo. Los empresarios citan su caso como el del personaje que entró al país vecino con una especie de salvoconducto que hasta le fue negado a algunos ceos. Cerca del ex ministro aseguran que está allí desde diciembre, antes del cerrojo al ingreso-. Dietrich lo envalentona a Dujovne a entrar de nuevo a la política, pero el ex columnista de TN esquiva hábilmente. 

Fuentes cercanas a Dujovne dijeron a este diario que la casa en la que reside en José Ignacio la construyó antes de entrar a la función pública, pero que no tiene residencia fiscal en el Uruguay sino una cédula para trabajar. "Vive en Buenos Aires y paga impuestos acá", aducen. Vale decir que la cartera de clientes que se hizo en diferentes lugares del mundo, ya la tenía antes de ser funcionario. El resto lo posibilitó la magia del G-20, reunión que utilizó -aún en funciones gubernamentales- como una especie de road show para sumar nuevos personajes con ganas de invertir. 

El nuevo juguete de Dujovne son los argentinos espantados por el peronismo, que son cuirosos de cómo poder migrar ahorrándose el pago de más tributos. Los antes mencionados Galperín y Tomasevich no son los únicos. Cada vez hay más segundas líneas que ahora empezaron a preguntar cómo hacer para saltar los cercos de impuestos comunes que tiene el país gobernado por Luis Lacalle Pou. "Acá al argentino no le gusta pagar, porque si le prometen menos impuestos, quiere menos impuestos", relató un ceo que habló con este diario y conoce los vicios del poder. 

En lo político, Dujovne es una rareza. A algunos de los clientes que frecuentó les contó que respeta al ministro Martín Guzmán en general, más allá de "errores" que le observa a su gestión. Y si bien suele hablar con sus ex colegas Hernán Lacunza, Guido Sandleris y Luciano Laspina, cree que "no es bueno cuestionar desde afuera la gestión económica del Gobierno".