Las redes sociales ganan espacios como arena política. Jugaron un rol clave instalando agendas de debate necesarias, en ocasiones colocando temáticas que no estaban en los medios de comunicación tradicionales: #niunamenos y #aparicionconvidadesantiagomaldonado son ejemplos de temáticas traccionadas por la ciudadanía.
Pero también las redes son un espacio donde se mezclan imágenes personales, cumpleaños, recuerdos y afectos. Se presentan como supuestos espacios neutrales donde opinamos, compartimos miradas, mientras saludamos a una vieja amiga del secundario.
Esa cotidianeidad, ese estado permanente de intercambio, hace que se vuelvan invisibles. Que olvidemos por momentos que estamos usando las plataformas de empresas que responden a intereses políticos y económicos.
Estos escenarios del debate político actual son propiedad de empresas radicadas en Estados Unidos. Empresas que tienen el poder de establecer la censura previa y silenciar voces. Recientemente la temática tomó visibilidad cuando Twitter y Facebook bloquearon las cuentas del presidente estadounidense Donald Trump.
Claramente ese dirigente político representa un modelo del mundo autoritario, sin embargo, ¿son empresas las que pueden arrojarse la facultad de condicionar testimonios?
En ese sentido, el investigador Martín Becerra se preguntó: ¿pueden disponer compañías privadas como Facebook políticas de contenidos que afecten el debate público en temas de interés relevante (elecciones, por caso) a espaldas de los principios internacionales y de las leyes nacionales?
Es necesario remarcar que estas censuras no son situaciones aisladas. Otras voces con menos poder para defenderse fueron silenciadas.
Hace unos meses atrás, en Venezuela, Twitter bloqueó la cuenta del medio alternativo Alba TV. Pablo Kunich, integrante de Alba TV, aseguró que: “Estamos usando las redes sociales de manera inocente, pues son plataformas privadas y privativas. Es un llamado de alerta para los movimientos sociales, para las personas usuarias de que Twitter como las otras redes sociales, no son un campo libre. Esto ha pasado no solo en Venezuela sino en varios países donde Estados Unidos tiene intereses y conflictos”.
En el mismo camino de control del debate político, Twitter suspendió cuentas de dirigentes y de medios de comunicación vinculados al gobierno cubano. Según difundió la BBC, entre los perfiles desactivados, se encuentra el del diario Granma, la web Cubadebate, Radio Rebelde y el Canal Caribe.
Paralelamente hay otra censura invisible que se basa en el placer y el control. Mientras compartimos miles de datos personales, gustos y fotos. Estas cooperaciones reciben información, nos clasifican y determinan mediante algoritmos la información que recibiremos. A modo de ejemplo, en Google las publicaciones que se le presenten a un militante del colectivo LGTBIQ será distinta a la que reciba un católico ortodoxo. Las películas que nos ofrece Netflix, los amigos y amigas que visualicemos en Facebook están condicionadas por un algoritmo que inicialmente buscaba facilitar tus búsquedas pero termina condicionando lo que miramos.
¿Hacia dónde vamos? Si no se fortalecen los espacios alternativos de comunicación, si el Estado no defiende el derecho a la libertad de expresión, pareciera que vamos en camino hacia una democracia de corporaciones basada en el placer y el control.

* Licenciado en Comunicación social UNLZ. Docente de la UNRN