El martes por la noche, Rufus Wainwright ofreció la última función de una serie de tres streamings. Si bien sus performances en ese formato no son ninguna novedad, pues el artista neoyorquino lo ha hecho con frecuencia durante la cuarentena por el coronavirus en los Estados Unidos, la particularidad de este recital es que fue concebido para ser visto exclusivamente en Chile, Perú y Argentina. Por eso comenzó su actuación saludando en español, como para que no quedara ninguna duda. Quarantunes se tituló este show, manteniendo así el nombre que le dio a las sesenta sesiones que colgó en su canal de YouTube

A diferencia de lo que subió a esa plataforma, donde básicamente hizo una canción por día, en esta ocasión completó un recital en el que alternó covers, clásicos y algunos de los temas de su más reciente álbum de estudio: Unfollow the Rules (apareció en julio del año pasado), que lo trajo de vuelta a la canción luego de sacar dos discos dedicados por completo a la música clásica. De hecho, es su primer trabajo en ese estilo desde 2012, cuando lanzó Out of the Game, con el que debutó en los escenarios porteños al año siguiente.

Sin embargo, esta edición especial de Quarantunes arrancó con una canción que abarca sus dos universos, tanto el de la canción pop como el de la música académica: “The Art Teacher”, una de esas rarezas que van tomando mejor sabor con el paso del tiempo. Tras sacar de la manga tamaña sorpresa, de su EP Waiting for a Want (2004) y que le valió comparaciones (en armonía y melodía) con el mismísimo Philip Glass, el recital mostró una de sus principales características: su rusticidad. Y es que era tan casero que, además de perderse la voz por momentos debido a que no estaba soportada por ningún otro micrófono más que el de la cámara que lo registraba, mientras tomaba la guitarra para hacer “Paceful Afternoon” se escuchó nítidamente cuando golpearon la puerta de su casa. Parecía que era un invitado sorpresa, pero tenía más pinta de ser la entrega de una encomienda. Una vez resuelto el trámite, Wainwright interpretó uno de los temas representativos de Unfollow the Rules. Al punto de que no sólo fue su caballito de batalla, sino también su canción rococó.

“Bienvenidos al living de mi casa en Los Angeles”, llegó a advertir antes de tocar “Paceful Afternoon”, del que destacaba una biblioteca abundante y variopinta en la que se distinguían libros sobre David Bowie, Lance Out Loud (biografía acerca del icono gay Lance Loud), Albert Einstein y Maria Callas, que inspiró una ópera que le significó su regreso a Buenos Aires para presentarla, en 2016, en el Teatro Colón. El recital continuó con “Only the People That Love”, incluida asimismo en su último trabajo de estudio, cuya tapa, en la que aparece barbudo y más robusto, no difería de como se mostró a lo largo de la casi hora de actuación. Entonces regresó al piano, y explicó: “Esta canción la hice para la banda de sonido de una película que trata sobre dos vaqueros gays”. Y esa voz que tanto brilla, tanto sobresalta y tanto se le extrañaba recreó su aporte para Brokeback Mountain: “The Maker Make”. Pero el streaming se fue tornando todavía más emotivo con su versión limpia, a base de piano y voz, de “Going to a Town”, lo que la expuso aún más contemporánea y desgarradora.

“Llegué a escribirla desde la rabia, pero trata sobre el amor”, confesó el autor acerca de este clásico de su obra, toda una crítica hacia los prejuicios de la sociedad estadounidense, incluido originalmente en su disco Release the Stars (2007). Y lo mechó sin más con la versión francesa de “Paceful Afternoon”: “Pièce à vivre”, idioma con el que creció durante sus años en Montreal. El peso de Canadá en su vida siguió pidiendo cancha, e invocó a Leonard Cohen, al que presentó como una de sus mayores influencias, con “So Long, Marianne”. Más tarde llegó otro cover del canadiense. O más bien la versión mejorada que hizo Jeff Buckley de “Hallelujah”. Aunque en el medio hizo “My Little You” y “Poses”. Si bien podría despedirse con un tema más en este streaming, impulsado por la edición digital del festival chileno Santiago a Mil, Wainwright apeló por los deseos y sentimientos: “Extraño el mundo, pero ya sabemos cómo está. Ojalá que estas canciones sobre el amor y la esperanza puedan ayudar. Sudamérica, espero que la próxima vez nos veamos en persona”.