La pérdida de la biodiversidad sumada a la fumigación para producir monocultivos se convierte en una combinación suficiente para la mortandad de abejas. Eso al menos se pudo concluir de la entrevista que se hicieron a distintos apicultores salteños ante la mortandad de abejas en los emprendimientos ubicados en el departamento Metán, al sur de la provincia. Por ahora, el SENASA investiga la causa de esta situación que se advirtió el 22 y 27 de diciembre en dos denuncias diferentes. Pero la hipótesis principal es la de aplicación de agrotóxicos.
“Es la primera vez en 12 años que se mueren así”, dijo Claudio Quiroga, uno de los productores apícolas de Metán que junto a otros de sus colegas perdieron gran parte de la producción de miel tras la importante mortandad de abejas que vieron en los caminos.
El 27 de diciembre pasado junto a otros 3 apicultores pusieron la denuncia. Pero el 22 de diciembre se había radicado una denuncia similar en Santa María, ubicada a unos 15 kilómetros de Metán. Las 105 colmenas que Quiroga tenía quedaron vacías tras la muerte de las abejas. “Es casi seguro que lo que pasó es que fumigaron en fincas cercanas y deben haber puesto mucho producto, porque también vimos ciempiés muertos”, añadió. Desde la fecha de la denuncia hasta esta semana que pasó es que continuaron viendo insectos muertos “y recién ahora se cortó eso”. “Uno va por medio de las colmenas y no están volando las abejas que entran y salen siempre. Solo quedan las más chiquitas o nodrizas”, agregó.
La pérdida es de casi un millón y medio de pesos dado que cada colmena implica una inversión de 15 mil pesos aproximadamente. En cuanto a la pérdida de producción de miel, implica al menos de cuatro toneladas anuales que daban las colmenas perdidas. Pues al año y por colmena Quiroga calculó que se llega a contar con 45 kilos. “La primera vez que perdí abejas fue por una inundación, y el año pasado se me asentó una manga completa de langostas”, aseguró. Los apicultores “amamos la abeja y lo que hacemos. Además es lo que yo sé hacer y voy a seguir pese a todo porque tengo todo hecho para esto”.
Investigación del SENASA
“Hay varias enfermedades de las abejas. Pero en este caso muy probablemente la causa sea la deriva de agroquímicos”, dijo en declaraciones a Radio Nacional el médico veterinario, Jorge Giménez, supervisor Zona Salta Sur de la Coordinación de Sanidad Animal del Centro Regional Noa Norte (SENASA).
Confirmó que el 22 de diciembre de 120 colmenas 100 fueron afectadas en una zona cercana a la Posta de Yatasto. Indicó que en este tipo de situaciones se debe trabajar con la provincia, dado que es la jurisdicción provincial la que se encuentra a cargo del control en la aplicación de los agroquímicos.
Al ser consultado sobre la invitación al Senasa o a los apicultores en el Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (OTBN) que se decide en la provincia y está enmarcado en la Ley Nacional de Bosques Nativos, indicó que no son consultados. No obstante, habría una iniciativa para regular la apicultura y proteger la actividad.
Cada vez más frecuente
“En septiembre de 2019 perdimos 49 colmenas por problemas de fumigación”, dijo por su parte Renato Farfán, apicultor de El Galpón (municipio de Metán), al hablar con Salta 12. También refirió la situación de otras pérdidas a raíz de las inundaciones. “Los desmontes y el avance de la frontera agropecuaria nos juegan en contra. Estos problemas que tenemos son cada vez más frecuentes y no queremos que se tienda a naturalizar”, advirtió. “Es tan impredecible todo que no sabemos qué puede pasar con los ecosistemas locales”.
La cooperativa de la que forma parte Farfán es Flor de Garabato y actualmente cuenta con 18 miembros con 1200 colmenas. Por temporada producen de 50 a 60 toneladas de miel. “Antes por medio de Comercio Justo exportábamos a Italia. Pero hace 5 años apostamos al mercado local”, afirmó.
Indicó que en Salta hay una demanda de miel insatisfecha y por ello ingresa el producto desde otras provincias. Consideró la apicultura como una “oportunidad interesante” y “cada vez se suma más gente”. “Yo creo que la apicultura es el futuro de las economías regionales por los beneficios ecosistémicos que brinda”. Recordó que entre el 70 y 80 por ciento de los alimentos que precisa consumir el ser humano, dependen en algún punto de los polinizadores como las abejas.
Un alimento originario y orgánico
Eduardo Bertea vive en la zona del Chaco Salteño, más concretamente en Rivadavia Banda Norte, uno de los tres municipios del departamento Rivadavia. Es oriundo de Córdoba, una provincia que caracterizó como productora de miel “en condiciones más desfavorables”, que Salta.
Trabaja con tres comunidades wichí que se sirven de su territorio ancestral para cosechar la miel. Las comunidades son las de Los Baldes, ubicada a 30 kilómetros de Morillo, Pozo El Chañar, que está a 15 kilómetros del pueblo, y La Cortada, que está en la localidad. La actividad de la apicultura inició hace 5 años, y se cuenta con el apoyo que surge de la Escuela Agrotécnica de Morillo.
A diferencia que aquella que se produce en la zona sur, la miel de esta zona es de aquellas abejas oriundas del chaco salteño “que producen muy poquito”, un producto que “tiene aplicaciones extraordinarias”, explicó. La cosecha no es en cajones, sino en los mismos árboles. “La abeja usa la flor del monte y por eso su miel es muy particular”, contó Bertea.
Sin embargo, el territorio no está lejos de ser amenazado por los grandes desmontes que se hicieron en el departamento San Martín y en el mismo Rivadavia, cuyos límites se entrecruzan en la ruta 81. Sin olvidar la situación en Formosa, provincia que limita con Salta en el departamento Rivadavia.
“Con nuestro equipo de la Pastoral Aborigen es una de las áreas que reforzamos con otros sectores del Ministerio de Ambiente de la Nación para el manejo del monte nativo”, añadió, al indicar que el plan es apoyado por el gobierno nacional y espera poder ampliarse a otras comunidades.
El tema es que las abejas se pueden alejar hasta un radio de dos kilómetros para polinizar y en algunas ocasiones, en ese alejamiento podría existir vegetación con aplicación de agroquímicos. Y el efecto que pueda producir sobre las mieles más orgánicas es incierto.
Algún movimiento ecologista Europeo dijo en su momento que “si alguna vez dejaran de existir las abejas al ser humano le quedan cuatro años”. La frase era adjudicada a Albert Einstein. Pero luego se desmintió su origen, aunque no su legitimidad en cuanto a la cantidad de alimentos de consumo humano que precisa la polinización.