Hay muchas formas de ser feminista. Y hay mujeres maravillosas, muy formadas teóricamente, luchadoras incansables, pioneras de los feminismos que podrían contestar esta pregunta mucho mejor que yo.

Hoy vengo a contar qué significa para mí ser feminista y eso tiene que ver no solo con mi biografía sino también con mis más profundos sueños: quiero ayudar a construir una sociedad en la cual las mujeres tengan una vida más plena, sin discriminación, sin humillaciones, sin violencias a causa de su género, y con igualdad de derechos.

Para construir esa sociedad es necesario, primero, desarmar el basamento de injusticia y desigualdad sobre el que se asienta nuestra sociedad y, al mismo tiempo, ir construyendo nuevas normas, nuevos lenguajes, nuevas interpelaciones que tengan como fundamento la igualdad de géneros. Ser feminista es ser parte de esa lucha colectiva y es sentirme parte de ese movimiento diverso y heterogéneo, masivo y maravilloso, que traspasa fronteras y que nos convoca a terminar con el sistema patriarcal para construir esa sociedad soñada, justa e igualitaria.

El patriarcado nos lastima, nos obliga, nos priva, nos juzga, y es muy difícil escapar de sus redes porque durante siglos ha penetrado nuestras vidas: se ha adueñado de los lenguajes, de las sexualidades y los cuerpos, de la economía, de los trabajos, de la vida pública y privada, de la educación, de los espacios de poder; en fin, es un sistema que atraviesa nuestras vidas.

Sin embargo, históricamente ha estado invisibilizado por ser considerado “natural” o “normal”. Pero los feminismos lo desafiamos y lo mostramos como es; y explicamos una y otra vez que hay roles sociales que a las mujeres nos son negados y otros que nos son exigidos con durísimas sanciones, a veces también penales, cuando queremos desobedecerlos.

Hace poco más de un año fui convocada por el actual presidente de la Nación, Alberto Fernández, para ocupar un cargo de alta responsabilidad institucional en su gobierno. Hoy, por lo tanto, debo hacerme una pregunta más: ¿qué es ser feminista desempeñando un importante cargo en el gobierno nacional? La respuesta a esta pregunta me interpeló antes de aceptar la convocatoria presidencial, pero también la tengo presente cada día.

No hubiese formado parte de un gobierno que no tuviera como objetivo construir una sociedad más igualitaria, que no trabajara para fortalecer un Estado presente para redistribuir equitativamente la riqueza y el poder; pero tampoco habría formado parte de un gobierno que no se planteara políticas de Estado para avanzar en la igualdad de derechos entre varones y mujeres.

Nuestro gobierno, con sus aciertos y sus errores, trabaja para construir igualdad y tiene un fuerte compromiso con las luchas de las mujeres para conquistar derechos que les fueron históricamente negados. Para mí, y para muchas feministas que fuimos convocadas para trabajar en el gobierno, el desafío es cumplir nuestras responsabilidades pero también abrir puertas a las demandas de los movimientos feministas y de las diversidades y trabajar codo a codo con ellos.

Viví con orgullo el acto de entrega del DNI 9.000 a Isha Escribano, en el marco de la ley de identidad de género, en un salón de la Casa Rosada. Repitámoslo: se trataba del mismísimo Presidente de la Nación entregando en mano a una persona del colectivo travesti trans su DNI, donde se asentaba su identidad autopercibida, en un salón de la casa de gobierno. Fue un momento importantísimo, por sus implicancias reales y simbólicas.

Hemos incorporado el cupo para trabajadoras y trabajadores del colectivo travesti trans en el Estado Nacional para reparar, aunque sea en parte, la enorme violencia institucional que han sufrido y siguen sufriendo las personas de ese colectivo. Nuestro gobierno ha creado el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad para que impulse políticas transversales para trabajar e implementar políticas públicas efectivas en pos de la igualdad de géneros.

En plena campaña electoral nuestro presidente prometió la presentación y el impulso de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y fue sancionada por el Congreso el pasado 30 de diciembre. Las mujeres conquistamos así una mayor autonomía respecto de nuestras decisiones y nuestros cuerpos y un cuidado integral de nuestra salud y nuestras vidas en todos los subsistemas de salud.

Nuestro Presidente ha dicho, ante la Asamblea Legislativa, que la lucha para la prevención y castigo de las violencias de género y los femicidios, debe ser una política de Estado y ha convocado a todas las provincias argentinas a comprometerse, en un Consejo Federal para la prevención y el abordaje de femicidios, travesticidios y transfemicidios.

Ser feministas en el gobierno nos exige impulsar y lograr que se adopten cada una de estas políticas, para que se implementen en forma eficaz, para remover los obstáculos que los sectores más conservadores nos ponen cada día, ante cada avance de los derechos de las mujeres y las diversidades.

Ser feministas es juntarnos, interpelar, explicar, persuadir, convocar a nuestros compañeros varones para que nos acompañen en estas luchas. Ser feministas es tender redes, sufrir juntas cuando no logramos nuestros objetivos, festejar nuestros logros e indignarnos y reclamar, una y otra vez, cuando somos excluidas de los lugares donde deberíamos estar.

Y ser feministas es, siempre, siempre, pese a las adversidades, seguir peleando colectivamente por nuestros derechos.

*Abogada. Secretaria Legal y Técnica de la Presidencia.