“Estuve sólo una vez en Buenos Aires, y todo lo que tengo para decir de ese viaje es bueno”, asegura a Página/12 Paul Smith, vocalista de Maxïmo Park. “Recuerdo que en esa ocasión compartimos grilla con Sonic Youth, y tuve la fortuna de conocerlos en los camarines. Fue uno de los momentos más inolvidables de mi vida y de mi carrera musical porque es uno de mis héroes del rock”. A 11 años de su paso por el Personal Fest, el grupo inglés vuelve a ser noticia en la Argentina por la aparición de su más reciente disco: Nature Always Wins, lanzado el 26 de febrero.

“Es lindo escuchar que a la gente le gustó nuestro nuevo álbum”, confiesa el frontman, llamada de WhatsApp mediante, desde Newcastle. “Este material lo hicimos durante la cuarentena, con mucha pasión y sentimiento. Lo que fue un desafío no sólo técnico, sino también psicológico porque los últimos meses fueron realmente deprimentes. Más allá de las restricciones y de las noticias que siguen circulando, me tocó ser el maestro de mi hija de cuatro años casi todo el día. Si bien la aparición de las vacunas representa un alivio, hasta que no alcance a toda la población no podemos bajar la guardia”.

-Además del golpe que significó la pandemia, la escena musical del Reino Unido empezó a padecer las consecuencias del Brexit. ¿Cómo le afectó en particular a tu banda?

-La Unión Europea le preguntó al Reino Unido por el tema del libre acceso que existía entre los ciudadanos del resto de Europa y los nuestros, y el gobierno local les respondió que sólo pueden estar un mes como turistas. Aparte, para trabajar acá ahora necesitás visa. Para que te des una idea de cómo nos afecta esto, tenemos que declarar todo el merchandising, lo que antes no era necesario. Eso nos dificulta poder ir a Alemania, por ejemplo, donde está nuestra mayor base de fans fuera de Inglaterra. Así que supongo que va a ser muy difícil para los músicos británicos poder mostrar su trabajo fuera del país.

-Entonces el panorama no pinta nada bien…

-La música siempre encontrará un camino. No importa lo que pase, haremos música para la gente y se la compartiremos. Ser músico es un estilo de vida, no importa lo que pase. A pesar de que esto no pone contra las cuerdas, hemos hablado con salas en las que solemos tocar y nos dijeron que buscarán la forma de poder financiar los shows. De la misma manera que lo hicieron durante la pandemia.

-¿Cómo fue hacer un disco de estudio con un virus dando vueltas?

-Fue toda una experiencia. Trabajamos con el productor Ben H. Allen (en 2006, el disco debut de Gnarls Barkley, St. Elsewhere, donde fue productor e ingeniero de grabación y mezcla, ganó el Grammy en la categoría “Mejor álbum de música urbana”), quien tiene su estudio en Atlanta (Estados Unidos). Nos gusta mucho lo que hizo con grupos como Animal Collective. Por eso lo convocamos. El aportó un sonido fresco y más risueño, y logró también sintetizar nuestras influencias.

-¿Por qué decidieron complicarse la vida al elegir a un productor que está al otro lado del Atlántico?

-Siempre trabajamos en el estudio, y esta vez todo fue diferente. Comenzando por nuestro tecladista, Lukas, quien se fue a vivir a Australia. Queríamos un productor que tuviera una fuerte presencia, y Ben tiene esas cualidades porque también es músico. A pesar del peso que tuvo, sigue estando la esencia del grupo. Antes de la pandemia, en 2019, comenzamos a grabar algunas canciones. Y el WhatsApp, al igual que lo estamos haciendo nosotros ahora, se convirtió en nuestra manera de comunicarnos con él. Cada parte que terminábamos, la subíamos a un link y la mandábamos. Nos encontrábamos todos en sitios diferentes. De hecho, grabé mi voz con el mismo micrófono en el que estoy haciendo esta entrevista. Una vez que Ben junto lo que le enviamos, le dio la magia. Creo que la gente puede sentir eso en las canciones.

-¿Exactamente qué era lo que querían que el público sintiera?

-Que fuese un disco viajero, pero sin salir de casa. Fue fascinante lograrlo con la ayuda de la tecnología e Internet. Superamos la barrera de los cambios de horario, y me parece que conseguimos un excelente acabado final.

-Si bien el título del disco (en español significa “La naturaleza siempre gana”) pareciera aludir a esta época, en realidad trata sobre tu paternidad. ¿Cómo ha sido tu experiencia?

-Hace cuatro años me convertí en padre de una niña, lo que tuvo un impacto muy grande en mi vida. Me di cuenta de que uno nunca está preparado para eso. Las canciones hablan de lo intenso que es tener un niño. La paternidad es una de las cosas más maravillosas que me pasó, y también una de las más intensas. A veces me despierto en la noche, y pienso que toda esa experiencia es surreal. Eso me hizo pensar en mi propia infancia y mis padres, y en la naturaleza humana. Por más que seas buena o mala persona, ella siempre estará en vos. De eso tratan los temas, pero quizá puedan parecer ambiguos. Cuando los escuchen, no todos los van a vivir de la misma manera.

-En 2020, se cumplieron 20 años de la fundación de Maxïmo Park. A pesar de que fue un año raro para celebrar, pocos proyectos artísticos pueden sostenerse durante tanto tiempo. ¿Llegaron a reflexionar sobre esto?

-No fui parte de la fundación, sino que entré más tarde. Y la banda ya era sólida como proyecto artístico, lo que me sorprendió mucho. Así que fue muy especial para mí sumarme. Al punto de que me cuestionaba si estaba a la altura para ser su frontman. Viendo en retrospectiva nuestra trayectoria, siempre quisimos ofrecer lo mejor. Aún hoy pensamos y actuamos de esa manera. Nuestras personalidades hacen que trabajemos bien juntos.

Aunque su séptimo álbum de estudio los encuentra como un artista establecido, cuando apareció su disco debut, A Certain Tigger (2005), el grupo que tomó prestado su nombre de la plaza de La Habana que rinde tributo al líder independentista cubano Máximo Gómez se transformó en todo un fenómeno dentro del indie británico. Esa mezcla de power pop con espíritu punk le aportó toda una bocanada de frescura a una escena obstinada en revisitar y reivindicar su glorioso pasado musical. Especialmente el de la primera mitad de los ochenta.

-Indie o no indie, esa es la cuestión. ¿Cómo se llevan con la etiqueta?

-No somos fans de esa etiqueta porque hay muchos artistas que la usan de diferentes maneras. Cuando era joven, indie era sinónimo de independiente. Había un montón de sellos que reivindicaban muy bien esa cualidad. Pero todo cambió en los últimos años. Me siento más cómodo si sólo nos llaman grupo de rock. Nos saca de los clichés.