La Escuela Pública Itinerante está enclavada en el mismo lugar en que se erigió la Carpa Blanca, hace veinte años casi exactos. Contra lo que propone la letra del tango, veinte años es mucho. En ellos transcurrieron la caída catastrófica de la experiencia neoliberal menemista-aliancista, la crisis filo terminal de 2001, la etapa reparadora del kirchnerismo y el regreso neo-con de la mano de Cambiemos.

Los reclamos iniciales del sindicalismo docente, las demandas se transformaron en conquistas, en leyes que siguen vigentes aunque la administración de Mauricio Macri las ignore y viole.

Con el recuerdo entrañable a cuestas, se repiten en un escenario nuevo, el desfile de ciudadanos de a pie, tanto como de referentes culturales o sociales.

El periodismo in the pendiente cambia su paradigma: antaño acompañaba y ensalzaba a los maestros, hoy los abomina y hasta vitupera. Parecería extraño porque los sujetos de la protesta son los mismos y muy similares (porque nada es idéntico veinte después) las reivindicaciones. Parte de la explicación finca en que una misma ideología de fondo es más fragante cuando la encarna un hombre de clase alta y de derechas como el presidente Mauricio Macri y no un peronista (así sea un converso) como Carlos Menem. 

Otro, más obvio y contundente, es el oficialismo irreductible de la prensa dominante, que solo deja lugar a disputas intra establishment, como matices de la política económica.

Este cronista volvió, como tantos, a la Carpa Blanca. O fue por primera vez a la Escuela Pública Itinerante, que es la nueva versión de una modalidad formidable de protesta. Se conmovió con recuerdos. 

Presenció parte del paso de una multitud personas del común, comulgando con las ideas, el debate, la defensa de la escuela pública que con toda lógica no le mueve el pelo a un conjunto de egresados del Cardenal Newman, el Champagnat o ese centro egregio del saber (ascender socialmente) que es la Universidad Católica Argentina.

 Frente a eso, al desfile de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, las voces de decenas de cantantes populares, la carta de Joan Manuel Serrat, el vibrante homenaje de la Garganta Poderosa (que se refieren en nota aparte) el macrismo tiene poco que mostrar y que responder. 

Apenas slogans, spots de campaña y una política económica que tiene contados elegidos y muchos castigados. Que los docentes (y las normas nacionales que tutelan parcialmente sus derechos) formen parte de las mayorías relegadas es, en el fondo, pura coherencia.