Transformar la tragedia en comedia. Con ese objetivo, Los Macocos, el grupo teatral (aunque siempre prefirieron definirse como "banda de teatro") conformado por Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf y Marcelo Xicarts, vuelven a reunirse sobre tablas con Maten a Hamlet, su singular versión del clásico inoxidable de William Shakespeare, con la que se presentan en el Centro Cultural 25 de Mayo (Av. Triunvirato 4444), los viernes y sábados a las 20 y domingos a las 12.30.

Porque si The Beatles son representantes indiscutidos de la música, y Maradona el ícono máximo del fútbol a escala planetaria, la obra más larga del dramaturgo inglés publicada en el siglo XVII puede ser pensada, en la misma línea, como un sinónimo del arte dramático más que ninguna otra. Y esa comparación justamente es la que establecen los autores y actores al momento de justificar por qué buscaron interpretar una pieza tan representada como la del célebre príncipe de Dinamarca que busca vengar a su padre, el rey, asesinado por su propio hermano Claudio para reemplazarlo en el trono y casarse con la reina.

Dirigido por Sebastián Irigo, quien también se sumó al trabajo de escritura, el grupo suma al relato tradicional nuevas intrigas y personajes para convertir al drama shakesperiano en una desopilante comedia de enredos. Cuatro bufones sin trabajo, comida ni hospedaje son en esta ocasión los protagonistas de esta puesta que busca indagar en la historia del dueño de la calavera que el mismo Hamlet sostiene en una de las escenas y que se ha transformado en el símbolo de la obra. Porque lo poco que se sabe es que el muerto es Yorick, quien en vida fue bufón del rey, y desde allí parten Los Macocos para imaginar “lo que William no se animó a contar”.

“Con lo poco que se cuenta sobre Yorick en la obra original, y sabiendo que él era un bufón, entendimos que era desde ahí que podíamos meternos con ese género y construir con eso un relato paralelo a la historia escrita por Shakespeare. Porque el bufón es el que hacía reír y el que tenía el permiso de poder burlarse del poder, y creemos que está bueno rescatar esa figura porque eso no existió más”, apunta Wolf.

La última vez que la formación original del grupo había estrenado una obra fue en 2005, en el Teatro Presidente Alvear, donde interpretaron Super Crisol (Open 24). 16 años después, pero con la misma chispa que los caracteriza, vuelven con un espectáculo que los pone ante la tarea de ejecutar varios roles en simultáneo y con el que prometen rendir un tributo al teatro y al humor. “Es un trabajo de desafío actoral”, reconocen.

-¿Cómo surgió este nuevo proyecto?

Gabriel Wolf: -Es algo que viene de larga data. Ya habíamos presentado el proyecto en 2018 en el Teatro San Martín pero no se aprobó porque estaban por estrenar la puesta de Hamlet, que dirigió Rubén Szuchmacher. Y en 2019 reunimos otra vez al grupo e hicimos la reposición de Los Albornoz, y luego presentamos La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi, y cuando el año pasado estábamos empezando a meternos de lleno con esta obra cayó el cuarentenismo que nos obligó a realizar una reescritura del material. Pero eso, de alguna manera, estuvo bueno, porque el tema de ir apurados cuando aparecen proyectos nuevos es algo que no da buenos resultados.

Martín Salazar: -Hablar de teatro es hablar de Hamlet. Es el clásico de los clásicos. Pero no queríamos contar la historia tradicional del príncipe sino la de la calavera, que es casualmente la de un hombre que fue cómico, como lo somos nosotros.

-¿Y de qué manera trabajaron esta versión? Porque la obra incorpora nuevos giros pero mantiene el espíritu del clásico.

Daniel Casablanca: -Hubo un trabajo de lectura de la obra muy profundo, y siempre pensamos en una versión de Los Macocos más cercana a la historia original pero desde el clown. Ese trabajo nos llevó mucho tiempo, y ahí nos dimos cuenta de que los personajes cómicos, unos pobres bufones que están muertos de hambre y que lo único que quieren es sobrevivir, iban tomando un lugar importante. Y durante el aislamiento ese material se maceró.

Marcelo Xicarts: -Escribimos muchísimo e hicimos más de veinte versiones, porque trabajamos mucho en el escenario o en la sala de ensayo y ahí surgen cosas nuevas que tienen que ver con la dramaturgia del cuerpo. Así funcionamos nosotros, y Sebastián Irigo se adaptó muy bien a esa lógica. Y juntos pensamos mejor, porque cada uno por separado seguramente habría hecho una obra distinta.

-De Hamlet parecería, a priori, que ya no se puede representar nada nuevo. Sin embargo, siempre aparece material. ¿Por qué creen que se mantiene esa vigencia?

M. S.: -Nosotros ya hicimos varios clásicos, como Don Juan y Don Quijote, y lo que tienen esas obras es que son espejos de lo que está pasando al momento de ser representadas. Y siempre nos hacen preguntas. En 2019 hubo varias puestas de Hamlet, y creo que hay dos temas de esta obra que en este momento son fundamentales. Uno es el mandato patriarcal encarnado en ese fantasma del padre que aparece para decirle al príncipe que tiene que vengarlo. Y el otro la podredumbre y corrupción de la sociedad cuando Shakespeare escribe: “Algo huele mal en Dinamarca”, porque eso se ve también con la pandemia, en un contexto en el que sabemos que hay unos pocos turros que multiplicaron su fortuna, que ya era enorme, mientras el resto del mundo es cada vez más pobre.

D. C.: -Dentro de la tragedia, Shakespeare además hace un homenaje al teatro universal y también a la figura del cómico, porque son los actores quienes develan en la obra, a través de una representación, el asesinato del padre de Hamlet para que el nuevo rey confiese. Entonces para nosotros era lindo pensar que son los cómicos los que hacen que eso suceda. Hamlet tiene un teatro dentro del teatro, y Los Macocos sumamos a eso una capa más.

M. X.: -En síntesis, mejoramos la obra de Shakespeare (risas). Esta obra se hace porque hay que hacerla. He visto bastantes puestas, incluso por YouTube, y me parece que en general se las encara con una solemnidad que este dramaturgo no tuvo nunca. Los clásicos, por más que sean tragedias, no tienen que ser solemnes sino entretenidos. Porque el público tiene que pasarla bien aunque vea sufrimiento. Y Hamlet, de hecho, tiene mucho humor. Shakespeare hacía un teatro popular, y un gran porcentaje de su público era pueblo llano que no sabía leer, y la mejor manera de respetar su obra es hacer que sus clásicos sean populares.

G. W.: -Cada vez que nos subimos al escenario tenemos como excusa algún tema. Podemos hablar de la época de la dictadura, del teatro nacional o de la decadencia de la clase media, pero siempre contamos algo que va más allá de eso. Y en este caso, era un lindo desafío hacer nuestra versión de esta obra emblemática. Los Macocos no podíamos irnos de este mundo sin hacer Hamlet.

-Se presentaron por última vez en 2020, con el reestreno de La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi, y llevan más de un año sin subir a un escenario. ¿Cómo atraviesan este momento?

M. S.: -Desde que se formó el grupo, en los ochenta, nunca dejé de actuar por más de dos meses, y haber estado más de un año sin hacerlo es rarísimo. Por eso, estar ahora a punto de volver es genial.

D. C.: -Estamos ensayando una obra que nos gusta y que artísticamente es lo que deseamos. Y tener una fecha de estreno, y en una sala re linda, nos mete en una burbuja en la que nos olvidamos un poco de lo que estamos viviendo. Pero sabemos que nuestro trabajo está perjudicado y muchos compañeros no tienen la posibilidad de ensayar y actuar. Es una situación súper precaria, y este año también va a ser complicado. Los últimos dos años anteriores a la pandemia fueron muy difíciles también. La cosa ya se estaba complicando porque el entretenimiento trabaja con la moneda del público, y cuando eso falta enseguida lo sentimos.

G. W.: -Por un lado, está la parte personal de cómo vive cada uno esta situación, con cierta tristeza y desazón, y por otro está lo grupal y lo que tiene que ver con el hacer y el oficio. Y estar trabajando en un proyecto nuevo está buenísimo.

-En esta puesta hablan del valor de hacer reír. ¿Hoy el humor es más esencial que nunca?

G. W.: -Debería serlo. Pero lo busqué en la aplicación Cuidar y no lo encontré entre las actividades esenciales (risas).

D. C.: -Creo que lo que siempre hacemos como actores es un poco lo que nos gustaría ver como espectadores, y a nosotros nos gusta ir al teatro a divertirnos y a reírnos, y que además nos saquen de la realidad. Hace poco, Mauricio Kartun dijo en una nota que si hay algo que no tenemos que hacer hoy es subirnos a un escenario para hablar de la pandemia. Por eso, con esta obra vamos a contar durante una hora y media una historia donde hay un homenaje y también hay risas, que son unas de las emociones más difíciles de lograr. El humor para nosotros es indispensable.


35 años de Macocos

“Desde 1985 deshaciendo teatro”. Así describen su trabajo Los Macocos y con esa carta de presentación ya no falta agregar mucho para saber de qué se trata el espíritu de esta banda teatral nacida hace 35 años en la Escuela Nacional de Arte Dramático.

A lo largo de estas décadas, Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf y Marcelo Xicarts se embarcaron en una carrera de creación colectiva que los llevó desde el under porteño hasta los circuitos oficiales y las salas comerciales de la calle Corrientes, y con la que estrenaron cerca de 20 espectáculos entre los que se encuentran títulos como Macocos (1985); Macocos Chou! (1987); Macocos, mujeres y rock (1989); Macocos, adiós y buena suerte (1991); Guiso de Macocos (1993); Geometría de un viaje (1994); Diez días por diez años (1995); Macocrisis (1996); La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi (1998); Andrócles y el león (2000); Los Albornoz (delicias de una familia argentina) (2001); Fábula de la princesa Turandot (2002); Continente viril (2004) y Super Crisol (Open 24) (2005).

Ya en 2008, el grupo continuó pero sin Xicarts y en tríoo presentó Don Juan de Acá, el primer vivo (2008), Pequeño Papá ilustrado (2010) y Don Quijote de las Pampas (2012). Pero en 2015, aunque por pocas funciones, el cuarteto volvió al ruedo con la reposición de La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi, en el Teatro Astral, para celebrar el 30º aniversario de su formación. Y en 2019, finalmente, llegó el regreso definitivo, pero esta vez con una versión aggiornada de Los Albornoz, una radiografía ácida de la familia argentina atravesada por las crisis, siempre en clave de humor. Allí fue donde trabajaron por primera vez con un director invitado, Sebastián Irigo, el mismo que hoy vuelve a dirigirlos en Maten a Hamlet. Y su último trabajo en escena fue en marzo de 2020, con una reposición de los Marrapodi, otro éxito del repertorio macocal.