La llegada (Arrivals) es una película de ciencia ficción de 2016 del canadiense Denis Villeneuve, basada en la novela corta Story of your life (Historia de tu vida), de Ted Chiang.  Para hacer un breve comentario sobre la misma hay que elegir una perspectiva de lectura, porque son varias líneas las que presenta.

Ante la llegada de doce naves alienígenas, distribuidas sin lógica por distintos lugares del globo, se convoca a una profesora e investigadora lingüística para traducir o intentar entender y leer el lenguaje y la escritura de esos extraterrestres. El lenguaje oral y el lenguaje escrito. Louise Banks es la lingüística. También es convocado el matemático físico Ian Donnelly. El personaje central es ella. 

La pregunta esencial es: ¿Qué es lo que quieren? ¿Qué es lo que quiere este Otro inmenso y poderoso llegado hasta nuestra tierra? ¿Qué quieren decirnos? ¿Cuál es su mensaje?

Los militares primero se ponen a la defensiva, siempre tienden a creer en un ataque, en una invasión. Louise, acompañada por Ian, quiere acercarse no a la defensiva, sosteniendo la pregunta ¿qué quieren?, ¿qué dicen?, ¿cómo leer esos signos de escritura?

Entrar en ese lenguaje, comenzar a comprenderlo implica una transformación en el propio sujeto de esta historia, sus  pensamientos y percepciones e imaginaciones, por lo que comienza a tener sueños y recuerdos de hechos que todavía no le han ocurrido relativos a su maternidad y a un dolor enorme por pérdidas irreparables en su vida. Lo cual no le impide continuar aún sabiendo las consecuencias traumáticas a las que se expone. Pero no retrocede, sigue adelante en un tiempo circular.

Descubre que no vienen esos alienígenas a atacarnos de ninguna manera sino a pedir ayuda porque saben de una destrucción futura a la que están expuestos, pero para eso deben dejarnos “un regalo”, un arma, su “lenguaje”, con lo que quizás podríamos ayudarlos pero que también podría ayudarnos a nosotros.

Recuerdo una imagen que vi hace como 40 años de una silueta de una mujer que, en el borde de una superficie redonda, como si fuese de la tierra, llevaba un cochecito con su bebé. De fondo, el famoso hongo atómico y un escrito abajo que decía “yo igual plantaría mi manzano” (frases parecidas en Martin Luther King y en Martín Lutero).

En la película, ese lenguaje y cierta intervención de Louise impide una conflagración mundial ante esa presencia incomprensible por las disidencias de cada país en la respuesta apropiada ante esos extraños. Una de las líneas para entender esta película es verla como una alegoría del deseo del Otro, que ignoramos, del deseo de una madre y de su pertinaz e inclaudicable empuje hacia su propio futuro.

 

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