La experiencia de la formación virtual iniciada el año pasado en las universidades puso en evidencia la convicción de sus integrantes por preservar y sostener el vínculo con el conocimiento a través de todas sus funciones sustantivas. Señalamos esta idea, el vínculo con el conocimiento, porque en un futuro cercano deberemos decidir sobre la combinación de las tradiciones formativas y las recientes prácticas de enseñanza virtual. Como todas las definiciones de este tipo, integrarán el conjunto de las políticas académicas y como tales, tienen la misión de garantizar el cumplimento del derecho a la educación superior. No se trata de un tema de formas, sino de fondo, de políticas y de sentidos que requieren ser puestos en marcha.

Un año antes del inicio de la pandemia causada por el COVID-19, en la Escuela de Humanidades de la UNSAM implementamos la bimodalidad para el primer año de la carrera de Psicopedagogía. La gran demanda por la inscripción que se suscitó en esa carrera nos obligó a pensar alternativas para no cercenar derechos: el número de inscriptos desbordó la disponibilidad real de aulas y sillas. La solución implementada fue una alternativa de bimodalidad: separados el total de inscriptos en dos grandes grupos, en una misma semana un grupo tuvo clase presencial y el otro virtual, invirtiendo esa relación a la semana siguiente. Y así, todo el cuatrimestre. La modalidad requirió atender con calidad tanto lo pedagógico como lo tecnológico. Los/as docentes grabaron sus “teóricos” en videos cortos y con el acompañamiento de procesadoras didácticas diseñaron la clase virtual asentada sobre el video y las disponibilidad de tareas de la plataforma. El vínculo “cara a cara” del equipo garantizó homogeneidad en las intervenciones.

Esta experiencia vivida con anterioridad a la “mutación masiva” del sistema universitario nos permite compartir algunas ideas claves que tempranamente identificamos y ponemos a consideración:

1. Es una decisión que implica una construcción colectiva. Requiere del convencimiento de responsables y actores de la formación para sostener la “trama” de la propuesta posible a partir del diálogo sincero, abierto, despojado de prejuicios (hasta el límite de lo posible) que permita identificar las fortalezas y debilidades de las prácticas existentes, el potencial a desarrollar, las razones del cambio, entre otros temas.

2. Implica la definición de un modelo pedagógico. Todas las áreas de conocimiento y todas las profesiones sostienen una tradición académica. Hay un conjunto de prácticas formativas que remiten a esa tradición, pero también hay lugar para la innovación. No siempre son de orden tecnológico, ya que las universidades aún tenemos deudas no saldadas con la formación en las prácticas profesionales, el uso de recursos que promueven la participación, los recorridos autónomos de aprendizajes, etc. Esta es la oportunidad para decidir lo que vale la pena que suceda en ese momento del encuentro presencial, por ejemplo la producción colectiva y lo que puede dejarse para la virtualidad, la explicación teórica de los profesores a través de un video.

3. El entorno tecnológico debe ser de calidad y requiere de recursos humanos especializados. Es un entorno amigable que cuenta con todos los recursos disponibles para el universo disciplinar y, además, no pueden fallar. Aprendimos que cuando eso sucede la credibilidad de la propuesta desciende. Para esto, los recursos humanos están altamente calificados, sostienen el diálogo, evitan el uso del argot tecnológico, brindan respuestas rápidas y atentas a la demanda en curso.

4. Es un tema de la gestión académica. Se despliega una simultaneidad de decisiones que implican otro ritmo de gestión diferente. Requiere de comunicaciones claras, contundentes, con información precisa e identificación de sitios de trabajo y responsables de manera sencilla.

Si bien no hay un orden para estas claves porque se despliegan en paralelo, hay prioridades. Primero, las discusiones sobre el sentido de lo que se espera suceda y luego las discusiones sobre las herramientas. Lo que no puede pasar es la ausencia de definiciones, la inercia, la traslación de la lógica de lo histórico al futuro por construir.

*Decana de la Escuela de Humanidades de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

**Profesor de Didáctica y Ciencias de la Educación de la Escuela de Humanidades de la UNSAM.