• Cien. El informe de Marcos Peña fue el número cien desde que se creó la figura de Jefe de Gabinete y que debe informar el estado del país una vez por mes al Congreso. A diferencia de otras, incluso la última de Diputados, la que ayer protagonizó el funcionario careció de polémica y hasta casi de senadores.
  • Resfrío. El jefe de ministros llegó con un indisimulable resfriado que, por un lado, provocó una voz un tanto nasal y algo más grave. Pero sobre todo lo obligó a recurrir a una incontable cantidad de pañuelos de papel que usaba, los hacía un bollito y los guardaba en el bolsillo interior derecho de su saco. 
  • Vacíos. La mayoría de los senadores suelen reconocer, en voz baja, que los informes de los jefes de Gabinete no aportan nada a la tarea legislativa y que con el correr del tiempo se limita a un mero cumplimiento de la manda constitucional. Será por eso, o tal vez por el comienzo del sendero electoral que recorre el país, que el informe de ayer tuvo un alto porcentaje de ausentismo. Durante las algo más de cuatro horas que duró la presentación hubo un promedio de 15 senadores, sobre 72, escuchándolo desde sus curules. Un detalle que obligó a la vicepresidenta, Gabriela Michetti, a accionar en más de una oportunidad el timbre con el que se convoca a los legisladores al recinto.
  • Santa Cruz. Durante la exposición de Peña no hubo referencia al caso de la provincia patagónica que el viernes vivió un episodio de violencia cuando una manifestación quiso ingresar a la residencia de la gobernación. Una vez terminada la sesión, ante los periodistas, Peña se explayó sobre la posición del Gobierno. Primero dijo que “el kirchnerismo busca echar culpas y victimizarse en vez de buscar una solución”. Luego dijo que era solidario con el pueblo de la provincia y, por último, le pidió a la gobernadora Alicia Kirchner que lleve adelante “el saneamiento en materia fiscal” de la provincia. Un pedido que sonó a una exigencia de ajuste en la administración pública de ese distrito.
  • Armas. Peña se refirió también a la denuncia de una compra de material bélico a los Estados Unidos por unos 2 mil millones de dólares. “Se trata de material de rezago”, afirmó buscando desmentir los documentos que hablan de pedido de compra. “No hay nada raro que exceda la cuestión presupuestaria y el plan de defensa”, dijo para luego advertir que el Gobierno “no tiene ninguna intención de no cumplir o modificar la ley de Seguridad Interior” que le impide a las Fuerzas Armadas participar en cuestiones de seguridad interna.