En medio de la crisis que vive la comuna porteña en materia de seguridad tras la detención del jefe de la Policía, José Potocar, acusado de liderar una asociación ilícita que pedía coimas, Martín Ocampo, el ministro de Seguridad porteño, vive días complicados. Tan complicados, que no pudo sostener una discusión con efectivos de la fuerza y se terminó yendo de la reunión. Los propios policías filmaron al ministro en una prueba más del descontrol político en la fuerza de seguridad recién creada por el gobierno porteño tras haber logrado la transferencia de la Policía Federal y su fusión con la Metropolitana. La oposición reclamó la presencia de Ocampo en la Legislatura para explicar la designación de Potocar.

“Con el tema de los equipos de comunicaciones y chalecos antibalas, en la Comisaría 36 tenemos 10 o 15. El 70 por ciento del personal sale sin equipos. La semana pasada tuvimos dos enfrentamientos armados y los oficiales tuvieron que llamar al 911”, lo inquirió a Ocampo una oficial, en un momento registrado con un teléfono.  La respuesta de Ocampo fue: “Lo ponés en el sistema”. Ese reclamo fue la gota que colmó la paciencia de todos: del ministro, que se fue, y de los policías, que lo aplaudieron irónicamente. “¡Vergüenza!”, le gritó uno de los asistentes.

"No necesito que me atiendan por un mail. Que sea una persona, alguien que nos atienda", fue otro reclamo. "Pero no es un mail, es un sistema", fue la respuesta del ministro, que se defendió de los gritos diciendo "Vine a darles las respuestas que ustedes requieren como trabajadores".

"Nadie va a cuestionar una decisión política tomada hace tiempo", se mantuvo firme el titular de Seguridad. "Nadie está cuestionando la decisión", lo increparon, en una reunión condenada al naufragio.

El encuentro tuvo lugar en Parque Sarmiento ante 150 oficiales de la policía porteña. En el medio, el titular de la fuerza fue apartado de su cargo y hoy le ratificaron la prisión preventiva. Se lo acusa de liderar una organización mafiosa que extorsiona a comerciantes y cuidacoches de Núñez y Saavedra a cambio de protección.