Después del almuerzo en la Casa Blanca con Donald Trump quedará develado si Mauricio Macri actuó o sobreactuó.

Actuar sería hacer de Macri, o sea un conservador que mira con simpatía los negocios de las petroleras y los bancos internacionales.

Actuar sería repetir la escena de Houston, al visitar la nueva planta de tubos sin costura que está levantando Techint. Los tubos sin costura son los más resistentes porque no hay una soldadura que pueda quebrarlos. En rigor Techint es una transnacional que finge argentinidad cuando hace lobbying en Buenos Aires, capta políticos y pide protección para no echar más trabajadores en Siderca. Tenaris, del grupo Techint, tiene sede en el paraíso fiscal de Luxemburgo. Sus planes hace mucho tiempo que son globales. Abarcan a 16 países. La instalación firme de Tenaris en los Estados Unidos se remonta a 2006, cuando compró la empresa Maverick, reforzada al año siguiente con la adquisición de Hydrill. Los Rocca hicieron una apuesta por el auge de los hidrocarburos no convencionales. Trump anunció en la primera semana de su mandato que construiría dos gasoductos hasta ese momento suspendidos por motivos ecológicos. Más puntos para los Rocca.

Actuar, para Macri, no es otra cosa que designar a Bernardo Saravia Frías como jefe de los abogados del Estado. El funcionario que reemplazó a Carlos Balbín forjó su carrera en la banca internacional, escribió contra la reforma productivista de la Carta Orgánica del Banco Central y criticó el método de las audiencias públicas para la tarifa de gas como una amenaza contra las inversiones.

Hacer de Macri es continuar con el proceso de endeudamiento. Según el Observatorio de la Deuda Externa que dirige Arnaldo Bocco en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo desde el primer día de gobierno la Argentina tomó fondos en el exterior por casi 70 mil millones de dólares. Buenas noticias para el Departamento del Tesoro, que comanda el ex Goldman Sachs Steve Mnuchin.

Sobreactuar sería trasladar esos valores a una escala superior. Ser más trumpista que Trump. Buscar un sitio protagónico en el conflicto con Irán o Corea del Norte. Convertirse en el vicario de la Casa Blanca en la crisis de Venezuela.

Juan Gabriel Tokatlian, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, es uno de los especialistas que viene insistiendo en los riesgos y en la inutilidad de la sobreactuación.

En diálogo con la radio 750 Tokatlian mencionó dos ejemplos viejos y uno nuevo.

El primer ejemplo viejo nace del cálculo que hizo la dictadura. Los generales confiaron en que si entrenaban torturadores en América Central los Estados Unidos pagarían con una relación privilegiada. Una prueba de lo contrario fue la actitud de Washington en la guerra de las Malvinas.

El segundo ejemplo del pasado surge de la teoría de las relaciones carnales conceptualizada por el canciller de Menem Guido Di Tella tras la decisión política del Presidente de ser un aliado estratégico-militar de Washington. Al final las relaciones carnales no evitaron ni el estallido de la Convertibilidad ni la crisis.

El ejemplo nuevo consistiría en que la Argentina se metiera de lleno en la catástrofe geopolítica africana bajo el paraguas de las misiones de paz que, según Tokatlian, cada vez lo son menos. Como se trata de guerras con un costado religioso fundamentalista, involucrarse en ellas excedería una meta humanitaria y pondría a la Argentina bajo la lupa de poderosos enemigos en un tablero que supera sus capacidades.

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