El próximo jueves a la medianoche Legends of tomorrow comenzará su sexta temporada en Warner Channel. Y no deja de caber cierta sorpresa en la noticia. Cuando se anunció la temporada, sólo los fans más acérrimos del universo de DC Comics se entusiasmaron con la idea. Por entonces el gancho era la aparición de personajes secundarios dentro de las otras series del universo televisivo de la franquicia: Capitán Atom y White Canary venían de la fundacional Arrow, Heat Wave y Captain Cold habían asomado en The Flash. Los comiqueros de vieja escuela podían verse seducidos con la incorporación de Hawkman y Hawkgirl, y la de Firestorm. La premisa de un grupo disfuncional de héroes, villanos y bichos raros viajando por el tiempo para salvar el universo sonaba bastante delirante y todo el conjunto sonaba a un experimento divertido, pero sin mucha soga. Un lustro más tarde, la serie goza de inesperada buena salud.

¿Los motivos? Por lo pronto, se transformó paulatinamente en una serie muy divertida. Mantiene el espíritu de Greg Berlanti –productor ejecutivo de todo el universo televisivo de DC- con el eje en el drama entre los personajes, pero también es una propuesta muchísimo más humorística que el resto. Arrow caía en la oscuridad constantemente, Flash tiene dramas familiares lacrimógenos constantes y ni que hablar con otras hermanitas menores, como Black Lightning. Aquí hay un cast de personajes que cambia constantemente, al punto que del equipo original no queda más que White Canary, Heat Wave y la nave espacio-temporal en la que viajan. Como caras “conocidas” se sumó Constantine (mejor caracterizado que en la película homónima protagonizada por Keanu Reeves, pero no necesariamente mejor actuado, lo cual es bastante decir). Pero el resto de la galería de personajes se completa con figuras que en los cómics son, en el mejor de los casos, de tercera línea. Pero Legends funciona.

Y funciona quizás porque tiene una inteligencia subrepticia que la lleva a reírse de sí misma, a no tomarse en serio todo el tiempo y a poner el foco en las relaciones de los personajes, que a la larga es lo que sostiene el interés de la audiencia. El primer capítulo de esta flamante temporada es buen ejemplo de ello, pues en plenos años 70, en la cresta del punk londinense, la capitana Canary es abducida. Y en torno a ese conflicto se desarrolla la secuencia que oficia de balance de la temporada anterior, presentación de nuevos personajes y un tamiz para despedir a quienes se quedaron sin contrato. Y todo para defender la línea temporal. Era hora.

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