Eric Laurent en "El objeto en psicoanálisis con niños" señala que el uso del fantasma sexual infantil queda en suspenso hasta la pubertad. Si bien la elección de deseo se produce en la infancia, la elección de objeto y el consentimiento respecto a la posición de goce en el fantasma se decide en la pubertad. Es en ese instante cuando verificamos en la clínica, en sus distintas formas, que el adolescente angustiado no recurre al Otro, sino a lo que tiene más a mano, su cuerpo.

Cortes, golpes, objetos tecnológicos, etiquetas de modas, vómitos, son algunos de los fenómenos que se presentan bajo la arista de un exceso corriente. El sujeto de alguna manera produce respuestas. Respuestas que aparecen como urgencias en el cuerpo, por fuera de un saber inconsciente.

La familia, las instituciones con sus identificaciones parecen jaqueadas por el amo del mercado con soluciones que puedan orientar al sujeto. El analista no está fuera de la escena, como pintor en su propia obra, está llamado para alojar a los sujetos de manera inédita, sin estándares pero con principios, como guía en una ciudad donde las calles no tienen nombre.

Ahora bien ¿de qué disponen los jóvenes para poder arreglárselas con ese agujero? Con lo que cuentan en el mejor de los casos es con el fantasma sexual infantil, heredero del Complejo de Edipo y las identificaciones.

* Participante EOL Rosario. Docente Psicología UNR.