La comedia está de luto a raíz de la muerte de Charles Grodin, a los 86 años, como consecuencia de un cáncer de médula ósea que lo aquejaba hace tiempo, según confirmó al diario The New York Times su hijo Nicholas. Con él se va uno de los baluartes del género de las últimas décadas del siglo pasado, a la vez que influencia indudable en la obra de los comediantes que desde entonces han pasado por la pantalla grande, con Ben Stiller a la cabeza. Grodin es de esos actores que, por su versatilidad y su pinta de hombre común, transitó una amplia variedad de papeles, siendo visto por generaciones enteras aun cuando pocos supieran su nombre. Para los más veteranos quedará en la memoria por sus trabajos en los ’70, entre los que se destaca The Heartbreak Kid/Cambio de planes, de Elaine May. Los millennials de la primera época, nacidos entre principios y mediados de los ochenta, lo recordarán por el clásico de la rotación del cable y las tardes de Telefé que fue Beethoven, en la que interpretaba a un padre de familia que intentaba encontrarle una vuelta de tuerca a la rutina trayendo a casa un perro San Bernardo.

Pero su carrera data de mucho antes. Más precisamente de mediados de 1950, cuando tuvo varias participaciones menores en las por entonces nacientes ficciones televisivas, mientras estudiaba actuación con Lee Strasberg y Uta Hagen. Empezó a hacerse un nombre propio luego de participar, en 1962, en la obra de Broadway Tchin-Tchin, secundando a Anthony Quinn y Margaret Leighton. Si bien su fama llegó gracias al cine y la televisión, Grodin siempre fue un amante del teatro, donde desarrolló una prolífica carrera como actor y dramaturgo. Una obra, desde ya, no exenta de comedia: a mediados de los ’60 lo convocaron para dirigir un musical. “Nunca había dirigido ni tenía experiencia en musicales, salvo por algunas lecciones. Pero el productor pensó que podía hacerlo, así que me convertí en coautor”, recordó en 1990 al diario neoyorquino. La obra se llamaba Hooray! It's a Glorious Day... and All That (¡Hooray! Es un día glorioso…. y todo eso) y era una sátira sobre Broadway. Fue así que su carrera en las tablas se consolidó entre fines de los ‘60 y principios de los ’70. Si bien nunca ganó un premio actoral relevante, sí se llevó un Emmy en 1977 por un especial televisivo del músico y compositor Paul Simon.

Al cine llegó más tarde. Difícilmente imaginaba que su primera oportunidad relevante no sería de la mano de una comedia sino de un clásico del cine de terror como El bebé de Rosemary, donde interpretó a un obstetra. Otro papel secundario en Trampa 22, de Mike Nichols, fue el preludio de su primera película importante. Se trata de Cambio de planes (The Heartbreak Kid , 1972), en la que Grodin se puso en la piel de un flamante marido que, durante su luna de miel, se enamora perdidamente de una mujer que no es su esposa. Suena a comedia machirula, pero nada más lejos: la película de la hoy olvidada Elaine May –con quien Grodin volvería a trabajar en el fracaso que fue Ishtar (1987)-- propone una historia romántica amarguísima, introspectiva y desencantada sobre un hombre casado con alguien a quien desconoce. ¿O es él quien no sabe quién es? The Heartbreak… tuvo una remake en 2007 dirigida por los hermanos Farrelly y con Ben Stiller como protagonista, otro especialista en interpretar a buenos tipos superados por las circunstancias.

Los años ’70 continuaron con trabajos en Broadway y en varias películas muy populares, como King Kong –era el capitán del barco que traía al mono desde la isla–; El cielo puede esperar, de Warren Beatty, y Real Life, de Albert Brooks. En los ’80, enamoró a la cerdita Peggy en La gran aventura de los Muppets, se puso al mando de Gene Wilder para La mujer de rojo (1984), estrenó una película con guion de su autoría (Esto no es Hollywood, 1985) y compartió cartel con Steve Martin en Un tipo solitario (1984) y con Robert De Niro en Fuga a la medianoche (1988). 

Con Robert De Niro en Fuga a la medianoche

En 1992, incursionó en la comedia blanca y familiar con Beethoven, un sorprendente éxito de taquilla que tuvo su secuela un año más tarde. Pero luego se distanció del cine para dedicarse a otros proyectos. Escribir, por ejemplo. O tener su propio talk show (The Charles Grodin) en un canal de alto encendido como NBC durante cuatro años. 

Sus últimos trabajos fueron en roles secundarios en películas con grandes elencos, como Mientras somos jóvenes (2014), de Noah Baumbach, con Ben Stiller, Naomi Watts y Adam Driver, Un nuevo despertar (2014), de Barry Levinson, con Al Pacino, Greta Gerwig y Dianne Wiest, y The Comedian (2014), con Robert De Niro y Danny DeVito.