La coyuntura se complejiza y poco a poco se van tensando los ánimos. Los médicos advierten y la población muestra señales de fatiga. Próximos eventos tradicionalmente multitudinarios como los actos por el bicentenario de la muerte de Martín Miguel de Güemes el 17 de junio, o las elecciones provinciales del 4 de julio, ponen en jaque el tablero social y político de cara al distanciamiento social en Salta.

El Comité Operativo de Emergencia determinó que desde hoy nueve departamentos entran en confinamiento hasta el 30 de mayo, de acuerdo a lo dispuesto por el Gobierno nacional para los lugares en alto riesgo epidemiológico: Capital, Metán, Cerrillos, Rosario de la Frontera, Cachi, Rosario de Lerma, La Candelaria, La Caldera y Chicoana

En los últimos días el Covid registró picos alarmantes. Como espejo de la situación a nivel nacional, comienzan a tomarse mayores restricciones con el objetivo de controlar la segunda ola que parece instalada en la provincia. Las notificaciones de Covid positivo esta semana fijaron un nuevo piso y ya rebasan los 500 casos por día, mientras que las consultas de personas con síntomas compatibles con el virus, duplican estos números.

El presidente del COE, Francisco Aguilar, señaló que la mortalidad bajó un 66% respecto al año pasado. "Eso muestra que la vacunación está dando resultados. Pero la cantidad de casos diarios también muestra que aún la sociedad no aprendió a convivir con el virus, necesitamos que toda la sociedad refuerce las medidas de prevención y respete las medidas vigentes". Según los últimos registros, la provincia alcanzó la aplicación de 292.402 vacunas, sobre un total de 367.946 recibidas.

Historias en Primera persona

Martín Linares vive en la Ciudad de Salta. Se contagió Covid en enero de 2021 cuando la curva de contagios no era elevada y el relajamiento social era un hecho. Una simple reunión familiar, de menos de 10 integrantes, fue el detonante de una cadena de contagios: “Mi hermana había tenido una reunión de trabajo unos días antes. Nos juntamos el domingo a comer un asado por el aniversario de mis padres y ya el lunes a la tarde nos confirma que era positiva. Yo quedé aislado aunque no tenía síntomas. Sin embargo al octavo día empece a sentirme mal. Dolor de cabeza, pérdida del olfato y del gusto. Por suerte no me atacó la respiración, pero sentía un cansancio extremo. Me daba sueño, me dormía en la silla”.

Martín cuenta con pesadumbre su padecimiento pero pone énfasis en el contagio de su padre aquella misma tarde “Mi papá la pasó muy mal cuando nos enfermamos en la familia. Habiendo pasado los 14 días de aislamiento seguía sintiendose mal. Fue a consultar un especialista y le detectaron una pulmonía bilateral. Lo internaron de inmediato y estuvo mas de 10 días con oxígeno. Nos atacó de una forma muy desigual a la familia”.

Los relatos de otros pacientes coinciden en el papel que juega "la cabeza", especialmente cuando son derivados a terapia intensiva. Allí la muerte deja de ser un concepto abstracto y la pregunta "¿Seré yo el próximo?" retumba entre quienes se les complicó el cuadro médico y la pelean ayudados por el oxígeno, elemento vital que en el pico de casos del año pasado llegó a escasear.

Julia Pizola es médica en el hospital San Vicente de Paul de la ciudad de Orán, Institución de referencia para el Departamento más poblado de la provincia después de la capital.

“La pandemia ha tenido varias etapas. En agosto-septiembre, tuvimos una afluencia de casos importante. Fue impresionante lo que nos pasó realmente. Con un sistema de salud que estaba endeble, desabastecido, sin estructura, sin recurso humano, el covid realmente hizo estragos. Tuvimos un índice de letalidad muy grande. Después de octubre, empezaron a bajar hasta el día de hoy, que lentamente se vuelven a disparar el número de casos”.

El temor que relata Pizola está latente “nosotros en agosto teníamos que elegir quien tenía oxigeno, decidir quien tenía un respirador. Con solo ocho respiradores todo se desbordó. Ese contexto hoy no lo tenemos pero el riesgo es que se vuelva a repetir, es un temor real que tenemos los que trabajamos en salud. Está llegando el frío y los casos van aumentando”.

También en el norte de la provincia, específicamente en la localidad de Tartagal, la enfermera y periodista Mabel Carrizo comenta, “acá siempre vemos todo por TV, en el sentido que se pensaba que no iba a llegar el Covid. Entonces la gente no lo tomó en serio. Sin embargo cuando comenzaron a darse los casos, fue un escándalo. Toda la población alarmada porque la situación era desesperante en los hospitales. La gente nos pedía a nosotros, como periodistas, que estemos cubriendo para que se visibilice la situación”.

En esta segunda ola hay un poco más de conciencia. Lo que sucede también es que se están haciendo testeos, pero la gente va muy poco. No sirve poner el centro fijo, hay que salir a buscar al virus porque la gente no quiere el aislamiento. Y esto tiene que ver con muchas cuestiones, entre ellas, los trabajos informales, la precarización, las changas. En Tartagal es impresionante el hambre que hay. Los subsidios ayudan, pero esto es algo muy grave que viene de los '90", enfatiza Carrizo.

La médica oranense Julia Pizola agrega a la situación la complejidad por la que atraviesan los trabajadores de la salud: “El año pasado, a partir de relevamientos que hicimos, pusimos a funcionar un gabinete de salud mental para los trabajadores de los hospitales porque notamos que el 99% refería situaciones de angustia, depresión, ansiedad, signos de lo que es un “trabajador quemado”. Un trabajador que no tuvo licencias, no tuvo feriados, que está sobre-exigido, sobrecargado y con el temor permanente de contagiarse y llevar el virus a la casa.”

Desde el inicio de la pandemia Salta acumula 39.934 casos confirmados. Si bien estos números a escala nacional oscilan en un rango intermedio, lo cierto es que en sistemas de salud endebles y con poblaciones vinculadas a trabajos en su gran mayoría informales o precarizados, las variables en conjunto, prenden las señales de alerta.

Con eventos masivos en las próximas semanas y una población acostumbrada a la vida social, el desafío salteño para frenar la curva será generar un balance entre la cordura política y la conciencia ciudadana.