“Argentina tiene que pensar su hoja de ruta en la tecnología del hidrógeno, seguramente con un primer paso en el hidrógeno azul, que es en base al gas natural. El desafío es construir consensos en un área estratégica para tener políticas públicas que trasciendan a este gobierno”, indicó a Página/12 Ana María Llois, doctora en Física, investigadora del Conicet y miembro del Consejo Económico y Social (CES) que encabeza Gustavo Béliz, secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia. Uno de los ejes de trabajo del CES es la elaboración de la “Estrategia Nacional Hidrógeno 2030”.

“Vamos a desarrollar los estudios, las propuestas, las opiniones y las iniciativas nacionales e internacionales para que en el próximo semestre nuestro país pueda presentar de modo consensuado una Estrategia Nacional de Hidrógeno 2030”, dijo días atrás el presidente, Alberto Fernández, durante la jornada del CES que contó con la participación de políticos, empresarios e investigadores.

El gobierno busca elaborar un régimen de promoción del hidrógeno, en forma conjunta con el sector privado y el sistema científico. Las empresas interesadas en el tema están nucleadas en el Consorcio H2AR, liderado por Y-Tec, que depende de YPF, y con la presencia de firmas como Cargill, Genneia, Loma Negra, Pampa Energía, Profertil, Scania, Siemens Energy, Tenaris, Schlumberger, Toyota, Trafigura, TGN y TGS.

"Hay un doble objetivo de abastecer mercados internacionales que tienden hacia energías mas limpias y por otro lado reconvertir nuestra propia industria para poder generar escala, promover la innovación y el desarrollo de proyectos pilotos", dicen fuentes oficiales. Se busca avanzar en un nuevo cuadro normativo que reemplace a la ley 26.123 sancionada en 2006, que nunca se reglamentó.

¿Qué es el hidrógeno?

Se trata del elemento químico más abundante, pero se suele presentar junto con otros elementos como el oxígeno, el carbono y en compuestos químicos como el agua, el amoníaco o el metano. Por ello, la producción de hidrógeno es factible a partir de muchas fuentes y con distintos procesos de transformación.

El hidrógeno se utiliza normalmente como reactivo para producción de amoníaco en la industria de los fertilizantes, en la petroquímica y la producción de metanol. También tiene aplicaciones en la industria alimenticia, siderúrgica y metalúrgica. Más del 90 por ciento del hidrógeno que utilizan esos sectores se obtiene a partir de combustibles fósiles, principalmente a través de gas natural, seguido del carbón. Su producción libera dióxido de carbono, por lo tanto contribuye al calentamiento global.

La perspectiva del hidrógeno como fuente alternativa de energía limpia implica nuevos usos y desafíos tecnológicos. El punto más ambicioso de esa agenda es el llamado “hidrógeno verde”. “Cuando se busca modificar la matriz energética aparece el problema de la intermitencia de las energías renovables. Como no se puede inyectar más energía eléctrica de la que se consume, se necesita encontrar la forma de almacenarla cuando se produce en exceso. Aquí entra el hidrógeno, porque se trata de una sustancia en la cual se puede guardar energía. Ese hidrógeno que conserva energía generada de forma limpia, se guarda y se utiliza como combustible no contaminante”, explicó a este diario Fabiana Gennari, investigadora principal del Conicet y CNEA.

El hidrógeno verde se genera partiendo la molécula de agua mediante energía renovable. “Tiene una gran perspectiva pero todavía es muy incipiente en el mundo. Hay problemas de costos y eficiencia, no es viable económicamente en este momento, pero está en la agenda global de largo plazo”, agrega Gennari.

Sin embargo, hay escalones de corto y mediano plazo vinculados al hidrógeno. Uno de ellos es el llamado hidrógeno azul, que consiste en la producción de hidrógeno a través de combustibles fósiles como el gas y también a partir de la biomasa pero en conjunto con un sistema de captación de dióxido de carbono. "Está más cercano a implementarse, pero todavía hay muchísimos desafíos tecnológicos, entre ellos la eficiencia energética, porque la captación de CO2 requiere energía, cuyas emisiones pueden superar a la ganancia obtenida por la captación”, indica Gennari

¿Qué rol va a jugar?

Hay varias estimaciones internacionales en danza alrededor del hidrógeno. El Consejo del Hidrógeno considera que en 2050 el hidrógeno en sus diferentes presentaciones puede alcanzar el 18 por ciento de la demanda final de energía, mientras que el banco de inversiones Goldman Sachs calcula un escenario de aceleración de la transición hacia la economía del hidrógeno mucho más agresivo. Uno de los países más avanzados en su estrategia en torno al hidrógeno es Alemania. De los 130 mil millones de euros que componen el paquete de estímulo fiscal alemán anunciado en junio de 2020, unos 9 mil millones, alrededor del 7 por ciento, se destinó a la expansión del hidrógeno verde. 

La Unión Europea considera al hidrógeno verde como una prioridad y tiene el objetivo estratégico de instalar al menos 6 GW de electrolizadores de hidrógeno verde y producir hasta un millón de toneladas de aquí a 2024. Ello equivaldría a cerca del 1,4 por ciento del total de hidrógeno producido a nivel mundial en la actualidad, estimado en unas 70 millones de toneladas. En una segunda fase, la Unión Europea se propone instalar 40 GW de electrolizadores hasta 2030”, dice el reciente paper de Fund.ar “Políticas de desarrollo Productivo Verde para la Argentina”.

Por otro lado, hay una perspectiva de uso del hidrógeno en la movilidad, especialmente en transporte pesado como colectivos, barcos, trenes y aviones. La competencia con la tecnología eléctrica hace que el hidrógeno por ahora no sea rentable para vehículos livianos.

¿En dónde está parada la Argentina?

“Argentina cuenta con un potencial enorme y prácticamente único en el mundo gracias a los abundantes recursos gasíferos y la red de distribución asociada, los altos niveles de varianza solar en el norte del país, los vientos de la Patagonia y la experiencia en la energía nuclear. A la vez, hay que sortear grandes escollos en materia de incertidumbre económica, financiera y tecnológica”, evaluó Javier Papa, subsecretario de Planeamiento Energético del Ministerio de Economía.

La potencialidad argentina pasa en el corto plazo por la disponibilidad de recursos para la producción de los distintos tipos de hidrógeno y en particular el horizonte gasífero en Vaca Muerta junto con las redes de gasoductos existentes, ya que el hidrógeno en determinada proporción con el metano puede ser transportado en las redes.