El femicidio de Araceli Fulles también reveló irregularidades en la actuación de la Policía Bonaerense. Tras una investigación de Asuntos Internos, tres agentes fueron apartados momentáneamente de sus funciones. Hernán Humbert, titular de la comisaría octava de San Martín y el oficial principal de la quinta seccional de la misma localidad, José Gabriel Herlein, fueron separados por encabezar los rastrillajes que no dieron con el cuerpo de la joven. El tercer policía apartado es Elián Ávalos, oficial de la comisaría 5 de Tres de Febrero y hermano de dos detenidos por el crimen. En caso, dijeron voceros policiales, fue “por prevención”.

El 17 de abril, la Bonaerense inspeccionó la casa de la madre de Darío Badaracco, pero durante el operativo los policías no hallaron pruebas para inculpar a Badaracco ni tampoco indicio de que allí haya estado la joven. Diez días más tarde, los investigadores regresaron a la misma casa y encontraron, enterrado en el fondo de la propiedad, el cuerpo de Araceli. La diferencia entre ambos allanamientos generó que Asuntos Internos de la Policía de Buenos Aires apartara a los dos oficiales a cargo: Humbert y Herlein, de la comisaría octava y quinta de San Martín, respectivamente.

“Entre ambos rastrillajes hubo una clara diferencia. La primera vez le correspondió sólo a la Policía Bonaerense. Luego, por insistencia de Marcelo Cisneros –hermano de Araceli–, se volvió de nuevo a la casa, esta vez, con otros actores que participaron del allanamiento. Entre ellos estaban los Bomberos Voluntarios de Punta Alta y la patrulla de Participación Ciudadana de San Martín. Incluso, en este operativo, la Policía llegó más tarde”, dijo a este diario una fuente cercana al intendente de San Martín, Gabriel Katopodis.

La presencia de los Bomberos resultó fundamental en el hallazgo del cuerpo. En diálogo con PáginaI12, el jefe de sección de los Bomberos de Punta Alta, Raúl Rodríguez, indicó que “una vez que la Fiscalía ordenó ingresar a la casa, uno de nuestros perros entrenados para rastrillar disparó hacia el fondo y se sentó en una fosa de cemento y tierra”. Debajo de la marcación estaba el cuerpo de Araceli. Rodríguez indicó que “Katopodis pidió específicamente que viajemos a San Martín para participar de la búsqueda” y agrego que “no tengo la certeza de si en el anterior rastrillaje hubo o no perros entrenados, pero todo parece indicar que no. Cualquier perro lo hubiera encontrado”.

Un vocero del Ministerio de Seguridad bonaerense dijo que “en todos los operativos para buscar a Araceli se incluyeron todos los equipos de la Policía, incluso los perros para rastrillar”. El vocero indicó a este diario que “en el primer allanamiento en la casa de José León Suárez se pudo haber pasado por alto el cuerpo, o bien, que lo hayan enterrado después. Tampoco le podemos echar la culpa a un perro por no haber olfateado”. Sin embargo, la versión policial fue desmentida por funcionarios de la Municipalidad de San Martín. “¿Si hubiéramos visto que el accionar policial era completo tal como dicen, entonces, por qué pedimos ayudar externa? Quizás, en este crimen, la Bonaerense quería mirar para otro lado”, dijo un funcionario municipal.

En tanto, en el caso del policía Ávalos, hermano de Jonathan y Emmanuel, detenidos acusados de ser cómplices de Badaracco, un vocero de la Bonaerense advirtió que “fue apartado, y no desafectado, de la fuerza de seguridad por una cuestión de prevención”. La hipótesis de la investigación que lleva la Unidad Fiscal 2 de San Martín es que el policía Ávalos alertó a Badaracco sobre el hallazgo del cuerpo de Araceli. Lo habría hecho con el tiempo suficiente como para que el sospechoso escape junto con su familia.

Informe: Jeremías Batagelj.