“Antes de empezar, dejame recordarte. No conocés a esta gente. Quedate conmigo y dejame que te guíe”. Soliloquio introductorio para la protagonista de Blindspotting cuyo primer episodio está disponible desde ayer en StarzPlay (habrá un episodio por semana). Ashley (Jasmine Cephas Jones) se despacha con ese cachetazo, mira a la audiencia rompiendo la cuarta pared, segundos antes de visitar a su pareja en prisión. La jerga rapera y su condición de clase enlazan a la protagonista con el inolvidable Mookie de Haz lo correcto. En realidad, toda la ficción, creada por Rafael Casal y Daveed Diggs, remite a aquella seminal obra de Spike Lee por su desfachatez visual y rítmica, la explosión de tópicos sociales, colores y dramas. Ashley, entonces, será faro y un barco que busca no hundirse.

La historia de Blindspotting es peculiar. En 2018 se convirtió en una de las películas indies y festivaleras mejor recibidas en los Estados Unidos (Barack Obama llegó a elegirla como una de sus favoritas de ese año). El relato exponía los tres últimos días de un sujeto en libertad condicional mientras abordaba el racismo sistémico en los Estados Unidos, la violencia policial, y la gentrificación en esa zona de la Bahía de San Francisco. Embarcados con este proyecto, sus creadores tomaron una decisión audaz. El spinoff mantiene el tono del registro pero cambió el foco de atención centrándose en la novia de Miles (interpretado por el propio Casal).

El regalo de año para Ashley será el encarcelamiento de su pareja por estupefacientes. “¿Te alcanzo un cepillo de dientes?”, pregunta la mujer. “No me voy a un campamento de verano, bebé, me voy a prisión”. A la protagonista no le quedará otra que mudarse a la casa de su suegra (una reaparecida y querible Helen Hunt), buscar un nuevo trabajo, criar sola a su hijo y plantearse seriamente la relación con el padre de su hijo. Otro de los conflictos es la relación picante con su cuñada, Trish (Jaylen Barron), quien lleva adelante un emprendimiento comercial de videos hot y anda perreando por toda la casa con su grupo de amigas.

Las vivencias en el barrio se coronan con algunos quiebres estéticos muy llamativos. El director Seith Mann añadió algunas secuencias coreográficas (danza contemporánea y breakdance) que generan un efecto inmersivo para el espectador. Estas postales aisladas, más que romper el verosímil, están allí para situar en el trance de una mujer a la que el presente le está jugando una muy mala pasada. Como si La la land se readecuara al discurso y los protagonistas del movimiento Black Lives Matter. Algo parecido sucede con el humor, que aquí es el calzador de un drama áspero. Ahí está la escena en que un exconvicto le aconseja al hijo de Ahsley lo que debe hacer frente la policía luego de haber cometido una travesura.

Diggs y Casal definieron a Blindspotting como una declaración de amor mugrienta y real a la zona donde crecieron. También dejaron en claro que no querían repetir el tópico de la vida post carcelaria sino en el modo que afecta a sus seres queridos el hecho de tener un miembro tras las rejas. “Estamos incorporando gran parte del mismo paisaje sonoro y musical que hicimos con la película para llevar a la gente a un sentido de lugar. Nos enfocamos a que sea hiperespecífico en su universalidad, así que intentamos hacer que el programa sea tan jodidamente de la Bahia y basarlo en algo que sabemos que es cierto. Una vez que construimos un mundo, podemos llevarlo a cualquier parte. Estamos emocionados de ver hasta donde”, dijo Casal.