“Los poetas siguen tejiendo la memoria histórica del país y aportan su grano de arena para desatar el cambio que tanto requiere la sociedad colombiana”, dice el poeta Henry Alexander Gómez, cofundador y editor de la revista digital La raíz invertida y uno de los organizadores del Primer Encuentro Internacional de Poesía “Ciudades invisibles”, que se celebrará de manera virtual del domingo 20 hasta el domingo 27, con la participación de más de 60 poetas de América Latina y España, como las mexicanas Carmen Boullosa y Coral Bracho, las argentinas María Teresa Andruetto y María Negroni, el uruguayo Alfredo Fressia, el colombiano Pablo Montoya y el español Juan Carlos Mestre, entre otros. El cierre estará a cargo de Piedad Bonnett (Colombia), Marco Antonio Campos (México) y Diana Bellessi (Argentina).

La programación incluye lecturas de poesía y diversos debates. “Ciudades invisible” es organizado conjuntamente por el sello editorial El Ángel Editor, de Ecuador; El Suri Porfiado, de Argentina; la revista digital La Raíz Invertida, de Colombia y la Fundación Cultural Esteros, de Uruguay. “Nos pareció que el título de Ítalo Calvino venía muy bien para marcar la desterritorialización a la que nos lleva esta pandemia”, explica el poeta y editor salteño Carlos J.Aldazábal, de El Suri Porfiado. “Queríamos hacer un encuentro virtual que volviera a despertar el interés de los primeros meses de confinamiento. Y la idea de una ciudad de aire, una ciudad invisible, una ciudad no ciudad, sin lugar de pertenencia, nos pareció una metáfora lo suficientemente poderosa para lanzar esta convocatoria que se organiza desde la encrucijada de cuatro países de América del Sur, una virtualidad sin ciudades, y al mismo tiempo con todas las ciudades de la poesía que habitan el lenguaje común en el que nos expresamos”, plantea Aldazábal a Página/12.

La poesía probablemente sea uno de los géneros más leídos durante la pandemia. “Cuando el único paisaje posible se vuelve el monitor de una computadora, la poesía, ayudada por la imaginación que la alimenta, viene a abrir las puertas a otras realidades, a otras experiencias, y eso es un modo de volver a reunirnos a pesar del distanciamiento obligado, de volver a ser en lo gregario: ficción de abrazos, traducida en palabras, que el aislamiento nos niega”, reflexiona el poeta salteño. “Las personas buscan en la poesía esa experiencia que nos hace humanos, lo elementalmente humano que nos define como especie y que trasciende las diferencias culturales. Es esa universalidad en la diversidad lo que hace de la poesía una fuerza poderosa, capaz de atravesar tiempos y espacios, y de sobreponerse a crisis y pandemias”, agrega Aldazábal.

“La poesía siempre ha triunfado en épocas de crisis. El arte ha sido determinante en las realidades más terribles de la humanidad. Crisis y creación van de la mano”, afirma el poeta y editor ecuatoriano Xavier Oquendo, de El Ángel Editor. “La poesía en nuestro idioma sigue un curso vertiginoso y con mucho poder y aceptación. Creo que este tiempo ha permitido crear y consolidar nuevos lectores, nuevos ‘escuchas’ de poesía a través de las redes sociales. La digitalización de los discursos poéticos es también un recurso que podríamos reconocer como positivo para acercar de manera distinta un poema. Estas épocas han sido de mucha participación en las plataformas digitales: las lecturas de poesía son un asunto prácticamente diario en esta nueva realidad”, precisa Oquendo.

“Ahora, cuando lo exterior y lo interior se desdibujan, y por momentos se siente no poder ya hacer pie, real o simbólicamente, quizá la introspección necesaria para crear sea más imprescindible que nunca. Son tiempos para cobijarse en la poesía o incluso hacer que ella dé cobijo a otros ante las carencias todas de un mundo que brega, en infinitos órdenes, por reconstruirse”, subraya Carolina Zamudio, poeta y ensayista argentina que vive en Uruguay, creadora de la Fundación Cultural Esteros, una institución sin fines de lucro que promueve la creación y la literatura. “Este cataclismo, con todas sus aristas funestas, no ha hecho más que acelerar los pronósticos agoreros sobre lo digital; pero, a la vez, ello mismo permitió que los miembros de cada tribu se unieran en sus propios rituales. Allí la poesía en lo cotidiano ha salido airosa y, sobre todo, se ha democratizado. ¿Qué permanecerá de todo lo escrito hoy? Será necesario, como siempre, que el tiempo transcurra y la distancia histórica permita discernir entre la poesía de anecdotario y la belleza”, advierte Zamudio.

“Vivimos uno de los momentos más complicados en la historia reciente colombiana”, confirma el poeta y editor Henry Alexander Gómez. “Una de las promesas de campaña del actual gobierno fue ‘hacer trizas los acuerdos de paz’ y, desafortunadamente, lo ha estado cumpliendo. La reforma tributaria simplemente fue el detonante de una profunda crisis social que ya se venía gestando, incluso desde antes de la pandemia. Este gobierno ha sido incapaz de gobernar, su postura se ha caracterizado por la indolencia y por hacer oídos sordos a la crisis y el llamado de atención por parte de la sociedad civil. Hoy tenemos debilitadas casi todas las instituciones sociales, lo que ha desencadenado una represión desmedida del estado a las movilizaciones. Esto último se refleja en la violación sostenida de los derechos humanos por parte de la fuerza pública (asesinatos, violencia sexual, desapariciones y hasta torturas) con la complicidad o la permisividad de miembros del gobierno”, denuncia el poeta y editor y comenta que los poetas colombianos han estado “muy activos” participando de las marchas y realizando “mítines poéticos” que buscan reflexionar sobre lo que está sucediendo.

El poeta y ensayista colombiano Hellman Pardo cuenta que hace poco más de un mes surgió el movimiento “Disipados y moleculares”, un grupo poético que manifiesta “las preocupaciones de millones de colombianos ante los vejámenes del gobierno”. El grupo organiza conversatorios, discusiones y recitales con poemas creados en el instante, “para hacernos escuchar ante oídos apagados”, aclara Pardo. “La poesía colombiana es testimonial, doliente, pero también está abocada a la resistencia”.