El viernes pasado fue el último programa de A todo tango, el envío radial que Gerardo Quilici sostuvo de manera ininterrumpida, de lunes a viernes en Radio 2, durante 37 años. En verdad, la trayectoria es mayor, A todo tango reúne 52 años de vida. La decisión de interrumpir el programa viene de la mano del conductor, a partir de directivas emanadas de la emisora de Televisión Litoral. “Fue sorpresivo. Todo se debe a que hubo cambios en la grilla. Con motivo de la pandemia hago el programa desde mi casa, no estaba en contacto diario, aun cuando en el horario de la noche tampoco tenía contacto con mucha gente. Me llamaron para decirme: ‘Gerardo, van a haber varios cambios’, y me vino el detalle. Cuando llegamos al horario de la noche me informan que de 22 a 24 va a estar el programa de Nora Covalcid, cuando yo estaba de 23 a 1. Y me dicen: ‘el tuyo va a ir desde la 0 hasta las 2 de la mañana’. Mi reacción fue inmediata: ‘No acepto. Si éste es el caso, renuncio’”, explica Quilici a Rosario/12.

Y agrega: “No me puedo quejar de la radio, nunca tuve exigencias comerciales y trabajé siempre en absoluta libertad; pero al correrme de horario de esta manera, me matan; cuando además yo dependo de algunas pocas publicidades. Trataron de convencerme pero dije que no. Me propusieron un programita corto los fines de semana, pero me pareció una forma de menospreciar, si se quiere, el trabajo mío de tantos años. Desde 1984 que estoy en Radio 2 y llevo 52 años ininterrumpidos con el programa. Si pasé a ser un referente o un clásico en los medios rosarinos, es algo que pasó sin proponérmelo. Por eso, me sentí menospreciado y menoscabado. Pucha, qué lástima, pero así se dieron las cosas”.

-Uno supone que prevalece la imposición de una lógica que no respeta nada y a nadie.

-Es como son los medios, o por lo menos la gran mayoría. Al tango lo ignoran completamente, a partir del gran negocio que hay de por medio con la industria del entretenimiento y la industria del disco. Además, tiene que ver con despersonalizar, con quitar la identidad, y eso es algo muy grave, es terrible, y sucede desde hace muchísimos años. Para comprobarlo, es suficiente con recorrer el dial o los distintos canales de televisión, el tango está ausente. En lo personal, me duele muchísimo.

-Lo que tiene a su favor es la respuesta del público.

-Es algo que me sorprendió, si bien siempre supe que hay una cantidad muy grande de oyentes que me sigue. Cuando dije que era mi última semana, fue un aluvión de llamados y de quejas. Por supuesto, hubo muchos mensajes que por razones obvias no pudieron leerse, fue tremendo. Esto fue un doble golpe. Por un lado, un golpe emocional, porque realmente me pregunto cómo se ha logrado tanto. Por ahí uno lo intuye o palpita, pero no espera que sea de este modo. Y por otro lado, la misma expresión de los oyentes, sobre la importancia de la compañía en la noche, todos deseándome que pueda resurgir en otro medio de comunicación, “porque esté donde esté lo vamos a seguir”. Como diciendo, “los oyentes no somos de la radio, somos tus oyentes”. Eso es una gratificación muy grande.

-De manera que la intención de seguir adelante con A todo tango está.

-Mientras el cuerpo aguante, sí. Te tengo que ser sincero. Empecé en 1969, y hoy en junio de 2021, cuando me pongo a armar un programa, lo hago con el mismo entusiasmo de la primera vez. Me pongo a investigar, a idear qué vamos a pasar. Siempre tuve una especie de premisa: no hay tango viejo o tango nuevo, hay buen tango o regular. Siempre paso por todas las épocas. Si venís a mi casa, tengo un museo de tango, y la discoteca que utilizo en la radio la estoy bajando constantemente a mp3, la música va al programa en este formato. Es un laburo, pero es muy interesante. Como mi archivo es solo mental (risas), por ahí me encuentro con cosas que no recordaba. Tengo una inmensa colección de discos de vinilo, y al recorrerlos me doy cuenta de que había alguna joyita o una perlita.

-Con la atención puesta en compartirlas.

-En todos estos años no he vivido del tango, sino para el tango. Pasé momentos económicos muy malos con este berretín que tengo desde la juventud. Si hay algo que me halaga y llena de satisfacción, es el cariño inmenso, tal vez porque siempre fui sincero desde lo que hice y hago desde los medios. Soy como soy. Y felizmente me he ganado el cariño y afecto de muchísima gente. Te das cuenta cuando caminás por la calle y por el modo en que te saludan; todavía me reconocen, de cuando hacía los micros de tango en De 12 a 14. Eso es lo más importante que he recogido a través de tantos años. Incluso ahora que pasó esto, y se lo comenta tanto en las redes, he recibido la sorpresa de mensajes de compañeros de la radio de la década del ’80, que no están más en Rosario, y que se han solidarizado. A pesar de la amargura que me da tener que dejar la radio, porque fue mi segunda casa, está la satisfacción de recibir toda esta onda afectiva.