El Ciclo de Cine Internacional Online que ofrece El Cairo Cine Público en su sitio web, incluye cuatro películas al ritmo de un estreno semanal, todos los viernes y con acceso libre y gratuito. El film que tiene lugar por estos días –el segundo del ciclo– es El día después (Geu-hu, 2017), del laureado surcoreano Hong Sang-soo. Su cine es más o menos familiar al espectador argentino; de hecho, una de las ediciones del Bafici, en 2013, llegó a dedicarle una retrospectiva completa y un libro: El director desnudado por sus pretendientes.

El día después se sitúa de manera cercana a su producción más reciente, y reincide en temáticas que el realizador explora siempre con una aproximación fresca. Esto es notable, porque se trata de un director que parece despojarse progresivamente de lo que le resulta superfluo. El film en cuestión es un buen ejemplo: escenas resueltas en plano-secuencia, acercamientos por zoom (su recurso típico, así como atípico para el cine en general), y planos/contraplanos a través del movimiento de la cámara. El blanco y negro agrega su pátina gris al dilema irresuelto que atraviesa el personaje, sobre el cual triangulan tres mujeres.

El film de Hong Sang-soo trata sobre un editor que se debate entre su esposa y la amante. Pero hay alguien más, una nueva empleada ocupa el lugar de secretaria que dejó vacante su amante. ¿La relación está rota? Lo que importan son otras cuestiones: levantarse temprano, correr hasta llorar, la sospecha de la esposa, la entrevista de trabajo con la nueva empleada. Asoman, por eso, espacios en blanco, que mejor será comprender como ecos y reflejos que las situaciones procuran.

En este sentido, El día después está lejos de contar una historia de acción-reacción tradicional. Apela a variaciones. Lo que lleva a una indagación que parece confundir realidad con ficción, como una ensoñación de lo vivido y de lo que podría ocurrir. Algo que bien podría estar cifrado en la lectura de un libro –situación en la cual la película repara de manera explícita–, con él como lector pero también –y esto es crucial– con ella, la nueva secretaria, como lectora. Porque aun cuando el film privilegie el conflicto interno de este hombre de mujeres desencontradas, hay una escena donde el eje cambia y es ella, y nadie más, quien la protagoniza. ¿Quién lee a quién?

En este devenir espiralado, las escenas se reiteran con pequeñas oscilaciones, con modificaciones que incluso los mismos personajes a veces no notan. Hasta que caen en la cuenta, a la manera de un déjà vu, de algo del orden de lo repetido o de lo casi igual. Y con una precisión que destaca en la construcción el guion, sea a través del falso raccord (secuencias temporalmente diferentes pero confundidas); la inexistencia de plano alguno en donde mujer y amante realmente se crucen, entreveren o discutan (es probable, ¿por qué no?, que alguna de las dos no exista); o por medio de la referencia a su hija, nunca vista (y que agrega una mujer más a su entorno). Pero también a través de una pregunta que la nueva secretaria le hace y él no sabe responder: ¿para qué vive? Hay que esperar al desenlace para escuchar, en un diálogo similar a los anteriores, una respuesta. Allí, la película puede concluir.

El día después estará disponible hasta el jueves próximo. A partir del viernes podrá disfrutarse de La acusación (Court, 2014), del realizador indio Chaitanya Tamhane, película que cuenta con un prestigioso reconocimiento internacional y que fuera premiada como Mejor Película en Competencia Internacional en el Bafici 2015. Entre los méritos del film de Tamhane está el de remitir al cine de juicios, pero desde un verosímil desacostumbrado por estar enmarcado en la realidad de la India. Sus colores y cosmogonía, los rituales cotidianos y laborales, acompañan este film donde un cantautor popular es acusado de incitar al suicidio a un ciudadano a partir de escuchar una de sus canciones. Puestas las pesquisas en juego, la película desoculta un proceder sostenido, de varias acusaciones similares, sobre el cantante, en quien se cifra una problemática mayor, con el arte como lugar en jaque, a través de todo un entramado judicial orquestado para someterlo.

Hay varias cuestiones a atender. Por un lado, la atención primera en la música del cantor, de lírica crítica y combativa, como lugar desde el cual desplegar el contrapunto del argumento. Por otra parte, la secuencia dedicada a la puesta teatral de una obra que ratifica humorísticamente el desprecio hacia los inmigrantes que una sala llena aplaude. La ficción de las tablas oficia, así, como espejo de la pantomima que sucede en el juzgado. A su vez, el rol del cantor popular tiene mucho de biográfico. Fue interpretado por Vira Sathidar, un activista de vida similar al personaje, que denunció sostenidamente el abuso económico sobre las castas más desfavorecidas de su país. Lamentablemente, Sathidar falleció en abril pasado por complicaciones relacionadas con covid. Ver esta película hoy se vuelve un reconocimiento aún mayor a una vida donde el canto y el baile fueron parte de sus consignas.

El ciclo de El Cairo concluirá con la inclusión de La biblioteca de los libros olvidados (Le mystère Henri Pick, 2019), dirigida por Remy Bezançon, y que estará disponible durante la semana que va del 2 al 8 de julio.