Había que ganar y se ganó. La frase, repetida una y miles de veces cuando hay que obviar que se jugó mal, bien podría aplicarse al triunfo de este lunes de Argentina sobre Paraguay, por 1-0 con gol del "Papu" Gómez por la tercera fecha de la Copa América de Brasil. Es que con modificaciones para medio equipo, la disposición del fixture y el finalmente asegurado pasaje a cuartos de final, el triunfo era innegociable... Y el cómo, en consecuencia, otro cantar, mucho más desafinado.

En una nueva noche histórica para Lionel Messi, quien alcanzó a Javier Mascherano como el futbolista con mayor cantidad de presencias en la Selección Nacional, con 147, Argentina sintió la rotación y salida de varias de sus piezas más estables del ciclo que comanda Lionel Scaloni. Sin Rodrigo De Paul, Nicolás González y Lautaro Martínez (también salieron Marcos Acuña y Giovani Lo Celso), la movilidad fue un bien escaso de mitad de cancha para adelante, tanto así como la presión en ataque. Más aún teniendo en cuenta que tres de los ingresados, Angel Di María, "Papu" Gómez y Sergio Agüero, hicieron gala de sus 33 años de edad y, sobre todo, de su poco apego a la función defensiva.

Claro que los años no fueron excusa suficiente para justificar el angustiante partido argentino. Messi, también con sus 33 e incluso el desgaste de las presentaciones anteriores, fue el más inquieto del veterano cuarteto, aunque cuando se encontraba con la pelota lo hizo casi en mitad de cancha. Fue todo muy individualista lo de la Selección en ataque, a excepción del tanto del 1-0, un verdadero golazo. Di María-Messi-Di María-Gómez. Esa fue la ruta del gol albiceleste, uno que tuvo varias virtudes: el rompimiento inicial de Messi; la visión de Di María aprovechando su juego a pierna cambiada por la derecha; la aparición sorpresiva del Papu por derecha y dentro del área, sin mencionar, o mejor dicho mencionando, su excelsa definición; y la presencia tanto de Molina (de muy buen partido) y de Tagliafico en ataque para llevarse marcas.

No pasó demasiado del 1-0 para que Paraguay se adueñe largamente de los hilos del encuentro ante la tibia presión albiceleste. De todos modos, el peligro que llevó al arco de Emiliano Martínez fue bien desactivado por el uno marplatense, dueño de una excepcional capacidad para dominar el juego aéreo.

Lionel Scaloni intentó activar a los suyos metiendo mano en el banco en la segunda parte. El primero en irse fue Agüero, luego de que fuera superado en dos tiros de esquina consecutivos con saques cortos de Paraguay cuando era el designado para marcar esa jugada. El Kun tampoco estuvo fino en lo suyo: cuanto todo estaba 0-0, la defensa guaraní le regaló un mano a mano insólito con el arquero, pero el flamante jugador de Barcelona dominó, se dio vuelta y definió mordido por arriba del travesaño. Algo así -salvando las consecuencias- de la perpetuamente recordada jugada de Higuaín vs. Alemania en Brasil 2014.

Luego fue el turno de salir para el "Papu" Gómez y, más tarde, para Paredes -se mostró muy incómodo tirando a la izquierda de Rodríguez- y Di María, de mucho desgaste al hacer la banda. Pero la tónica del encuentro ya estaba sentenciada: a Argentina le tocaba sufrir, ya sea por decisión propia o voluntad ajena, y bregar que a los talentosos Almirón o Romero no se les prenda la lamparita, algo que finalmente no ocurrió. Claro que lo de la Selección tampoco fue mucho más luminoso. Ahora, con fecha libre y cierre de la fase de grupos el lunes 28 ante Bolivia, hay tiempo para reacomodar las ideas y recuperar energías, a la vista el principal objetivo de Scaloni y su planteo.