Desde chico, a Dante le gustaba “todo lo relacionado con la electricidad y el mecanismo de las máquinas”. Por eso decidió estudiar Ingeniería, aunque en un principio se había inclinado por ser contador. Hizo el secundario en una escuela técnica en su Castelli natal, en la provincia de Chaco, donde reside su familia, miembro de la comunidad qom. El Programa de Pueblos Indígenas de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), que otorga becas a estudiantes de comunidades originarias, le abrió la posibilidad de seguir una carrera en una casa de estudios superiores. Así consiguió ser el primer ingeniero con orientación electromecánica del pueblo qom que egresó de la Facultad de Ingeniería.

“Mientras estudiaba, trabajaba con otros compañeros en instalaciones eléctricas y aires acondicionados y a los 32 años me gradué”, cuenta Dante Castro al Suplemento Universidad y se lamenta: “Todavía sigo sin trabajo estable”.

Con poco más de 30 mil habitantes, Castelli, conocida como “Portal del Impenetrable”, pertenece al Departamento General Güemes, y entre sus actividades económicas principales se destacan el cultivo del algodón, la explotación forestal, la agricultura y la ganadería. Está ubicada a 280 kilómetros de Resistencia, donde se encuentra la Facultad de Ingeniería de la UNNE.

Dante vive en Resistencia con su esposa, Natalia, y su hija, Sofía. Su padre, Ismael, trabaja como empleado del hospital General Güemes y docente del Centro de Investigación y Formación para la Modalidad Aborigen (CIFMA). Emma Aguilar, su madre, es ama de casa, y el hermano mayor, Diego, médico del puesto sanitario El Espinillo. Su hermana Judith, estudia medicina en la Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAus).

Como parte del trabajo final de la carrera, Castro, junto con Sebastián Palacios y Pablo Conci, desarrolló un proyecto que consiste en la construcción de una máquina para moler botellas plásticas –que se tiran como residuos– y fabricar ladrillos a bajo costo.

“A partir de una reducción del volumen de esos plásticos logramos devolver un producto con valor agregado, de bajo costo y amigable para el medio ambiente, como lo es el ladrillo PET (tereftalato de polietileno), que es un gran avance dentro de la construcción ecológica”, detalla.

Después de triturar las botellas, hasta llegar a hojuelas de dimensiones satisfactorias, las partículas de PET se mezclan con cemento, agua y aditivos en una hormigonera y se vierten en una máquina moldeadora y compactadora de ladrillos. El trabajo tiene como base un desarrollo patentado por el CONICET.

En el proceso de fabricación, se utilizó de guía el libro Ladrillos de plástico reciclado publicado por el Centro Experimental de Vivienda Económica (CEVE).

El decano de la Facultad de Ingeniería de la UNNE, José Basterra, celebró que Castro sea el primer egresado como ingeniero electromecánico de una comunidad originaria y señaló que hay dos alumnos en el Programa de Pueblos Indígenas cursando esa misma carrera.

Castro trazó un panorama preocupante sobre la vida de las comunidades qom en su localidad natal: “Habitan en unos veinte barrios en los suburbios y viven de trabajos temporarios; cerca del noventa por ciento está desocupada y el resto son empleados de salud pública, municipales, algunos docentes, o se dedican a las artesanías y hacen bolsos con palmas y chaguar, que venden en ferias o salen a recorrer la ciudad”.