Diversión asegurada

Cochinchina es la apertura más ambiciosa de la gastronomía porteña en muchos años. Un lugar que escapa al lugar común, un viaje mental y gastronómico en medio del encierro. Un irse a la Cochinchina, a esa ex colonia francesa ubicada en los confines del mundo. El nombre anticipa un cruce entre Vietnam y Francia, entre un bar parisino y las calles de Saigón. La idea nació en la mente de la reconocida bartender Inés de los Santos, y sumó luego al no menos reconocido cocinero Máximo López May.

Cochinchina se define como bar, por su ambiente colorido, la música, la alucinante barra (hecha con resina y cáscaras de huevo) y las distintas situaciones que permite, desde mesitas íntimas hasta sillones, desde espacios cerrados a la amplia terraza en la vereda. Hay vinos, jugos, cerveza, pero lo mejor es ir por cócteles como Es Mui Japo (gin, sake, cordial de mirim y papel de wasabi, $550), Te Fuiste al Pasto (jugo de brote de trigo, jugo de uva verde, espumante y sal de lemon grass, $450) o el Martini Umami, el mejor Dry Martini de Argentina.

La comida coquetea con occidente y oriente, desde una selección de quesos con dulce de tamarindo ($900) hasta la charcutería franco vietnamita (con salchicha, terrina, pate, lengua, mortadela, $850). Hay platos como el delicioso arroz partido (un bowl con arroz, vegetales, algas, hongos y huevo frito, $800), la Pho-burger (hamburguesa entre fideos crocantes, $900) o la costilla vacuna cocinada por 15 horas en salsa agridulce ($2200). Son imperdibles los bahn mi, sándwiches típicos de Vietnam que resumen su influencia colonial: baguette francesa con harina de arroz y rellenos posibles como el de mostaza dijon, albóndigas de cerdo, panceta, nabo encurtido y verdeo ($850).

El lugar, ambientado por la diseñadora Eme Carranza, abunda en colores, contrastes, detalles, con carteles lumínicos, techos rojo furioso, lámparas vintage, boiserie, recovecos, espacios amplios. En el medio destaca la boutique donde se despachan pedidos de la tienda on line de De los Santos. Un caos que nunca pierde la compostura. Un escape necesario.

Cochinchina queda en Armenia 1540. WhatsApp: 11-2247-6452. Horario de atención: martes de 17 a 23; miércoles a domingos de 12:30 a 23. Menúes en Instagram: @cochinchina.bar

La cantina de Parque Avellaneda

La historia es de esas bien antiguas que imaginan una Buenos Aires de antaño: todo arranca a principios de siglo XX con la llegada de Egidio Zoppi, inmigrante del Piamonte italiano. “Mi bisabuelo abrió este lugar como un despacho de bebidas y almacén. Acá era casi campo abierto y por la ruta pasaban muchas carretas”, cuenta Danilo, un joven de 25 años que desde hace unos meses –tras el fallecimiento de su abuelo Luis, hijo de Egidio–, está a cargo de Yiyo el Zeneize, una preciosa esquina de Parque Avellaneda. “Pasé mi infancia en estas mesas sentado junto a mi abuelo viéndolo jugar a las cartas con amigos, bebiendo vino patero y comiendo conservas caseras. Cuando murió nos juntamos con la familia para despedirlo. Y con mi tío Omar nos dimos cuenta de que no podíamos abandonar esta esquina. Ahí conocimos a Maxi Luque y Cristian Díaz; ellos tenían un catering y solían parar acá para charlar con mi abuelo. Y nos asociamos con ellos”.

Con ímpetus renovados comenzaron a reordenar un salón que funciona como museo histórico y familiar. Las vitrinas exhiben radios viejas, documentos y cartas, bocetos del fileteador Luis Zors, botellas antiguas de vermú y fernet, damajuanas y carteles varios, balanzas y objetos extraños como un reloj de taxi antiguo. Mientras Omar se ocupa de las conservas (hay decenas de frascos con ajíes, berenjenas, porotos, aceitunas y muchos etcéteras, Maxi diseñó un menú que juguetea con sabores clásicos locales en versión contemporánea. 

Hay tortilla con salchicha parrillera ($380), una muy buena fainá crocante con escabeche de berenjenas, pimientos y castañas de cajú ($380). El sandwichito de vitel toné cotiza fuerte (con bife de chorizo ahumado, $580) y se suman platos como la bondiola a la cacerola ($650), el goulash ($590) o la “alta milanga” a la napolitana con puré ($1300), entre más opciones. Hay también quesos y fiambres, vermú y tragos, eventos con amigos, y a veces música en vivo. 

Con un siglo de vida, Yiyo El Zeneize logra su cometido: ser el punto de encuentro barrial de sus viejos y nuevos parroquianos.

Yiyo El Zeneize queda en Av. Eva Perón 4402. WhatsApp: 11-2754-8495. Horario de atención: miércoles a domingos de 11 a 19; jueves a sábados de 19 a 23. Instagram: @yiyoelzeneize.ba

La mejor mudanza

Justo antes de que arrancara la cuarentena de marzo de 2020, Anafe estrenaba local a la calle. Una mudanza que fue mucho más que un simple cambio de ubicación. Hasta ese momento este restaurante era un secreto, una propuesta a puertas cerradas oculta en un octavo piso de un edificio de Colegiales. El nuevo local significó así multiplicar la apuesta, ganando una superficie mucho más amplia y luminosa con horario extendido y consiguiendo además una vereda que –sabiendo lo que ocurrió después– terminó siendo determinante.

Anafe es un restaurante de dueños cocineros y eso se nota en cada detalle: ellos son Nicolás Arcucci, que sumó su experiencia en Europa; y Micaela Najmanovich, que trabajó dos años en Australia. El resultado es un lugar único, de los mejores de Buenos Aires, con una cocina creativa y buena relación precio calidad. No extraña que Anafe esté siempre lleno, con reservas agotadas y lista de espera.

Lo mejor suelen ser sus platos chicos, casi raciones como para pedir de a muchas. En la carta hay clásicos de la casa como el paté con financier de castañas de cajú y chutney de peras ($160) o la pesca curada con crema ácida y emulsión de pickle de remolacha, cebolla y eneldo ($490). Se suman recetas de temporada: ahora por ejemplo salsifi a la parrilla con yogurt de miso y aceite de chilli ($650), gírgolas doradas con puré de castañas de cajú, reducción de oporto y pesto de pasas y nueces ($950) o la ricota con salsa fría de tomate, harissa y pan de masa madre a la parrilla ($475). Los platos grandes podrán ir por un risotto de farfalaj con caldo de ajo ($1000), pasta con estofado de calamar ($1000) y un plato bien carnívoro como el bife de chorizo con aceite de sésamo ($1530), entre otros. Hay que dejar lugar a los postres (omelette surprise de membrillos y helado de sambayón cubierto por merengue quemado, $600); y aprovechar la buena carta de vinos que que arranca en los $1400 del Flaneur Sangiovese y escala hasta los $13000 del Sólido Sauvignon Blanc.

Anafe es uno de esos lugares necesarios, de los que le hacen bien a la gastronomía porteña.

Anafe queda en Virrey Avilés 3216. WhatsApp: 11-5634-1978. Horario de atención: todos los días al mediodía; viernes a domingos también de noche. Instagram: @anafe.ba