Arranca hoy la última semana del juicio que se lleva adelante contra el sacerdote Rubén Rosa Torino, acusado de abuso sexual gravemente ultrajante por tres personas que pertenecieron a su congregación: el Instituto Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista. Para el jueves está previsto que el Tribunal compuesto por los jueces Maximiliano Troyano, Norma Vera y Roberto Lezcano, dicte la sentencia.

La séptima audiencia se pondrá en marcha a las 8 y tiene citados a seis testigos, entre los que se destaca el testimonio que pueda dar la psicóloga Eleonora Naranjo, a quien Rosa Torino derivaba a los integrantes de la congregación conflictuados, y que fue apuntada por una de las víctimas como la responsable de minimizar las denuncias, hacerlos pasar por “locos” y propiciar, mediante otro médico, tratamientos con tranquilizantes.

Desde el inicio del juicio, los testimonios que se dieron fueron detallando el modus operandi utilizado por el cura y sus cómplices para aprovecharse de la vulnerabilidad de los jóvenes, quienes veían en Rosa Torino una figura paternal, sabia y santa, según se desprende los testimoniales brindados.

Las víctimas que mandaron al sacerdote al banquillo ya dieron su versión de los hechos y ratificaron todo lo que señalaron en la denuncia, además de brindar otras precisiones, como por ejemplo los lugares en los que Rosa Torino cometía los abusos, que lo hacía mayormente en la sede de la orden ubicada en Santa Fe 1247, de la ciudad de Salta.

Otra constante en los testimonios fue la forma abrupta y clandestina a la que debían recurrir las víctimas para poder escapar de la congregación, ya que eran sometidos a una estricta vigilancia, pero además a una manipulación psicológica que ejercía el sacerdote sobre ellos. En ese sentido cobra valor lo dicho por la médica psiquiatra Gabriela Moyano quien realizó la pericia a Rosa Torino y lo calificó como de una personalidad psicopática.

Además de las tres denuncias en la Justicia, el cura acumula unas 30 denuncias eclesiásticas, pero sin embargo aún sigue siendo considerado como un sacerdote en plena función de su condición.

En este juicio también fueron citados algunos testigos que reconocieron haber sido abusados por el cura, pero optaron por recurrir solo a la Justicia interna y no a la común, tal es el caso de dos sacerdotes que prestaron declaración el miércoles.

Así como la pericia a Rosa Torino no lo deja bien parado, pasa lo contario con las víctimas, ya que los cuatro peritos que atendieron a los denunciantes coinciden en descartar cualquier tipo de fabulación, pero manifiestan hallar rastros de posibles abusos. Solo la perito aportada por la defensa, Luciana Herrando, adujo que el denunciante con el que trabajó presentaba indicadores de mendacidad, confabulación y fabulación. Sostuvo que no encontró estrés postraumático. Sin embargo, ante las preguntas acerca de si observó indicadores de abuso sexual, dijo que encontró "posibles abusos sexuales".

La mayoría de los testimonios fueron lapidarios contra el sacerdote, inclusive los testigos aportados por la defensa, lejos estuvieron de inmolarse por el cura, sino que  resolvieron el cuestionamiento de los jueces indicando ignorancia sobre todo lo que las víctimas denunciaron. 

Hasta el miércoles desfilarán unos 14 testigos citados por las partes, mientras que el jueves, de no mediar algún imprevisto, el Tribunal dará la sentencia y la eventual condena.

Se espera además que si Rosa Torino es encontrado culpable, la Justicia esclesiástica avance con la expulsión del sacerdote, al cual se lo juzga por "abuso sexual gravemente ultrajante por la duración, agravado por ser ministro de culto recoconocido".

Justamente su condición de líder para los jóvenes le facilitó la manipulación que hizo de ellos: "el padre era un santo, era médico, arquitecto, era todo", que "sabía un montón, siempre íbamos a preguntarle a él", reconoció una de las víctimas.