Perdidas en la noche La oscuridad de una ciudad es la de sus habitantes. Podría ser una frase de la segunda novela de Fabián Martínez Siccardi, editada recientemente por Tusquets. Y, aunque no lo es, describe algunos de sus mecanismos, que dejan al que lee en estado de reflexión. Luciano Capra es intérprete y se considera un mediador –entre la locura de su madre y el mundo, entre la oscuridad y la luz que buscan algunos personajes–. Se encuentra con una estadounidense desesperada por hallar a su hija veinteañera, que llegó a Buenos Aires para pintar murales y desapareció. A su vez, él intenta entender a su hija que vive en Estados Unidos, alumbrar su historia. El avance de la trama, que deja conocer el universo del grafiti, los murales y los ninjas que pintan trenes por vocación política transformadora y no por interés estético, sume al lector en una búsqueda por el propio ser, por comprender que a veces la luz es más que un reflejo externo. 


Las bailarinas no hablan Florencia Werchowsky estudió danza, viajó del Interior a Buenos Aires, se formó en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y dejó todo para escribir. Primero en periodismo y publicidad, pero también en novelas. Después de una primera promisoria (El Telo de papá) donde contaba aventuras como hija del dueño del telo local, la nueva publicada por Reservoir Books es la confirmación de que su ficción se nutre de la experiencia propia. Una historia de sacrificio, con ironía –libre de cinismo– para narrar los avatares del deseo y el esfuerzo de quien sueña y trabaja por algo pero a mitad de camino deja de girar sobre ese eje.


Las estrellas federales Mutantes, conurbano, lluvia ácida, desempleo, barrios bajos, solidaridad y regeneración. Los ejes de la última novela de Juan Diego Incardona, que sacó InterZona, permiten trazar un panorama de los lazos sociales y preocupaciones que se cuecen en los barrios obreros –o desempleados– en la Buenos Aires de fines de siglo pasado. Conviven la liturgia peronista con el neoliberalismo y el futuro impredecible, pero todo trastocado: mutado, simbólicamente, en naturaleza. ¿Es acaso inevitable, natural, el fin del trabajo asalariado y la comunidad organizada en el capitalismo?


Amores  mutantes La primera novela de Leticia Frenkel (Notanpuan) también combina mutaciones alegóricas pero refiere a la forma en que dos seres, dos individualidades, mutan en un vínculo amistoso –o amoroso–, indivisible. Sea cual fuere el resultado: la suma de las partes consiste en un resultado necesariamente novedoso. Una cruza de historias de amor juvenil, un poco adolescente, un poco posterior. Con altas dosis de sexo, lágrimas y el dolor agudo que implican el crecimiento y el descubrimiento de lo que nos hace bien y aquello que ha dejado de hacerlo.