Dicen que la frase bíblica “nadie es profeta en su tierra” le va como anillo al dedo a Emmanuel Macron en su desindustrializada ciudad natal de Amiens, donde el candidato presidencial francés despierta poco entusiasmo por su pasado de banquero y su gestión como ministro de Economía del actual gobierno socialista. La apacible Amiens, ubicada a 155 kilómetros al norte de París y escenario de una de las batallas más sangrientas de la Primera Guerra Mundial, aparece fracturada en dos: la región norte especialmente deprimida y la sur más acomodada. La hidrografía aporta sus propios límites a la ruptura social. En el Sur, sobre las orillas del río Somme y sus múltiples canales, se levantaron nuevas edificaciones con fachadas antiguas armoniosamente alineadas y jardines flotantes, incluyendo tiendas de las marcas de moda más importantes del mundo. La imponente catedral de Notre Dame se eleva también, dominando la ciudad, en esta parte de la ciudad.

En el lado norte, separado por las ruinas de la antigua muralla y por donde hoy se encuentran las vías de tren, están los barrios sociales de torres como palomares y desempleo masivo. Macron, de 39 años, ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Amiens con el 28 por ciento de los votos, ubicándose por delante del líder de la izquierdista Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon. A pesar de su fuerte presencia en el norte industrial y minero de Francia, el viejo partido ultraderechista Frente Nacional (FN), de Marine Le Pen, la rival de Macron en el ballottage del domingo, debió contentarse con el tercer lugar en esta ex tierra obrera y comunista. El hombre que aspira a dirigir los destino de Francia nunca vivió cerca del centro industrial donde se encuentra la empresa Whirlpool, amenazada de cierre y que hace una semana fue campo de batalla con su rival. El miércoles de la semana pasada, tras dos días de campaña, Le Pen emboscó a Macron en la fábrica con croissants, café y silbatos de regalo para los obreros mientras el ex ministro de Economía se reunía con los sindicalistas y la patronal.