Los incendios en el Delta del Paraná son cada vez más frecuentes y provocan cambios en la flora y la fauna de la región que son estudiados por investigadores de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Si no se toman medidas urgentes, los especialistas advierten que podría generarse un “efecto bola de nieve” que agravaría el desastre ambiental.

“El disturbio que tiene lugar en las islas es mayor. Lo que puede ocurrir es que haya un desplazamiento de hábitat en las especies”, aseveró Guillermo Montero, secretario general de la UNR y entomólogo que analiza el efecto de los incendios en la comunidad de artrópodos. “Es una hipoteca en el tiempo, porque si cada vez se hace más chiquito el hábitat, en algún momento su fauna entra en peligro”, alertó Montero en declaraciones al Suplemento Universidad.

Puso como ejemplo un muestreo realizado en dos sauzales: uno quemado y otro no. “Encontramos más insectos en el lugar quemado, pero el número de especies era la misma en los dos ambientes”, señaló el investigador que integra la Plataforma de Estudios Ambientales y Sostenibilidad de la UNR. Sin embargo, a pesar de que puede parecer alentador el dato de que haya más insectos en el lugar quemado, lo cierto es que significa todo lo contrario, debido a que la cantidad de artrópodos es mayor porque una especie se hizo predominante: la hormiga argentina de fuego.

Esta hormiga es una especie invasora conocida por haber causado estragos desde Estados Unidos hasta Taiwán, entre otras regiones. Al ser una especie omnívora, es un peligro para otros animales.

“La hormiga de fuego depreda larvas de mariposas y larvas y ninfas de diversas especies de insectos epigeos (que habitan sobre la superficie del suelo) e hipogeos (en su interior), como arañas, ciempiés, milpiés y cascarudos”, detalló Montero.

El investigador señaló que las ninfas de tucuras y cucarachas silvestres también corren peligro cerca de la hormiga depredadora y destacó: “Nos preocupa el efecto que puedan tener sobre los pichones de aves nidífugas que anidan en el suelo como la Emberizidae y la Icteridae”.

El problema de los incendios intencionales

“La mayoría de estos incendios están ligados a las prácticas ganaderas por la quema de los pajonales. La brasa queda más tiempo, hay más cantidad de calor y el efecto es mucho más marcado”, aseguró el secretario general de la UNR.

En diálogo con este suplemento, Matías De Bueno, director del Observatorio Ambiental de la UNR, aseveró que hay dificultades para continuar con la investigación “porque los dueños de los terrenos por donde hay que pasar para avanzar con los estudios eran los que provocaban los incendios”. “Ahora incipientemente están comenzando nuevos fuegos, y si esto no se ataca con definición política, con recursos y mucha determinación, vamos a terminar igual que el año pasado, cuando se quemaron 350 mil hectáreas”, denunció.

Un informe sobre los efectos de los incendios publicado por la UNR indicó que “el número de cabezas de ganado en el Bajo Delta aumentó en más del 900 por ciento desde 1997 a 2007”, con un total de 1,5 millones de animales. De esta manera, “el aumento de la ganadería trajo consigo la utilización de una técnica de manejo de pasturas que usa el fuego para la renovación de las mismas”, señaló el texto.

Como si fuera poco, y gracias a una bajante histórica del río Paraná, en 2020 se registró una de las peores sequías de esa región, situación que ayudó a que se descontrolaran los incendios. Además, “grandes extensiones de tierra que habitualmente se encuentran cubiertas de agua están siendo utilizadas como campos de pastoreo, y se ha denunciado también la construcción de nuevos terraplenes para evitar que el agua vuelva a ocupar su espacio”, aseveró el informe de la UNR.

El rol de la universidad

Si bien todavía no finalizó la investigación sobre los daños que dejaron los últimos incendios, De Bueno describió el panorama desolador en los terrenos: “Vimos algunos esqueletos de nutrias, coipos, peces, sapos, víboras, etc., muchos de ellos quemados”.

Los fuegos provocados de forma intencional arrasaron miles de plantas. Por eso, De Bueno explicó que desde la UNR, “además de estar encarando un trabajo de protección de territorio para que se puedan regenerar los árboles de diferentes especies, vamos a hacer una demarcación del territorio que intentaremos proteger para que se regeneren distintos bosquecitos”.

Sin embargo, más allá del accionar a corto plazo que realizará la UNR con la instalación de puntos para investigar y preservar los humedales, la idea es apuntar a una educación que permita concientizar a los alumnos sobre la necesidad de cambiar este “sistema capitalista feroz”.

“Tenemos que animarnos a transmitirles a nuestros estudiantes que es necesario cambiar este modelo, que no puede ser que no podamos cuestionarlo. Tenemos que pensar una agricultura pampeana diferente. Agricultura en transición es un modelo europeo, que significa partir del ecosistema como está, metido en ese modelo tecnológico para que el capitalismo funcione cada vez más, y empezar a producir de otra manera”, sintetizó Montero.