Bruja, diosa, damisela, doña, dueña, enamorada, compañera, aya, ama, fémina, maga, madre, negra, guerrera, irreverente. Estas son algunas de las palabras que aparecen como flashes en la web que presenta las propuestas de Cristales, performance virtual transfeminista que se estrena este sábado a las 17 (hora Argentina) y podrá verse durante cuatro semanas consecutivas en el mismo día y horario. A modo de exposición interactiva, la pieza propone un recorrido íntimo por el mundo de 20 personas de 11 países latinoamericanos que habitan diversos territorios, edades y circunstancias, pero comparten los estigmas de sociedades signadas por la violencia heteropatriarcal. Las entradas pueden adquirirse encristalesperfo.com/"> cristalesperfo.com y todas la recaudación será destinada a la Red Denuncia Feminicidios Estado de México.

En esta tercera temporada participarán mujeres, mujeres trans y disidencias sexuales con producciones que visibilizan las violencias y estigmas del sistema heteropatriarcal desde sus biografías y en código de performance íntima, unx a unx con lxs participantes. Tanto la creación como la dirección de Cristales están a cargo de J. René Guerra, quien define la performance como “un espacio habilitado para la exploración de múltiples lenguajes artísticos, desde la plástica al audiovisual; los límites de ese espacio son algo difusos, así que es bastante habilitante”. La directora explica que la singularidad de Cristales reside en el hecho de que lxs 20 performers utilizan las herramientas que tienen en su haber para generar contenido a partir de relatos, narrativas y escenas vinculadas a la violencia de género.

–En comentarios sobre temporadas anteriores, varixs participantes destacaron la intimidad generada aún en espacios virtuales. ¿Cómo trabajaron eso?

–Uno de los grandes logros es haber encontrado la forma de generar intimidad, un espacio casi secreto entre quien experimenta u observa el encuentro y quien hace perfo. En ese espacio se habilita un encuentro que queda ahí: no es grabado, así que nadie observa después, nadie juzga. Creo que la intimidad es algo que nos han quitado; este sistema nos enseña que los espacios de intimidad son peligrosos. Acá buscamos desmontar eso porque consideramos que se trata de un espacio conciliatorio para construir. Desde ahí miramos a quien entra. Por eso no hablamos de espectador sino de participante; buscamos la acción y no la pasividad.

–¿Qué herramientas proporciona el arte para luchar contra las violencias que impone el heteropatriarcado y cómo ves a la región en este aspecto?

–El arte habilita la construcción de nuevos sentidos, quizás más sensibles. Nos enseña que es posible ser vulnerable y mostrar la vulnerabilidad sin que eso sea un riesgo. De alguna manera, es un espacio de salvataje. Con respecto a la región, es interesante ver cómo la violencia heteropatriarcal no discrimina por territorio sino que se instala de idéntica forma en todos los países latinoamericanos y en el mundo entero. En este caso, hacemos un reporte de Latinoamérica porque es el lugar que nos importa en este momento.

A partir de su experiencia en las tres temporadas, Guerra descubrió muchísimas coincidencias que revelan la rigidez de un sistema que se impone en diversos territorios con la misma potencia, generando lógicas de violencia similares en toda la región. “Por supuesto, se generan diferentes formas de violencia según quién la recibe o la ejecuta: no es lo mismo la violencia que recibe la comunidad travesti y trans que aquella que reciben las mujeres cis, pero una mujer trans en Guatemala, Venezuela o Argentina está signada por las mismas violencias y por los mismos dolores”.

Guerra es venezolana pero hace años vive en Buenos Aires y tiene una perspectiva amplia a partir de los intercambios artísticos que fue generando en su recorrido. Cuando se le pregunta por su visión sobre el panorama vinculado a la lucha transfeminista, dice: “Personalmente siento que Buenos Aires es punta de lanza en la ampliación de derechos y la puesta en valor de las luchas transfeministas. Creo que el resto de la región viene haciendo intentos muy fuertes pero a otro ritmo. En Venezuela, por ejemplo, aún no existen discusiones transfeministas o están acotadas a espacios muy pequeños con poco alcance político; son territorios en donde quizás priman otras luchas y resistencias”. La directora ilustra su punto con el caso de una de las performers de Cristales: Tamara Adrián, primera diputada transgénero de la Asamblea Nacional de Venezuela, aún no tiene documentación que la valide.

Margarita Roncarolo –poeta, performer y (como se señala en la web) “maestra eterna”– falleció en julio del año pasado, durante las primeras funciones de Cristales: “Ella es el faro que ilumina este proyecto: me enseñó que la revolución es un sueño eterno que podemos construir todos los días con nuestras acciones; ese es el motor. Margarita sigue estando presente de una manera muy fuerte a nivel simbólico. Creo que haber continuado con Cristales tiene que ver con esto de seguir insistiendo e incomodando, y esa fue su gran enseñanza. La resistencia no es cómoda”, declara Guerra, y asegura que la idea es generar cierto contagio en la región, “coser, buscar resonancias y empezar a incomodar en aquellos lugares donde la comodidad nos viene matando”.

Performers de la tercera temporada: Berna Vaianella, Lucía de Cea, Ana Adjiman, Lola Bhajan y Clara Gábor (Argentina), Jane Santa Cruz (Brasil), Anastasia María Benavente (Chile), Ale Álvarez (Colombia), Natalia D. Guier (Costa Rica), Lola Vásquez y Mari.Posona (Guatemala), María Luna y Josseline Mendoza Aguilar (México), Fátima Aguilar (Paraguay), Paola Eirene (Perú), Paula Andino Chifflet (Uruguay), Rosangela M. Urosa, Tamara Adrián, J. René Guerra y Naia Urresti (Venezuela).