En lo que va de julio, el dólar oficial aumentó 86 centavos. Pasó de 167,03 a 167,89 pesos del cierre de este viernes. Un movimiento tan lento transmite estabilidad en la moneda, fortaleza del Banco Central y del Gobierno para controlar al dólar. En el mismo período, sin embargo, el blue se disparó 19 pesos, desde 166 hasta 185. Es decir, al arrancar el mes el dólar paralelo cotizaba por debajo del ahorro y, tres semanas más tarde, se abrió una grieta en dirección contraria de casi 20 pesos.

Semejante contraste en la evolución de las cotizaciones de la divisa refleja también la fuerte disputa por la construcción de sentido de cara a las elecciones. Qué ocurrirá después de los comicios, habrá estabilidad cambiaria, como sugiere el dólar oficial, o se producirá una violenta devaluación, como anticipa el blue. Se vienen tiempos de aceleración del crecimiento económico, tras años de crisis con el macrismo y la pandemia, como sostiene el Gobierno, o asoma un temporal todavía más grave, como afirma la oposición.

De acá al 14 de noviembre, cuando se realicen las elecciones, será un asunto de controversia permanente.

El diario Clarín publicó como título principal el último martes: “Dólar sin freno: llegó a 180 pesos y sube 10,4 por ciento el último mes”. Se refería al dólar paralelo, tras aumentar 1 peso respecto del día anterior. El agite de corridas cambiarias no es una novedad para el matutino. El 22 de octubre del año pasado, en el anterior intento por forzar un salto del dólar, Clarín tituló: “La pregunta del mercado llegó al Gobierno: ¿devaluará Martín Guzmán o el ministro que siga?” El diario daba por hecho que habría una corrección en la paridad oficial de la divisa o el ministro de Economía saldría eyectado.

Para reforzar, el 23 de octubre Clarín siguió: “Martín Guzmán dice que no habrá devaluación y el blue, imparable, cerró la semana en 195 pesos”. “Subió 17 pesos en cinco días”, remataba. La mayoría de los medios de comunicación modulaba en la misma frecuencia por esos días. Se hablaba que el dólar llegaría a 200 pesos y que al Banco Central se le agotaban las reservas de libre disponibilidad para contener la embestida. Mostraban que el blue había subido 50 pesos en un mes, desde 145 pesos el 23 de septiembre a 195 el 23 de octubre.

El 23 de noviembre, un mes después de aquel record, el blue se conseguía a 161 pesos. Había bajado 34 pesos desde el punto máximo y los augurios de devaluación desaparecieron de la tapa de los diarios. Para el 23 de diciembre la tendencia a la baja estaba consolidada. El dólar paralelo se ofrecía a 159 pesos. Y así siguió durante el verano. El 23 de enero valía 155 pesos. El 23 de febrero, 152. El 23 de marzo, el paralelo directamente quedó por debajo del oficial, a 143 pesos contra 160,20 del ahorro –que incluye el 30 por ciento del impuesto PAIS y el pago de 35 por ciento a cuenta de Ganancias-.

El 23 de abril y el 23 de mayo, el blue seguía siendo más barato que el oficial, a 152 y 153 pesos, respectivamente. Recién el 23 de junio se invirtió la relación, con el ilegal a 170, para finalizar este viernes, 23 de julio, a 185.

Las oscilaciones del dólar paralelo son propias de un mercado irregular, en el que se pueden obtener ganancias fabulosas o sufrir pérdidas mayúsculas en pocos días. Aquellos que compraron billetes verdes a 195 pesos en octubre del año pasado todavía deben estar maldiciendo, ya que pasaron nueve meses y todavía no se alcanzó ese precio. Los que compraron a 143 pesos en marzo, por el contrario, disfrutan de un redituable botín.

Tomar la referencia del blue para hablar de un dólar sin freno, como se ve, deja en evidencia el intento desestabilizador. Más cuando el dólar oficial y otros dólares financieros, como el contado con liquidación y el dólar Bolsa, se mantienen estables. En efecto, el primero subió 12,8 por ciento en lo que va del año, de 148,86 a 167,89 pesos, bien por debajo de la inflación en el mismo lapso, del 25,3 por ciento. Lo mismo se observa en el dólar mayorista, donde interviene el Banco Central, que pasó de 84,70 a 96,42 pesos, un alza del 13,8 por ciento.

El contado con liquidación trepó algo más, 19,2 por ciento, igualmente menos que la inflación, al subir de 140,26 a 167,17 pesos en lo que va de 2021. Finalmente, el dólar Bolsa escaló 18,9 por ciento, de 139,99 a 166,48 pesos.

El enorme costo que dejaron las sucesivas devaluaciones, desde el rodrigazo de 1975 en adelante, con la hiperinflación de fines de los 80 y principios de los 90, la salida de la convertibilidad en 2001, el salto de 2014 y las fuertes depreciaciones de 2016, 2018 y 2019, es la configuración de una economía bimonetaria en la que el peso se utiliza como moneda transaccional y el dólar como moneda de ahorro. Azuzar devaluaciones desde la tapa de los diarios busca activar el nervio defensivo de la población y generar una corrida hasta provocar la crisis que se preanuncia.

No es un recurso nuevo, como se evidenció más arriba con el antecedente de octubre del año pasado. La clave está en si el Gobierno y el Banco Central son capaces de dominar el mercado oficial y los dólares financieros, como ocurrió en aquella oportunidad, o si las autoridades se ven desbordadas y finalmente deben rendirse a la devaluación.

En la coyuntura actual, el gabinete económico y el directorio del Banco Central enfatizan que no hay ninguna chance de devaluación. Argumentan que el tipo de cambio permanece competitivo, a pesar de que en el año aumentó menos que la inflación. “El tipo de cambio del MULC (oficial) no está atrasado en términos históricos. Se ubica solamente 10 por ciento por debajo del promedio del período de tipo de cambio alto 2003-2007 y por encima del promedio del tipo de cambio entre 2003 y 2020”, señaló este viernes el ex presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli.

Desde el oficialismo también se remarca que en lo que va del año el BCRA consiguió comprar divisas por casi 7500 millones de dólares, de los cuales más de 1000 millones ingresaron este mes, gracias a la suba de las exportaciones y los precios internacionales de los commodities. Al mismo tiempo, se desplegó una batería de controles sobre el mercado cambiario, incluidos los dólares financieros, que permite administrar las subas y contener las brechas entre las divisas. Esos controles, afirman, pueden ser más intensos si es necesario, así como queda la opción de subir la tasa de interés. Respecto de la cuestión de la deuda, finalmente, se expone el reciente acuerdo con el Club de París, el avance en las negociaciones con el FMI, el arreglo de la provincia de Buenos Aires con sus acreedores principales y la próxima llegada de 4355 millones de dólares desde el Fondo Monetario para las reservas, que no habrá que devolver, ya que se trata de una capitalización del organismo aprobada por las principales potencias para socorrer al resto de los países por la pandemia.

La oposición, en cambio, muestra los saltos del dólar blue, asegura que los niveles de emisión son demasiado elevados, que falta ajuste fiscal y que el intervencionismo del Gobierno y el BCRA solo logra tapar artificialmente una olla que soltará toda la presión acumulada después de las elecciones.

El dólar, una vez más, es terreno de disputa electoral. Qué futuro le espera al país: viene lo mejor, como afirma el Gobierno, o el dólar se dispara, como dice Juntos por el Cambio. Es una pelea por las expectativas, que cada fuerza buscará inclinar a su favor.