La historia es más o menos conocida: corría el año 2009, Paulina vivía en Barcelona y trabajaba como socióloga. Un día decidió filmarse haciendo un pastel de papa, ”seguramente porque estaba aburrida” como cuenta en la introducción de su último libro Meal prep (Planeta) y, para que no la reconozcan en el doctorado que estaba cursando, se cambió el nombre. Un anagrama de su nombre verdadero hizo el milagro: Paulina Cocina es hoy, once años después, una influencer multiplataforma con un canal de Yotube que tiene más de tres millones de seguidores, quienes todos los días le agradecen la magia de haberlos puesto a maniobrar con ollas y cuchillas y el cerebro puesto en la organización.

Después volvió a Buenos Aires ("no me imaginaba siendo vieja y migrante" dice a Las12), y empezó a tomarse en serio su nuevo oficio: enseñar a cocinar con lo que hay, sin demasiadas vueltas ni pedidos extraños para el público, de esos que solo se consiguen en tal o cual comercio o salen carísimos. Rápido, tan rápido como un video de youtube, en pocos minutos Paulina enseña a cortar y almacenar verduras, a armar un menú variado en la semana para no perder tiempo pensando qué comer cada vez y hasta se toma el tiempo de mirar esos otros videos que circulan en la web con recetas extrañísimas que incluyen queso chorreante, panceta recargada y muchísimos litros de aceite. Los comenta, como relatora de fútbol. Aconseja y cancela lo que no va con esa gracia suya que es la liviandad sin remilgos, un poco de tono Ciruelo pero siempre ironizando sobre ese mismo tono. Algo que tal vez le faltara a antecesoras suyas como doña Petrona o Choly Berreteaga: el humor. 

“Gracias a vos empecé a cocinarme aunque vivo sola y tengo un problema de depresión” le escribe una seguidora en los miles de comentarios que recibe. Es que Paulina hace de la simpleza un arte y es el reverso de ese modo estrafalario y rebuscado de estar en la cocina. "Recibo muchos mensajes, y creo que hay algo de lo que evidentemente me tengo que hacer cargo, que me emociona y me gusta, y es que con mis videos hay muchas personas que aprendieron a cocinar o a comer cosas nuevas, gente que realmente no sabía hacerse un huevo frito, lo googleó y encontró mi video. Es lo que más me llena, que me manden una foto de una tortilla de papas me gusta más que me digan "sos una genia, te amo". Y después de tanto tiempo, conozco a algunos seguidores, y veo como antes ponían una papa al lado de un cacho de carne y hoy se están haciendo una ensalada llena de cosas que antes no hubiera probado. Lo veo y siento que es enorme y me siento muy orgullosa de eso" dice.

"¿Vieron cuando con tus hermanos te podés re putear pero después si alguien de afuera los critica te salta la térmica? Bueno: para mí a las feministas se las critica en mesa chica, entre feministas" tuiteó el año pasado, y miles a salieron a bancarla. Probablemente sea la primera y única cocinera de masas que además se siente interpelada por el momento histórico y no elude hablar en lenguaje inclusivo o tematizar las luchas de género. "Durante mucho tiempo sentí pudor de llamarme feminista porque creí que ese calificativo tenia que aplicar a la gente que le ponía mucho el cuerpo a la lucha, cosa que yo no hago. Hasta que en un momento entendí que era mas provechoso llamarnos todas feministas o si no somos tan exigentes con ese término. Hay muchas formas de ejercer el feminismo, no necesariamente tenés que estar organizando. Sí, me digo feminista. En otro momento me costaba mas decirlo pero siempre lo sentí" explica y agrega que la cocina es política, como cualquier acción que está relacionada con la supervivencia. 

¿Pensás que los chabones están pensando más en las tareas de cuidado y por ende en la cocina?

--No lo sé. Perdón que responda así, pero una cosa es la sensación que me pueda dar a mí y otra cosa sería tener un estudio en la mano: a veces llegás a un público recortado y las sensaciones son recortadas así que no me animo a decir que las cosas en ese punto hayan cambiado. Sí creo que el avance del feminismo quizás ha hecho que algunas actividades que antes eran consideradas “de mujeres” o debilidades, le preocupen a más personas. Las generaciones más jovenes sí creo que se están preocupando por lo que comen, cocinan y compran pero las más grandes… Creo que la cocina no está ligada a las mujeres sino que lo doméstico está ligado a las mujeres porque los grandes chefs son hombres, o sea lo que está ligado a las mujeres es el trabajo dentro de la casa, pero en cuanto la cocina se convierte en una profesión de prestigio ahí aparece el hombre, el poder y el dinero. 

¿Cuál es la revolución que sentís más cercana a tus seguidores?

--Hay dos cosas que me parecen muy positivas: que la gente se pregunté qué come y cómo come. Me parece tremendamente positivo, es algo que antes no sucedía, y me parece espectacular que las personas, al menos las que tenemos acceso a hacerlo, podamos pensar qué es lo que consumimos, que es en definitiva lo que ponemos adentro de nuestro cuerpo. Y otra cosa muy buena de esta época es que nos planteemos de dónde viene y qué consecuencias tiene que haya tal o cual alimento disponible. El movimiento vegano en este sentido aporta mucho porque está todo el tiempo mostrándote y haciéndote pensar que te tenés que replantear tus consumos, no solo de comida, sino tus consumos en general, y eso tiene un impacto enorme en la vida cotidiana. Por ahora pienso esto, muchas veces una va cambiando de opinión en el camino pero hoy estoy segura de que poner en duda nuestros consumos nos abre a otras posibilidades.