El muro rosa de Trump

Texto: Ernesto Reséndiz Oikión

Un guapo sugar daddy que me coge durísimo me contó un chiste que circulaba en las redes sociales: “Melania es un hombre y tiene un viborón”. Él estaba francamente indignado por la broma transfóbica sobre la próxima primera dama. “Usan el mismo discurso estigmatizante del que acusan a Trump”, me espetó. Añadió que una amiga le llamó desde Los Ángeles, el 9 de noviembre, poco después de la elección, estaba llorando, sin consuelo, presa del pánico, por las deportaciones de inmigrantes anunciadas, como si el Apocalipsis fuera inminente. El miedo se reprodujo exponencialmente y podía cortar el aire en rebanadas. La zozobra se podía palpar en los rostros, aquí y allá. Los Ángeles, la ciudad que recorrió el poeta Xavier Villaurrutia y donde firmó el poema “Nocturno de los ángeles”, una joya de la poesía mexicana del siglo XX que expresa el deseo homoerótico en la noche angelina, tiene la población hispana más grande del país.
Miles de latinos se movilizaron a favor del voto por Hillary. Las estrellas de la farándula mexicana estaban en campaña espectacular a su favor: desde el charro Vicente Fernández hasta la actriz Carmen Salinas. Si el pasado 28 de agosto Juan Gabriel no hubiera muerto, seguramente El Divo de Juárez habría cantado amaneradamente “La Frontera” y se habría tomado la foto con Miss Clinton. Aunque California refrendó su filiación demócrata, no sirvió de mucho, porque esta vez Florida fue para los republicanos. Hay que decirlo claro: hay latinos que repudian a sus paisanos y, en Florida, muchos de ellos votaron por Trump, porque son afines al discurso de xenofobia contra los migrantes.
Este año no sólo murió Juan Gabriel, también falleció Gonzalo Vega, el actor que besó a La Manuela, una travesti interpretada magistralmente por Roberto Cobo, en la película El lugar sin límites, basada en la novela homónima de José Donoso y con guión de Manuel Puig. ¡Cuánta mariquita genial participó en ese clásico del cine mexicano! Nuestra frontera parece que dejara de ser aquel lugar sin límites. Gonzalo Vega no sólo besó a La Manuela, también se travistió de La Señora Presidenta. Su show de sátira política causaba sensación durante mi infancia. En un país machista, Gonzalo Vega era la Señora Presidenta y mandaba para todos. Hillary no será la primera mandataria y su derrota no sólo significa un duro golpe al grupo de poder mediático que representa, también afectó directamente la candidatura a la presidencia que pretende conseguir Margarita Zavala, del Partido Acción Nacional (PAN). Zavala quería aprovechar oportunistamente a su favor la popularidad de Clinton, pero tendrá que construir su propia plataforma política. ¿México elegirá una señora presidenta en 2018? A diferencia de Hillary, quien siendo secretaria de Estado declaró que los derechos de los gays son derechos humanos, Margarita no está a favor del matrimonio igualitario.
¿Y Donald Trump es gay friendly? Durante su campaña se encargó de mandar mensajes cruzados. Sostuvo una bandera arco iris. Declaró que las personas transgénero debían usar el baño con el que se sintieran más cómodas. Incluso, con motivo de la masacre del bar gay Pulse de Orlando, donde fueron asesinadas 50 personas, en su mayoría jóvenes latinos homosexuales, afirmó que iba a proteger a los gays de los enemigos externos. Retórica bonita, aunque suena a pura demagogia. Trump hizo alianza con Mike Pence, quien será el vicepresidente y es un político abiertamente homofóbico. Cuando fue gobernador de Indiana, Pence votó a favor de que los negocios puedan discriminar a clientes no heterosexuales, está en contra de la inversión en investigación sobre el vih/sida y repudia todo lo que huela a matrimonio igualitario.
Sólo el Log Cabin Republicans, una corporación política gay lésbica del Partido Republicano, mostró su beneplácito por el triunfo de Trump. La mayoría de las organizaciones LGBT, a coro, expresaron su consternación absoluta. Por ejemplo, Jay Brown, vocero de Human Rights Campaing, la asociación más antigua del activismo gay en Estados Unidos, declaró que significaba una derrota devastadora para la comunidad, según informó The New York Times.
Al día siguiente de la victoria de Trump, el activismo LGBT en este lado del Río Bravo sufrió un revés adicional. El 10 de noviembre, la iniciativa del presidente Enrique Peña Nieto que buscaba reformar el código civil federal para incluir el matrimonio igualitario fue rechazada por los diputados de su propio partido, el PRI. Sólo el diputado Benjamín Medrano, del PRI, votó a favor y públicamente salió del clóset: “soy priísta, pero también soy gay. Hoy no le mentiré a la gente”. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Morena, izquierdistas, estuvieron a favor de la propuesta.
Lo cierto es que la propuesta de Peña Nieto era demagógica, porque el derecho al matrimonio igualitario ya había sido reconocido para todo el país por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Peña Nieto buscaba mostrar una imagen moderna en consonancia con la política exterior de la administración de Obama y, de paso, ver si la militancia marica le redituaba algún bono, antes de las elecciones legislativas de principios de año. El presidente aplicó el pink washing, usar la jotería para lavar su imagen pública. El voto rosa era una falacia y la derrota estrepitosa del PRI cambió la estrategia política; por ello, se abandonó la iniciativa. Peña Nieto sólo consiguió encender los ánimos de la derecha más conservadora del Frente Nacional por la Familia y la Iglesia católica.
Adiós a la diplomacia estadounidense de Obama que emprendió una defensa activa por el matrimonio igualitario. A partir de enero, con Trump, el horizonte se ve muy complicado, sumado a la devaluación de la moneda frente al dólar. Sin embargo, antes de caer en el pánico paralizante, habrá que practicar formas creativas de resistencia. En respuesta a la pretensión arrogante de Trump de construir un muro fronterizo que los mexicanos pagaríamos a la fuerza, la empresa de diseño Estudio 3.14 respondió irónicamente con un proyecto de muro color rosa, en homenaje a la arquitectura de Luis Barragán, un creador gay cuyas cenizas fueron convertidas este año en un diamante. Si la realidad mexicana arderá más con la agudización de la crisis económica, política y social, acaso de las cenizas podamos sacar diamantes de dignidad. Las compañeras trans no están esperando más, el pasado 13 de noviembre protestaron por el asesinato de 17 mujeres trans en las últimas seis semanas, cinco de ellas en la Ciudad de México. Las alianzas de las luchas maricas con otros movimientos y luchas sociales es urgente en este país colapsado. 


Maldito Trump, malditos sus votantes

Texto: Lucas R. Platero

El Estados Unidos más reaccionario ha votado en unas elecciones ajustadísimas por un Donald Trump lleno de trucos en el sombrero, con afirmaciones a cada cual más racistas, xenófobas y machistas, que sonrojan a muchos líderes republicanos (creo que sonrojarían a mismo Ronald Reagan o a Margaret Thatcher). Muchos no esperábamos este resultado porque no lo deseamos. Como tampoco esperábamos el No en Colombia, el Brexit del Reino Unido, ni queremos ver a Marine Le Pen elegida en Francia el año que viene. No somos buenos analistas y confiamos en el sentido común, y claro, nos equivocamos. No estamos siendo plenamente conscientes del tremendo giro ultraconservador que recorre el planeta, en unas sociedades con democracias de baja calidad donde los lobbies de las corporaciones campan a sus anchas. El racismo, el sexismo y la xenofobia no son nuevos, los EEUU de Obama y sus predecesores han recibido importantes críticas desde infinidad de sectores.     
Hay una parte crítica de la población que ya era consciente de la violencia que existe cuando no sigues la corriente capitalista, supremacista y xenófoba. No en vano los movimientos sociales han tenido que denunciar las muertes selectivas de personas afrodescendientes, surgiendo un movimiento reivindicando Blacklivesmatter; también la población indígena se ha levantado para defender el agua en Standing Rock (Dakota del Norte); han organizado los Sanctuarycampus para tratar de hacer los campus universitarios accesibles para las personas inmigrantes; las organizaciones queer más críticas denuncian el negocio de la industria de prisiones privadas y reclaman su fin; el trabajo feminista continuado para facilitar que quien lo necesite pueda acceder a las clínicas abortivas… Una serie de luchas sociales que parten de la conciencia de tener enfrentarse a una masa ultraconservadora, que ha canalizado su odio a través del voto a Trump. Puede que sean un tercio de la población estadounidense, pero están decidiendo por la mayoría.
Veo con alegría cómo la gente más joven se echa a la calle y protesta contra el nuevo presidente Trump, de la misma manera que nos manifestamos en tantas partes del mundo por las injusticias, siendo conscientes de las trampas del juego democrático actual. Quizás sea nuevo para algunas de estas personas, que van a necesitar entrenamiento para resistir a los embates del Estado neoliberal por excelencia. Como en el resto del planeta, somos las personas las que estamos inventando cómo resistir el embate de la ultraderecha, mientras a ellos se les cae la careta. Una vez más. 


La revancha del macho

Texto: Daniel Borrillo

¿Cómo un empresario mediocre e incompetente, ha conseguido llegar a la Casa Blanca sin programa político y exultando un discurso racista, misógino, antisemita y homófobo?
Varias líneas de análisis han sido propuestas, las más superficiales se refieren al abstencionismo (sobre todo de los latinos y las mujeres) que ha hecho que Hillary Clinton pierda seis millones de votos de electores que simplemente no se han manifestado. Otras señalan el sufrimiento de la clase obrera blanca, los bajos salarios, la angustia de la globalización, el terrorismo y el miedo a las olas de refugiados. Ahora todas estas explicaciones se presentan como evidentes (cuando en realidad no todos los electores de Trump son pobres o víctimas) pero nadie, ningún politólogo, ningún sondeo de opinión, ningún perito ha podido prever el desastre, lo que demuestra la increíble burbuja en la que vive el mundo político, los medios de comunicación y los institutos de opinión pública. 
Profundizando aún más el análisis, el escritor Paul Berman, considera que el origen del mal se encuentra en el colapso de la inteligenzia norteamericana. El anti-intelectualismo, la actitud de hostilidad y desconfianza respecto de los intelectuales es particularmente fuerte en sociedades avanzadas de consumo como la estadounidense donde se desprecia el esfuerzo intelectual. El célebre escritor Isaac Asimov dice que “existe un culto de la ignorancia en los Estados Unidos, siempre ha sido así. La tradición del anti-intelectualismo fue una constante que ha hecho brecha en nuestra vida política y cultural, nutrida por la falsa idea que la democracia significa que mi ignorancia vale tanto como el saber”. La expansión del evangelismo explica asimismo el rechazo de la razón, el espíritu crítico y la especulación, promoviendo la emoción y el sentimentalismo (81% de los protestantes blancos votaron por Trump). El vicepresidente de Trump, Mike Pence es un ex católico convertido al evangelismo, abiertamente homofóbo que ha financiado con fondos públicos terapias de conversión de los homosexuales hacia la heterosexualidad, ha propuesto poner fin a la gratuidad de los tratamientos contra el sida y ha promovido, como gobernador del estado de Indiana, una ley sobre la libertad religiosa que permite a los patrones y comerciantes no contratar, emplear ni atender a homosexuales, judíos o musulmanes invocando razones religiosas. 
La victoria del pastor evangélico Marcelo Crivella en las recientes elecciones municipales de Río de Janeiro confirman dicho análisis. Como Pence, el grupo de diputados evangélicos del Parlamento de Brasil, propone introducir en las escuelas públicas la teoría creacionista y prohibir cualquier referencia a la homosexualidad en los programas, lo cual sería considerado una propaganda inmoral.  
Según Guy Sorman, la victoria de Trump puede interpretarse como la revancha del macho blanco. Después de varios años de política de igualdad y paridad, emancipación de la mujer y discriminación positiva en favor de las minorías étnicas, el macho blanco se siente amenazado y el miedo irracional a perder su supremacía lo lleva a adoptar soluciones extremas. Según el ensayista Adam Shatz, las elecciones de 2016 son el fruto de una política de resentimiento cultural; los electores de Trump desean “recuperar su posición de dominación natural, no solo económicamente sino sobre todo políticamente, luego de haber visto la Casa Blanca ‘confiscada’ por una familia de negros y ser disputada por una mujer. Se trata, para este electorado, de restaurar la primacía blanca contra el multiculturalismo de Obama”
La nefasta astucia de Trump es haberse dirigido no a la razón de los electores sino a su cerebro reptiliano, es decir a la parte del cerebro que controla las emociones más primitivas como la rabia, la territorialidad, la agresión, la violencia. Al considerar a los mexicanos como ladrones y violadores, Trump le habla al cerebro reptiliano del obrero norteamericano blanco que teme que su empleo sea ocupado por un inmigrante. Al considerar a los musulmanes como terroristas, Trump le habla al cerebro reptiliano del evangelista que se siente amenazado por una religión que crece tanto o más que la suya. Al considerar que la mujer deber ser ama de casa y ocuparse de sus hijos, Trump le habla al cerebro reptiliano del machista que se siente amenazado por el éxito profesional de las mujeres. Al prometer destruir el Obamacare, Trump se dirige al cerebro reptiliano del paciente blanco que teme que el paciente negro ocupe su cama de hospital. Al pronunciarse contra el matrimonio igualitario, Trump le habla al cerebro reptiliano del heterosexual que teme que sus hijos sean seducidos por los gays. Su exhibicionismo de nouveau riche, le habla al cerebro reptiliano del pobre que sueña hacerse rico como por toque de magia. El problema es que el cerebro de reptil existe también en los latinos (29%), las mujeres (42%), las personas LGBT (14%), los judíos (24%) los negros (8%) y los musulmanes (4%) que han votado por Trump (una forma de xenofobia, misoginia, homofobia y racismo interiorizado por las propias minorías)
Espinoza decía que la pasión triste es una imperfección del ser que nos conduce al odio, al miedo y la ansiedad. Trump ha sabido provocar las pasiones tristes latentes….  
La victoria de Trump, como el Brexit, el triunfo de Crivella y el aumento de los partidos de extrema derecha en Europa constituyen un retroceso de la civilización política. El sexismo, la homofobia, el racismo, el antisemitismo, la xenofobia y la misoginia del discurso del Trump que le permitió llegar al poder de la principal potencia mundial constituyen los ingredientes de esta forma oscura y arcaica de la política que remplaza al ciudadano por el guerrero y a la civilidad por la jungla. Como dice el sociólogo francés E. Fassin, “los electores de extrema derecha no son víctimas que hay que escuchar en su sufrimiento sino sujetos políticos a los que hay que combatir políticamente”