Cuando Vivi Tellas le propuso armar una retrospectiva de sus obras para el Teatro Sarmiento, Mariana Chaud se entusiasmó enseguida. Nacida en 1977, esta creadora viene recorriendo la escena desde muy joven. Primero como actriz, en obras experimentales y en varietés donde se lucía con personajes de un humor sutil y desopilante, que huían de los lugares comunes. Y de escribir sus monólogos y actuar en obras ajenas pasó a escribir las obras, que ya suman unas doce. Cuatro de ellas integran este ciclo que acaba de comenzar con Ubú patagónico, una versión muy libre del Ubú Rey de Alfred Jarry, el autor francés que se anticipó al teatro del absurdo y que muchos consideraban el padre de la patafísica (ciencia paródica que estudia las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones). A esta primera obra del 2014, que se disfruta como un juego disparatado de ritmos y asociaciones que hilvanan un sentido, le seguirá elhecho desde mediados de septiembre. A fines de octubre llegará Budín inglés y a comienzos de diciembre Chaud reestrenará Sigo mintiendo, la primera obra que escribió y dirigió sola.

Chaud le cuenta a Página/12 que la invitación de Tellas, directora artística del Sarmiento, ocurrió antes de la pandemia. Pasó el tiempo y el entusiasmo se mantuvo intacto. “Me encantó la idea, nos juntamos para ver qué obras elegíamos y enseguida se nos armó ‘un eje del delirio’. Las cuatro tiene un poco de eso, tal vez Budín inglés es la más a tierra”, arriesga. “Nos pareció que los cuatro trabajos dialogan bien entre sí, incluso hay temas que se retoman entre uno y otro. Hay algo de lo sobrenatural: cómo entra en lo cotidiano, en la banalidad de lo diario con cierta inocencia o ingenuidad. Y también la presencia de la absurdidad. En elhecho, por ejemplo, uno de los personajes es una planta que habla, en Sigo mintiendo hay un extraterrestre, Ubú… tiene varios elementos excepcionales y Budín… habla mucho de ciencia ficción”, destaca.

La retrospectiva cuenta con los elencos originales en su gran mayoría: hay muy pocos reemplazos, y muchos de los actores y actrices trabajan en varias de las obras. Son amigos y forman un seleccionado de lujo, con intérpretes notables como Laura Paredes, Lalo Rotavería, Marcos Ferrante, Santiago Gobernori, Nicolás Levín, Fernando Tur, Ximena Banús, Walter Jakob, Laura López Moyano, Elvira Onetto y Marina Bellati, por nombrar algunos. “Es fundamental que estén porque fueron esenciales en el armado de esas obras. Volver a creaciones del pasado es reconectar y sorprenderse. Por momentos, siento que hay cosas que ya no me representan y me dan ganas de cambiar. Me viene muy bien hablar con Vivi porque una retrospectiva tiene un aspecto documental que hay que cuidar”, asegura. De todas formas, algunos ajustes serán inevitables y hasta habla, en ciertos casos, de “nuevas versiones”. De las obras más viejas (elhecho es del 2005 y Sigo mintiendo del 2004) no hay registro audiovisual. “Están los textos, mis recuerdos y los de los actores. Va a ser divertido poner a dialogar todo esto en un contexto nuevo”, comenta.

Ubú patagónico se puede ver de jueves a domingo a las 20 hasta el 29 de agosto. Fue creada para el Ciclo Invocaciones, que proponía a ciertos directores entrar en diálogo con directores y dramaturgos claves del siglo XX. Si bien se basa en el Ubú Rey, toma textos no teatrales de Jarry, como Los días y las noches, novela de un desertor y Gestas y opiniones del Doctor Faustroll, patafísico. Y sobre el final hay un pasaje protagonizado por indios patagones que toman prisionera a Madre Ubú, uno de los personajes centrales de la obra del autor francés. En el escenario hay unos hermosos huevos escenográficos, bicicletas que entran y salen, actores que despliegan el horror y la absurdidad de la ambición de poder de todos los tiempos, con guiños a Macbeth y a la realidad local. Todo con un humor que no resulta forzado, con personajes que tienen algo de niños cabalgando sin represiones por una historia de codicia desenfrenada, con música en vivo, juegos de voces y cuerpos muy expresivos. “En Jarry no hay una linealidad en el tiempo, no hay evolución, lo que después retoman los dadaístas y los surrealistas. Pone el acento en la excepción y esto es divertido para crear. Tiene algo muy punk. La versión que armamos tampoco tiene una lógica narrativa tan lineal aunque tiene un hilo que hay que mantener. Es exigente físicamente y muy musical”, dice Chaud, formada desde chica con Nora Moseinco, y luego en los talleres de Pompeyo Audivert y Ricardo Bartís.

Cuando el 16 de septiembre se reestrene elhecho, el público se va a encontrar con un quinteto de personajes muy excéntricos y temas bien concretos. Nuevamente el poder y la ambición, también el amor, la ciencia y la fe. Hay un cura malvado que quiere comprobar científicamente la existencia de Dios, dispuesto a todo para lograrlo; su hermana, una monja que vende Biblias para sobrevivir y duerme con chupete; la secretaria-mucama de ambos; un hombre tan grandote como torpe; y una planta que habla (¿acaso un milagro?) en plena crisis porque se siente poca cosa. “El texto fue lo primero -cuenta Mariana-. Lo había trabajado en el taller de Javier Daulte, llamé a los actores y nos pusimos a ensayar”. Budín inglés, desde el 28 de octubre, es la propuesta de corte más realista y fue creada en 2006 para el Proyecto Biodrama. Chaud estudió Letras y en este trabajo ahonda en la vida de cuatro lectores porteños cruzando biografías y ficción, se mete con el placer de la lectura y con la influencia de los libros en la vida cotidiana.

El ciclo termina con la reposición, desde el 2 de diciembre, de Sigo mintiendo. “Era una época espectacular -recuerda-. Me animaba a hacer lo que se me ocurriera y no me preocupaba cómo llegar a producir”. El motor era la praxis, el riesgo y “la actuación como caballito de batalla”, según sus propias palabras. “Mi formación tiene mucho que ver con los talleres de actuación, con el actor como productor de sentido y esta obra viene bien de ahí”, agrega. En esta pieza se lanzó nada menos que a la aventura de narrar una historia hacia atrás. El protagonista es un extraterrestre azulado que baja a la Tierra para devolver un disco de la NASA con información de este planeta y cae en un cumpleaños deprimente. Se topa con dos hermanas peleadas, un novio borracho y una amiga un tanto desquiciada. Pero él tampoco desentona tanto. Todo eso cabe en el universo de esta creadora capaz de dibujar mundos tan hilarantes y extraños como cercanos. Hay algo medio hipnótico en sus trabajos: el delirio y lo inquietante no eyectan al espectador que se entrega a la experiencia, por el contrario lo envuelven dulcemente. Lo dejan pensado y sintiendo.

Para 2022

La familia tradicional

Volver a ensayar en vivo, estrenar cuatro obras en un semestre: todo es muchísimo y casi inimaginable en un segundo año pandémico. Mariana Chaud está más que contenta con la retrospectiva del programa Artista en residencia del Teatro Sarmiento. La propuesta contempla también un taller abierto a la comunidad artística. “Me gustaría poder hacerlo y que sea de dirección. Pero en este contexto vamos paso a paso. Por ahora tenemos las fechas para las cuatro obras, que ya es un montón”, sostiene. En forma paralela, está ensayando Familia No Tipo y la nube maligna, que escribió con Gustavo Tarrío. Van a dirigirla juntos y estrenar en el 2022 en el Cervantes. Es la primera vez que encaran un proyecto a dúo pero sus mundos creativos tienen puntos en común: cruce de disciplinas, originalidad, experimentación, búsquedas alejadas de los estereotipos, ausencia de solemnidad. “Nos interesó desarmar el modelo de familia tipo. La familia puede ser quién uno elige. En ésta hay primos, tíos, vecinos, amigos. No está el padre ni la madre”, adelanta. Pero si habrá algo bastante frecuente: una niña que no puede dormir y el desafío será aliviar esa dificultad. “Nos entendemos muy bien con Gustavo, soy muy fan de sus obras y suma mucho dirigir con otra persona. Tener tiempo para probar y estrenar recién el año que viene, explorar y atravesar un proceso como de laboratorio es genial”, concluye.