Después del frenesí por la victoria en las elecciones generales de Francia, a Emmanuel Macron le toca sentarse a pensar sobre los retos varios de debe enfrentar en su arribo al Palacio del Elíseo. De todos ellos, hay tres problemas clave a los que deberá darle prioridad como futuro presidente de Francia:

  • Migración e identidad: la llegada de migrantes y la integración, el papel de la religión (sobre todo del islam) en la sociedad y los valores de la República son un tema candente en Francia desde hace ya varios años. Un ejemplo fue el exagerado debate sobre la prohibición del burkini, el traje de baño que cubre todo el cuerpo de las mujeres musulmanas, en la Costa Azul el año pasado. Pero detrás de todo esto hay un problema real: la marginalidad de algunos suburbios habitados sobre todo por migrantes del norte de África, la radicalización y una profunda inseguridad de los franceses ante los efectos no deseados de la globalización.
  • Seguridad: desde principios de 2015, Francia se vio sacudida por una serie de atentados terroristas que costaron la vida a 238 personas y conmocionaron profundamente a la sociedad gala. En el país rige el estado de emergencia y en las estaciones de trenes, aeropuertos y atracciones turísticas patrullan soldados. Por ese motivo, se han visto ampliadas las atribuciones y medios de las fuerzas de seguridad. El tema es un enorme desafío teniendo en cuenta que al menos 2.300 personas se mantienen activas en las redes jihadistas, han estado activas o han intentado estarlo, tantas como en ningún otro país de la Unión Europea. Macron apoya ampliar el número de policías y la capacidad de las prisiones, pero está en contra de prolongar el estado de excepción. 
  • Economía y ajuste: el débil crecimiento de Francia es uno de los graves problemas del país. En 2016 fue del 1,1 por ciento, frente a una media de 1,7 por ciento en la UE. Pese a eso, las previsiones para este año y el próximo mejoran, y hay sectores en los que Francia es muy fuerte, como la industria del lujo, la aeronáutica o el turismo. El mercado laboral es otro de los puntos oscuros, con una tasa de un 10 por ciento de desempleo. Sobre todo los jóvenes tienen escasas perspectivas laborales, con casi un 24 por ciento de desocupación. El hecho de que el presidente saliente, François Hollande, no haya conseguido revertir esta tendencia pese a las reiteradas promesas es una de las cosas que más se le critica. La dificultad para llevar adelante reformas y la resistencia social que genera cualquier cambio del mercado laboral son otras dificultades. Las empresas se quejan del exceso de burocracia y los elevados impuestos. La deuda es otro punto crítico: asciende a más del 96 por ciento del PIB. Con enormes esfuerzos el país redujo su déficit público en los últimos años y quiere situarse en 2017 –por primera vez desde 2007– por debajo del tope establecido por la UE, del 3 por ciento. Entre otras cosas, Macron quiere eliminar 120.000 puestos de funcionarios públicos para sanear las arcas del Estado.