Un grupo de investigadoras y becarias del CONICET en el Instituto de Química Básica y Aplicada del Nordeste Argentino (IQUIBA – NEA) obtuvo la aprobación de un proyecto presentado ante el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación que busca producir harina de legumbres para la formulación de alimentos a partir de dos tipos de porotos que se cultivan en Corrientes

La propuesta había sido presentada en febrero en el marco de la convocatoria nacional “Ciencia y Tecnología contra el Hambre” por un equipo de especialistas de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), la Universidad Tecnológica Nacional-Facultad Regional Resistencia- y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

Una vez que se haga efectivo el desembolso de los fondos por parte de la cartera de Ciencia y Tecnología, la duración del proyecto será de dos años. Para comenzar con el proceso, adaptarán una planta piloto destinada a la producción de harina de legumbres en base a estándares de alta calidad.

“Una de las ideas es consolidar la agroindustria familiar y que se produzca una mayor comercialización de este tipo de harinas”, explicó al Suplemento Universidad María Victoria Avanza, docente titular de la cátedra de Química Orgánica en la UNNE y coordinadora de un grupo de trabajo compuesto en su totalidad por mujeres.

La materia prima que van a usar son dos tipos de porotos que se cultivan en Corrientes por pequeños productores: el caupí y el guandú. “El principal beneficio que presentan es su alto contenido en proteínas, cercano al 25 por ciento, además de tener también vitaminas y minerales que permiten que el balance nutricional sea positivo”, detalló quien se especializa en Ingeniería de Alimentos y la Biotecnología.

En esa línea, señaló que el consumo de legumbres en la Argentina “ronda los 300 gramos por cápita por año”, una cifra “muy baja en comparación con Europa y países asiáticos”. Ante esta situación, sostuvo: “Acá se produce mucha soja, pero predomina el consumo de la proteína animal porque somos muy carnívoros”.

La harina de legumbres aparece como una opción de valor para un grupo de consumidores entre los que se encuentran los celíacos o quienes optan por una alimentación vegana o vegetariana.

En efecto, Avanza confirmó que se trabaja en la fabricación de una bebida vegetal y de snacks. “El proceso de elaboración de estos productos requiere de un mecanismo complejo y va a llevar un tiempo más largo. El objetivo es que para 2023 estén disponibles”, auguró, además de subrayar que el consumo de porotos en el norte del país “es muy común”.

A su vez, la investigadora celebró que la iniciativa impulsada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología involucre la participación de las casas de estudios superiores en una problemática tan sensible como la lucha contra el hambre: “Estas políticas permiten visibilizar el trabajo de los investigadores. Lo importante desde el lugar de la universidad es que los proyectos sean transferibles a la sociedad y no queden solo en un laboratorio”, sentenció.